Negocios confusos con Julio de Vido

Julio de Vido

Los números no cierran. El viernes pasado en su encuentro con los ministros de energía de Brasil y Venezuela, el ministro argentino de Planificación, Julio de Vido, acordó comprarle a PDVSA en 2005 un total de un millón 200 mil toneladas de fuel oil para asegurarse el funcionamiento del sistema eléctrico de su país durante el invierno austral. La compra de fuel es la segunda que Argentina arregla con Venezuela, país que en abril del año pasado firmó un acuerdo para proveerle hasta un millón de toneladas del combustible a Kirchner a cambio de alimentos y algunos pagos en efectivo. Eso sí: ninguno de los dos gobiernos informó en detalle en qué consistían los pagos y bajo qué valores se estimaría el canje.

En Argentina los analistas del sector andan un poco suspicaces, porque antes de la firma de la nueva venta de fuel el gobierno de Kirchner había informado que PDVSA le venía reclamando una cuota impaga de 13 millones de dólares desde el año pasado. Pero, tras la foto con de Vido, la brasileña Dilma Roussef y Rafael Ramírez en Caracas, el gobierno sureño se niega a informar cómo se habría resuelto ese reclamo. También se olvidó de aclarar por qué compraría 1,2 millones de toneladas de fuel a Venezuela, si el año pasado sólo se utilizaron en Argentina 900 mil toneladas para alimentar sus usinas, y este año ya cuentan con una reserva de 400 mil toneladas.

¿Por qué nadie informa sobre el destino que se le dará al excedente de 700 mil toneladas de fuel que dispondrán los argentinos si –como dicen los pronósticos– el consumo de este año será similar al del año pasado? El gobierno de Néstor Kirchner guarda silencio mientras en el sector se comentan posibles manejos oscuros con el fuel comprado a precios preferenciales a los venezolanos. En el medio está la inefable presencia de Julio de Vido, el ministro argentino al que persiguen las sospechas de corrupción en su país. De Vido fue designado por Kirchner para las operaciones de cooperación energética binacional, y es visitante frecuente (a veces en secreto) del Palacio de Miraflores.