Buena parte del nuevo plan petrolero de Maduro ya estaba en práctica en 2019

Por Juan Carlos Zapata (ALnavío).-Ese plan petrolero ya estaba en marcha. Desde 2019. Ahora Maduro, Tareck El Aissami y Asdrúbal Chávez quieren darle forma legal, y ampliarlo a otras áreas. En lo operativo ese es el plan que el 10 de diciembre del año pasado adelantó el diario ALNavío y que hasta ese momento le estaba dando resultados a PDVSA. Pero luego llegaron las sanciones. Luego se fue Rosneft. Luego otro capítulo de las sanciones, y esta semana Chevron anunció que se acogía a lo dictado por Estados Unidos: No producir ni comercializar más petróleo en Venezuela.

Si se cumple lo que dice la letra del proyecto, PDVSA se va a convertir es una entidad que vele porque los contratos se cumplan, vayan bien, y que los socios hagan su trabajo. El caso es que PDVSA verá reducida su participación en las llamadas empresas mixtas o en los nuevos contratos de servicio y también dejará de producir petróleo, por sí misma, algo que de hecho, en la práctica, ya está ocurriendo porque de los 660.000 barriles diarios que se supone produce Venezuela, casi 500.000 vienen por la vía de los socios.

Pero esta es la vía que ha encontrado Nicolás Maduro para echar atrás toda la política petrolera de Hugo Chávez, Rafael Ramírez y Bernard Mommer. En cierto modo, PDVSA vuelve a ubicarse en 1998. En los tiempos de la apertura, que se había desprendido de operaciones que no producían dinero, o eran costos.

En este proyecto, los contratos de servicios pasan a llamarse Acuerdos de Servicios Conjuntos, y esta es una forma, como ocurre siempre con el chavismo, de cambiar lo nombres para engañar incautos. Las empresas mixtas y estos “nuevos” Acuerdos de Servicios Conjuntos entran a controlar los campos petroleros hoy en manos de PDVSA.

La empresa, que creó Carlos Andrés Pérez al momento de la nacionalización petrolera en 1975, la que fue diseñada por Pedro Tinoco, por Gumersindo Rodríguez, por Humberto Calderón Berti y por José Antonio Abreu, entre otros, y pasó a ser bien gerenciada por el general Rafael Alfonzo Ravard, por Calderón, Juan Chacín Guzmán, Brígido Natera, Andrés Sosa Pietri, Gustavo Roosen y Luis Giusti, que la llevaron a ser la quinta petrolera del mundo, será convertida por Maduro en la práctica en una gestora de negocios.

Pero al mismo tiempo Maduro está reconociendo que las estatizaciones de las compañías de servicios y el régimen impositivo fueron, por una parte, decisiones equivocadas, y por la otra, camisas de fuerza que atentaron contra el desarrollo de la compañía. Por eso es que Ramírez ataca el plan. Porque es doliente principal.

La empresa, que creó Carlos Andrés Pérez al momento de la nacionalización petrolera en 1975, la que fue diseñada por Pedro Tinoco, por Gumersindo Rodríguez, por Humberto Calderón Berti y por José Antonio Abreu, entre otros, y pasó a ser bien gerenciada por el general Rafael Alfonzo Ravard, por Calderón, Juan Chacín Guzmán, Brígido Natera, Andrés Sosa Pietri y Luis Giusti, que la llevaron a ser la quinta petrolera del mundo, será convertida por Maduro en la práctica en una gestora de negocios.

La mala gerencia comenzó con Hugo Chávez y la profundizó Maduro. La corrupción comenzó con Chávez y la siguió Maduro. La excesiva burocratización la comenzó Chávez y Maduro no siguió en ello porque ya no tenía dinero para pagar más nómina. El endeudamiento es obra de Chávez y Maduro es el padre del default. Los pésimos negocios en el exterior, Cuba, Ecuador, Argentina, etc., fueron obra de Chávez. Salir de las empresas rentables en el exterior fue obra de Chávez. Los regalos petroleros, Petrocaribe y Cuba obra de Chávez, continuada por Maduro. Le geopolítica de los bonos -bonos del Sur con Argentina y ayuda a Ecuador con su deuda- fue obra de Chávez. La corrupción de los seguros y reaseguros se dio en los tiempos de Chávez y Rafael Ramírez. El régimen impositivo lo impusieron Chávez y Ramírez. Las estatizaciones de las empresas de servicios, como aquellas que inyectaban agua o gas a los pozos de El Furrial, fue tambièn una decisión de Chávez y Ramírez. Todos estos y otros factores llevaron a PDVSA a la hecatombe.

El año pasado una fuente nos explicaba cómo se estaba desarrollando el esquema petrolero. Podríamos decir que estaba a prueba. Funcionaba. Esto fue lo que dijimos entonces. Copio textualmente para quienes no leyeron la nota en su momento. La fuente:

“Dice que antes PDVSA se encargaba de la comercialización.

Los ingresos los controlaba PDVSA.

Pero que PDVSA reportaba la venta al peor precio del mercado.

Que a eso le agregaban los seguros más costosos.

Y el flete más caro.

Y estaban los impuestos.

Y las desventajas con el tipo de cambio.

Y además incorporaba en la relación gastos sociales, una manera de disfrazar el clientelismo.

Cuando se sacaba la cuenta final, la multinacional terminaba perdiendo dinero”.

Pero ese esquema cambió. Y esto era lo que comenzó a aplicarse, según la fuente:

“Ahora la multinacional comercializa.

Ubica el mejor precio del mercado.

Paga el seguro conveniente.

Paga un flete competitivo.

Se resolvió la distorsión en el tipo de cambio.

Y no hace aportes sociales.

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Los aportes sociales corresponden a la parte de PDVSA, no a la suya.

Ahora hay flujo de caja, y flujo de caja positivo.

Ahora en la cuenta final gana la multinacional y gana PDVSA.

Y la multinacional gana también porque vende productos disolventes.

Y obtiene un margen en el refino”.

Se aprecia, PDVSA había entregado desde la producción, la procura, la comercialización y la cobranza a las multinacionales, y estas evitaban incluso las trampas administrativas enquistadas en la empresa, y en el Estado de la corrupción chavista y madurista.

Ahora la entrega se amplía a la infraestructura petrolera que creó la corporación por años. Es decir, puertos, terminales, tanques de almacenamiento, etc. PDVSA se queda sin nada. Y es retomar una vieja idea de 1998. Porque Chávez echó para atrás las ventas de de algunos terminales-puertos que estaban en proceso.

Y como no pueden operar las refinerías, como no pueden producir gasolina, pues todo el parque refinador también será entregado para que esté bajo control de otros. Esto sí que no estaba en los planes de la PDVSA de Luis Giusti. Porque las refinerías eran negocio. Producían plata. Pero el chavismo las llevó a la ruina.

El papel de PDVSA será pasivo. El socio pasivo que mira y cobra si es que hay dividendos. Y como no hay recursos, no hay capital para la exploración, pues también esto queda en manos de las empresas mixtas, que es otro viejo esquema implementado por la PDVSA de antes de Chávez. El proyecto deja abierta la posibilidad de que lo haga PDVSA, pero ¿con qué? También PDVSA pasará a comprar el gas que produzcan las otras empresas, a precio de mercado.

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Ahora, ¿qué empresas estarán dispuestas a invertir en la Faja del Orinoco, en el Oriente o en el Occidente? Ya Rosneft dio el campanazo de cerrar operaciones en el país para que las sanciones no le afecten su negocio global. Ya Chevron dijo que se acogía a lo dictado por el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos. Este aspecto es clave. Porque lleva directo al tipo de operadores que se montarán y que pudieran asumir el riesgo. ¿Serán cercanos al régimen? ¿Serán socios de figuras del régimen? Pero también cabe preguntarse. ¿Cómo lo harán? ¿Se abrirán rondas públicas de negocio? ¿Serán secretas y discrecionales? ¿Es una “apertura” petrolera para amigos, familiares y relacionados? Esto ya ocurrió con Juan Vicente Gómez, pero ya venía ocurriendo con Maduro y el general Manuel Quevedo con los contratos de servicios.

Hay muchos más aspectos en el proyecto de Maduro, Tareck El Aissami y Asdrúbal Chávez. Hay que ir por parte, y por piezas. Y Venezuela debe comenzar este debate político. Lo que está en juego no es cualquier cosa. Ya con Chávez nació la boliburguesía. Con Rafael Ramírez y Chávez se le dio forma a una primera avanzada de la boliburguesía petrolera. Con este proyecto, la boliburguesía petrolera será un factor dominante. Si es que el plan llega a prosperar. Porque, ¿quién puede confiar en El Aissami y Asdrúbal Chávez? El primero ministro de Petróleo y el segundo, presidente de PDVSA. El proyecto tiene que pasar por la Asamblea Nacional pues implica cambiar la Ley de Hidrocarburos de Chávez.

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