Anzoátegui se cae a pedazos


Por Martha Villanueva 
| Opinión

Muy mal parado quedó el estado Anzoátegui en la reciente medición del músculo electoral y como la maquinaria poderosa que alguna vez fue, en el referendo convocado por la Asamblea Nacional para poner en el tapete el tema del Esequibo.

Según información confidencial real, el estado Anzoátegui quedó en el puesto 17, entre 23 entidades más el Distrito Federal a nivel nacional, cuando según las estadísticas, este era uno de los bastiones del chavismo que en cualquier consulta electoral siempre estaba entre los puestos 6 y 10. Una prueba irrefutable de ello es que, durante la era del chavismo, los distritos Simón Bolívar y Juan Antonio Sotillo nunca han conocido un alcalde distinto que no sea parido desde las entrañas del Partido Socialista Unido de Venezuela.

A nivel estatal nunca se conoció la derrota hasta la debacle ocurrida en las elecciones para la Asamblea Nacional del 2015, y luego la humillante derrota de Aristóbulo Istúriz en el 2017, aún sabiendo que El Profesor no era la mejor carta a presentar en esa contienda.

Muchos pueden ser los factores que contribuyen a la actual debacle en lo político y electoral por la cual atraviesa el partido de gobierno, pero con toda seguridad y sin temor a equivocarnos, pensamos que uno de los principales causales radica en la mala conducción en lo político y en lo que concierne a la jefatura de gobierno regional por parte del novel mandatario Luis José Marcano.


No es posible que a estas alturas no se hayan percatado de la grave situación en la que viven los ciudadanos, que aparte de la situación económica precaria por la que atraviesan, tengan que calarse además una prestación de los servicios públicos que son un verdadero desastre.

Sería bueno que el joven Luis Marcano prestara más atención a estos servicios para reforzar la labor que ejecutan las alcaldías, que, por no tener una capacidad financiera elevada, hacen hasta donde pueden con el mayor esfuerzo posible.

Hay que analizar con conciencia y gerenciar con destreza los recursos, Sr. Gobernador. No es posible que, por ejemplo, se destinen 33 millones de bolívares (casi 1 millón de dólares) para la construcción de la plaza más grande de Venezuela, teniendo necesidades más urgentes y apremiantes que resolver.

A quien le importa ir a pasear a una plaza con la familia, si al regresar a casa no tienen para cenar y encima al entrar a la misma se dan cuenta de que no tienen agua ni luz. Es hora de revisarse, Gobernador. Los vientos que soplan presagian una tormenta. Las alarmas en la dirección nacional están encendidas. Recapacite.

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