Si en este momento, Lil Rodríguez la ex primera dama de TVes, se encontrara frente a frente con Esteban Trapiello – el hombre al que 18 meses atrás ella contrató para que la ayudara a levantar la Televisora Venezolana Social y quien hace un par de días la acusó de corrupta frente al país- ella jura que se mantendría serena.
«He recibido cientos de mensajes de texto y llamadas solidarias. Llevo 27 años dando mi cara al país y no será él quien me haga avergonzar. Cuando asumí el puesto en la televisora, sabía que también entraba al ojo del huracán y no estaría exenta de comentarios. Le di mi palabra al Presidente de que lo ayudaría a darle forma a la televisora, que no la dejaría caer y ahí esta TVes… aprendiendo a caminar, pero ya caminará».
-Aunque hace dos días habló pestes, el día que estrenaron Esteban Trapiello sonreía junto a usted al presentarse como «el padrino de TVes». ¿Cómo se explica ahora tanto resentimiento?
-No entiendo las razones laborales ni personales que Esteban Trapiello tiene contra TVes. No comprendo tanto ensañamiento, la gestión está abierta y cualquiera puede solicitar las cuentas en la Contraloría. Los cuatro directores que nombró en su rueda de prensa siguen en sus cargos y eso quiere decir que no fueron malos. En cuanto al odio que siente por mí habrá que preguntárselo a él. No tengo la menor intención de descalificarlo.
–¿La llamó Chávez después de todo lo que dijeron de usted y su gestión en TVes?
-No, no me ha llamado.
-Si ahora mismo se encontrara con Esteban Trapiello, ¿qué le diría?
-No sé que le diría, posiblemente no le diría nada. Sólo lo miraría a los ojos, me gusta mucho mirar la gente a los ojos.
-La acusó, entre otras cosas, de exigirle a los empleados que la llamaran «su máxima autoridad». ¿Se le subieron tanto los humos?
-¡Nahhh!.. Sería bueno convocar al colectivo del canal para que cuenten sobre la horizontalidad de la gestión. Todos los días tomábamos café, hablábamos de lo que estaba pasando y yo misma arreglaba las matas. Mi oficina siempre estuvo de puertas abiertas. Eso también es mentira. Si una persona es tan cercana como yo y trabaja a puertas abiertas, cómo puede pedir que se le llame «su máxima autoridad»… ¡Qué absurdo!
-Dicen que el poder es una golosina… el que lo tiene no lo comparte, ¿le pasó a usted?
–En ningún momento. Le venía diciendo al ministro Izarra que tenía que renovar el consejo directivo y la presidencia. Nunca he estado anclada a ningún puesto, para servirle al país no necesito un cargo. Gracias a Dios, Izarra me tomó la palabra y juramentó a William Castillo.
-Entonces…, ¿la botaron o no de TVes?
-¡No! A mí nadie me botó, entregué el cargo, lo puse a la orden luego de 18 meses de gestión. Quizás en el manejo de canal hubo fallas de forma, posiblemente compramos cosas que no resultaron exitosas, pero nadie puede decir que hipotecamos el carácter social de la televisora.
-La programación de TVes es extraña… ¿Cómo se explica en una televisora socialista un show tan capitalista como lo es «Ally McBeal»?
-Hay contradicción en lo que es la televisora social y la colectividad que sigue pendiente de la competencia. Colocar esa serie fue estrategia para concatenar eso. Una televisora social debe ser medida por parámetros distintos al rating.
-¿No será más bien que la gente no acepta a TVes porque ocupa el lugar de RCTV?
–No lo sé, de lo que sí estoy segura es que mucha gente estuvo más pendiente de su muerte que de que TVes estaba naciendo y no tenía la culpa de nada.
Daniel Uzcátegui
EL UNIVERSAL