Naturaleza humana. – Resistencia Venezuela

Naturaleza humana.

(Auto destructivos)

            Una vez más queda evidenciado ante los ojos de la historia y el mundo de que como unos pocos son capaces de acabar con todos. Triste es ver esa capacidad autodestructiva de algunos hombres, que ilógica e irracional irrumpe en algún escenario de la vida, alardeando de su condición sanadora y hasta comparativa con la puesta de sus manos, que logran resolver los más penosos desmanes. Es que nos hemos hecho mil preguntas y hemos tenido material suficiente para creer de la poca visión que tenemos algunos, para analizar nuestro camino futuro en contra de la alienable ceguedad que se apodera de algunas mentes, perjudicando a una mayoría. También esa incapacidad de aprender de nuestros propios errores que como aquello que dice.  Si no conoces la historia puedes llegar a repetirla, en este punto en el que nos encontramos, ni con eso irónicamente ha sido posible resolver el vendaval de la orate corriente que lleva sin represa que la detenga, la cual arrastra sin remedio a los menos capacitados como un tsunami que invadió la costa sin importar racionalmente que la porfía estaba arrasando con todo un pueblo. Especialmente afectados niños y adolescentes, mujeres y hombres, han sido revolcados en el limo acuoso que resulta de la barbarie que ha hecho posible este maníaco escenario, donde abundan las marionetas carente de columna vertebral y raciocinio voluntario, el que hizo capaz que la humanidad fuera y se congregara para pensar a dónde les lleva un camino de dirección que conduce hacia el abismo. Como el pasaje aquel donde los puercos poseídos del demonio, saltaron salvajemente hacia el precipicio, buscando de alguna manera separarse del que los invadía, lanzándose a la muerte. Para nosotros el mal que nos mantiene enfermos no es otra que la repetición egoísta de la maldad, la que lleva al hombre a no pensar en más nadie que no sea su entorno y que pudiendo ver que la inanición hace estragos en sus alrededores. Entonces como los caballos del hipódromo, que llevan unos protectores laterales que les impide ver de ambos lados y ciegos en su carrera, se lanza sin que su paso se detenga hasta en algunos casos llegar sin aliento, pues el látigo del jinete desalmado, fue capaz de matarlo solo con el simple propósito de alcázar un triunfo equivocado. El cual no tiene mayor fortuna ni mérito, pues con él no se ha logrado el gran trofeo que ejemplifica a los mejores seres humanos, aquellos que pueden olvidarse de las metas y las glorias, cuando miran a su alrededor y ven que están pasando por encima de mucha gente, pisando sus cabezas con duras botas y hasta hendiendo sus pútridos cuerpos, producto de no poder defenderse de un maníaco, que exacerbó las intenciones, llevando a esa turba rabiosa que le acompaña a la más gélida manera de pensar que busco entre sus abrigos la peor de las escogencia que fue olvidarse de sus hermanos.

            Es doloroso para esa humanidad que aunque sea ciega, cuando es  ella misma la que se lacera con tras los árboles cubiertos de espinas, solo con el único fin de ensalzar a un solo maldito hombre, sin tomar en cuenta la naturaleza y el bien que sobre ellos resulta. Sin embargo en estos años que han transcurrido, lo único que trajo a mi mente fue, ese recuerdo tangible e imborrable de un tiempo pasado triste, el cual sacó mis lágrimas cuando fui testigo y protagonista de ese momento, el que nunca se olvida. Cuando en carne propia se vive en la pobreza de la mente y del espíritu no se hace nada para resolverlo. Porque la edad más vulnerable es aquella cuando eres hijo de la decidía y el abandono, que sobre nuestros hogares se cierne, sin encontrar razones de porque el altísimo siendo el amo de todo lo que se mueve, quiso que este tipo de ser humano plagara y nos acompañará en el reducido mundo, donde ellos de alguna manera forman parte esa rabiosa manera peleada de subsistir, donde no los más aptos y también los menos agraciados con un poquito de entereza, pero dotado de la fuerza bruta que se impusieron sobre esa mayoría cobarde. La misma que prefirió las humillaciones a la segura muerte, la cual es preferible antes de vivir como esclavo dependiente de un tirano, aquellos que hace con su vida y la de su séquito una pila donde suelen lavar sus penas y justificar las más crueles prevaricaciones, en contra de esa humanidad que aún gime delirante, como un niño que desea ser alimentado con migajas que se caen de la mesa de los más despreciable, hijos de la patria. DaniVeras.

Tomado de Naturaleza humana. – Resistencia Venezuela