Biógrafa de Bolívar coloca a Chávez como el “peor farsante” del bolivarianismo

Juan Carlos Zapata (ALN).- En la biografía Bolívar, Libertador de América, escrita por Marie Arana, Hugo Chávez queda mal parado. Esta biografía ha sido elogiada tanto en Estados Unidos como en España. Es rigurosa. Pero se lee como una novela. Walter Isaacson dice: “Al fin Bolívar tiene la biografía que se merece”. Y The Washington Post señala que “el enfoque de Bolívar es magistral”. La autora nació en Lima, de padre peruano y madre norteamericana. Por 10 años fue jefa de la sección de libros del Post.

“Muchos farsantes han emulado a Bolívar en su volátil vida póstuma, pero nunca de forma tan estrambótica como Chávez”. Así se expresa Marie Arana en el epílogo de Bolívar, Libertador de América, celebrada biografía ampliamente reseñada en España, Colombia y Estados Unidos. Arana define a Chávez como “socialista radical cuyos objetivos estaban a años luz de los de Bolívar”.

La obra se lee como una novela. Aporta detalles personales -por ejemplo, la cantidad de amantes- de Bolívar ignorados u omitidos a veces por los biógrafos. Es un libro con estructura y lenguaje fílmico.

La revista Semana de Bogotá reseñó el libro de esta manera: “Tal vez esta no sea la mejor biografía de Bolívar, pero sin duda es una de las mejor escritas. Se lee como una novela. Y, como en una novela, los personajes y las situaciones dejan una impresión vívida en el lector. Aunque la autora simpatiza con Bolívar y adopta su punto de vista –quiere adentrarse en su mente–, no lo glorifica porque también nos permite ver sus errores, sus zonas oscuras y sus contradicciones”.

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Arana le dedicó varios años a la investigación. En las fuentes cita a muchos autores de Venezuela. Al diario El País le dijo que la obra “captura el momento de una forma más completa y, tal vez, más humana que algunas de las existentes”. Que fue a las fuentes primarias “en busca de fragmentos de color que no había visto en otras biografías e historias”. Que indagó en “todas las bibliotecas del continente americano”. Y que “ese “material original”, afirma, “está lleno de drama y detalles” que contienen un “sentido de urgencia y viveza” que ella no percibió en otras biografías. “También reuní pormenores y observaciones perspicaces de obras de escritores en español que nunca se habían leído ampliamente en todo el mundo y que parecían suspendidas en una especie de limbo”.

En lo que respecta a Chávez, le dedica casi una página en el epílogo. Señala que “innumerables dictadores posteriores a la independencia trataron de manipular de alguna manera la imagen de Bolívar en el proceso de limpiar la propia”.

El caso de Chávez es conocido. Se montó en el poder ondeando las banderas del bolivarianismo y se empeñó en renombrar a Venezuela como República Bolivariana.

La autora toma el caso de la exhumación de los restos del Libertador para ejemplificar la estrambótica conducta de Chávez. Como se sabe, ello ocurrió en 2010. En los 200 años de la declaración de la independencia. Dice que lo hecho por Chávez no puede calificarse de otra manera sino como “un espectáculo macabro”.La obra se lee como una novela / Foto: DebateLa obra se lee como una novela / Foto: Debate

“El propósito de tan estrambótico ballet era él mismo”, afirma: “Ser uno con el espíritu del Libertador, regodearse en la ‘magia de su prestigio’. Pero esta vez Chávez esperaba probar algo más que su afinidad”. Quería demostrar que Bolívar fue envenenado por la oligarquía colombiana y que no murió de tuberculosis. Era una acusación recurrente de Chávez. Los exámenes no confirmaron el envenenamiento. Señala que Chávez intentaba reafirmar su reputación. “Un viejo truco” al lanzar la acusación contra la oligarquía colombiana, a la que Chávez -y ahora Nicolás Maduro– han acusado traidora a la memoria de Bolívar. “No era la primera vez que se distorsionaba la leyenda (de Bolívar) con fines absurdos”, afirma Arana.

La autora hace un señalamiento que llama a la reflexión. “Bolívar pretendía odiar la dictadura (afirmó que había recurrido a ella sólo por periodos limitados y como recurso necesario), pero sin duda creó la mítica criatura en que se convirtió el dictador latinoamericano”.

La obra se extiende por casi 600 páginas que se leen de un tirón.

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