Así el comandante del ELN Pablo Beltrán explicó cómo van las negociaciones de paz con el Gobierno de Gustavo Petro

En una habitación con vistas a un jardín de la Ciudad de México aguarda un hombre menudo, detrás de unas gafas cuadradas. La disciplina y el autocontrol le han imbuido de una serenidad oriental que se refleja en las formas suaves con las que se levanta de su silla para saludar a los recién llegados: “Un gusto”. Israel Ramírez Pineda, alias Pablo Beltrán, jefe de los negociadores del Ejército de Liberación Nacional (ELN), cumple los horarios a rajatabla y pocas veces se permite distracciones a sus 69 años. En La Habana, mientras esperaba a que se reactivara el proceso de paz con el Gobierno de Colombia, ha vivido enclaustrado, pendiente de que nadie atentara contra su vida. Beltrán es un hombre paciente, ordenado y meticuloso que tiene en sus manos poner fin a la última guerrilla de América Latina levantada en armas. A veces desespera a los enviados del presidente Gustavo Petro, que quisieran imprimirle una marcha más a las conversaciones. Beltrán, en cambio, no parece tener prisa. Se debe decir a sí mismo que cambiar el mundo requiere mucha paciencia reseñó Juan Diego Quesada en EL PAÍS.

Pregunta. El ELN ya ha negociado con seis presidentes colombianos a lo largo de varias décadas, ¿por qué hay que tener fe en que esta vez es la buena?

Respuesta. La novedad es que tenemos un Gobierno progresista que tiene en su programa lograr la paz. Coincide con nosotros en que la paz es una urgencia del país y lo único que nos hace viables como nación. Somos socios en este asunto.

P. Pero parecen dos socios con tiempos distintos. Da la sensación de que el presidente Petro tiene mucha prisa y de que ustedes tienen todo el tiempo del mundo. ¿Cómo se manejan esas dos velocidades en la mesa?

R. Los tiempos nuestros son más rurales y él tiene esa urgencia de las victorias rápidas. Pero más que los tiempos de uno y otro, el país es el que más clama para que la paz no se demore más. El criterio de trabajo es celeridad con rigurosidad.

P. ¿Cree que tiene que ver con que Petro fuese guerrillero del M-19, un grupo muy audaz, pero que tuvo un tiempo de vida corto, y que usted venga del ELN, con casi 60 años de historia?

R. Ellos vivían más en función del proceso, estaban siempre pendientes de lo que la coyuntura les iba exigiendo. Y el pensamiento político nuestro es más de estrategia, de fases, de etapas, de acumulación. Es otro tipo de estructura mental, sí.

P. ¿Qué pensó cuando vio el tuit de Petro el día de fin de año en el que anunciaba el alto el fuego que en realidad no se había acordado?

R. El día anterior, el 30, recibimos un facsímil de un decreto, nos lo presentaron como un borrador. Intentaron decir después que nos habían consultado y que había sido aprobado, dos cosas que no son ciertas.

P. Trataron de imponerle a usted ese acuerdo.

R. Por supuesto.

P. ¿Qué tan profunda fue la crisis que eso generó?

R. Fue una crisis profunda porque si bien somos socios, la idea de una mesa de negociación es construir consensos. Si los dos están en la mesa, lo que salga de ahí es porque lo hemos hablado, lo hemos acordado y lo vamos a cumplir. No puede salir un papel que se le ocurrió a uno y decir que fue producido por ambos.

P. ¿Se le pasó por la cabeza suspender las conversaciones?

R. No, no. Nosotros les dijimos de inmediato que eso no era un acuerdo, sino un asunto de ellos. Eso puso en crisis la mesa.

P. España está intentando tener un protagonismo mayor como mediador. ¿Hay posibilidad de que se celebre algún ciclo de conversaciones en Madrid?

R. Estuvimos hablando hace unos meses con varios diplomáticos españoles. Les agradecimos la invitación, en el pasado se han hecho este tipo de sesiones en España. Pero que en esta ocasión lo vemos más difícil porque el hecho de que la Unión Europea nos tenga a nosotros en la lista de organizaciones proscritas…

P. Terroristas.

R. Sí, aunque esa es una lista política y unilateral. Preguntamos qué posibilidades había de que España, que ahora va a tener la presidencia de la Unión en el segundo semestre, ayudara en eso y nos sacara de esa categoría. Y en esa medida nos queda más fácil la interacción con un Gobierno que quiere tener un puesto más relevante en los procesos de paz en Colombia, como lo tuvieron hace dos décadas. España ha estado dos décadas desaparecida.

P. ¿De este ciclo de diálogos en México va a salir un alto el fuego o un cese de hostilidades con el Ejército colombiano, como se está hablando, o solo las bases para que se acuerde más adelante?

R. Vamos a sacar tiempo para alistar los preparativos para un cese, porque un cese es quedar como una estatua o en un cese de acciones ofensivas, pero dada la complejidad del territorio colombiano eso requiere más cosas. En últimas se trata de una lista de qué cosas están prohibidas para cada parte, esto es un proceso de desescalamiento. Vamos a intentar un primer paso. Ese primer paso es de orden temporal, que pasen unos meses, y se evalúa. Y, a medida que la evaluación sea a satisfacción de las partes, se prorroga. Todo eso es el diseño previo, y cuanto más preciso se haga eso, más se libran incidentes, que es lo que hay que evitar.

P. Todavía más importante es un alto el fuego con el resto de grupos armados, como las disidencias o el Clan del Golfo, con quienes ustedes están en guerra. ¿Eso está sobre la mesa?

R. Sí y no. La mayoría de esos grupos tienen articulaciones con las fuerzas armadas colombianas. Son sus subsidiarios. Muchos de los ataques contra opositores y líderes comunitarios los hacen esos grupos con trabajo de inteligencia que hacen las Fuerzas Militares. Una banda no tiene una sección de inteligencia. El que perfila a esos opositores son las Fuerzas Armadas y el brazo que ejecuta es el otro. El que tiene que arreglar el problema es el que lo crea. Hay una amplia documentación de oficiales (del Ejército) que encabezan esas bandas. La semana pasada detuvieron al jefe de la policía del Chocó por estar haciendo lo que no debía. Si ese es el jefe, imagínese de ahí para abajo… Si estamos en un cese operacional ofensivo quiere decir que nosotros nos quedamos en actitud defensiva y si no nos atacan, no necesitamos defendernos, pero si alguien nos ataca necesitamos defendernos. Es simple.

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