Pedro Castillo fue detenido por su propia escolta mientras intentaba fugarse a la embajada de México

Pedro Castillo instauró un régimen dictatorial que sólo duró un par de horas, luego intentó huir a la Embajada de México, pero su propio equipo de escoltas lo arrestó y trasladó a la policía.

Redacción | Primer Informe

Al presidente ultra izquierdista de Perú, Pedro Castillo, no le salió nada bien su intento de instalar una dictadura para «restablecer el Estado de Derecho y la democracia», ante la inminente vacancia que contra su cargo iba a discutir el Congreso de ese país, desde donde se aceleró el proceso para destituirlo después de su frustrado autogolpe.

Minutos después de su intento, Castillo fue detenido por la presunta comisión del delito de rebelión y quebrantar el orden constitucional. El presidente destituido fue trasladado al penal de Barbadillo, ubicado en Lima donde también está recluido el expresidente Alberto Fujimori quien cumple 25 años de condena.

Destaca EL MUNDO que a Castillo «nadie le hizo caso en su locura». Ni los militares ni la policía, tampoco ningún poder público respaldó al presidente cajamarquino, quien llegó al poder junto al ultra radical partido Perú Libre, uno de los principales apologistas de las dictaduras latinoamericanas de la actualidad.

Sin embargo es llamativo cómo Castillo no logró cultivar ni un ápice de fidelidad entre sus colaboradores. Sólo el ex ministro Anibal Torres se presentó para acompañar al exmandatario caído en desgracia. Pero antes, acorralado, Castillo intentó ir a pedir asilo en la embajada de México pero fue arrestado en el trayecto por su escolta.

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También falló el segundo plan

Según confirmó el diario peruano EL COMERCIO, Pedro Castillo tenía planificado ir a la embajada de México poco después de emitir su mensaje al país, pero especialmente después de que el pleno del Congreso ya había decidido sobre su moción de vacancia.

Después de la 1 de la tarde, el exmandatario salió por la parte trasera del Palacio de Gobierno junto a su exprimer ministro Anibal Torres y su comitiva de resguardo de Seguridad del Estado de la Policía Nacional del Perú (PNP).

Mientras el chofer ya conducía a la sede diplomática azteca, una reunión se estaba desarrollando en la Comandancia General de la PNP que lo cambió todo. Según reveló una fuente al mencionado medio peruano, después de cerrar el Congreso de manera inconstitucional, Castillo se comunicó con Raúl Alfaro, el comandante general de la PNP buscando respaldo. Pero Alfaro le dijo que él no apoyaba lo que había hecho y que se iba a poner del lado de la Constitución.

En simultáneo, las mismas fuentes en el sector, indican que Willy Huerta, ahora exministro del Interior, llamó al jefe del Estado Mayor de la PNP, Vicente Álvarez, quien estaba a cargo de la jefatura de la PNP en reemplazo de Alfaro, para que autorizara el ingreso de manifestantes a la Plaza de Armas porque Castillo quería dar un mensaje. Tampoco obtuvo una respuesta afirmativa.

Acto seguido Alfaro convocó al Alto Mando de la PNP para fijar postura institucional, pero tampoco consiguió apoyos para Castillo, al contrario concluyeron que por el delito de rebelión Castillo debía ser detenido por sus propios escoltas.

En este punto, el Equipo Especial de la PNP ya conocía las intenciones de Castillo de recluirse en una embajada. Ante esto dos coroneles de ese cuerpo de seguridad se trasladaron a las sedes diplomáticas de México y de Cuba, decididos a arrestar a Castillo. Además ya los oficiales tenían conocimiento de que Castillo había sacado de Palacio a su familia y que buscaría el asilo o la fuga del país.

Es en medio del tráfico limeño cuando el chofer recibe la orden de detener a Castillo. Según relata EL COMERCIO, la camioneta «que lo llevaba se detuvo al frente de la Clínica Internacional y, junto con el personal de la Subunidad de Acciones Táctica, se ejecutó el arresto y se procedió a llevarlo a la sede de la Prefectura de Lima».

Al mismo tiempo, el Congreso aprobó la vacancia de Castillo con 101 votos a favor. No habían pasado ni dos horas de su intento de autogolpe cuando ya estaba detenido. El golpismo de Castillo llegó a su fin cuando arribaron al ente policial, la fiscal nacional Patricia Benavides y los coroneles que lo buscaron interceptar en las embajadas. La fiscal tomó la declaración de Castillo quien fue defendido legalmente por su ex ministro de confianza Torres.

 

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