VenePirámides
Con la promesa de convertir a Venezuela en «un país potencia», de ser reelegido en octubre y sobrevivir su enfermedad terminal, Hugo Chávez profundizará un modelo basado en el rol empresarial y regulador del Estado que ya está en marcha desde 2006 y, lejos de alcanzar sus objetivos, exacerba el esquema rentista a la vez que es incapaz de dominar la inflación.
En los últimos seis años el Gobierno a través de expropiaciones y estatizaciones tomó el control del sector eléctrico, del cemento, Sidor, fincas, textileras, Cantv, compañías conexas a la actividad petrolera, se convirtió en un magnate financiero y entre 2006 y 2010 el PIB del sector público registró un salto de 27%.
Al mismo tiempo, incrementó las regulaciones sobre el sector privado reforzando el control de cambio a través de la eliminación del mercado paralelo; el control de precios, reglamentando la producción y venta de rubros «estratégicos», así como regulando las ganancias con la Ley de Precios Justos, y el dominio sobre el crédito, con nuevas carteras obligatorias.
Con el plan propuesto al país para el período 2013-2019 Hugo Chávez se dispone a avanzar en el esquema de minimización del sector privado, algo que resulta inevitable para alcanzar, como escribe, «una radical supresión de la lógica del capital», de hecho, el proyecto sólo prevé un «sistema de estímulos para el fomento de las pequeñas y medianas empresas privadas», a la vez que se prepara para luchar contra «la estructura oligopólica y monopólica existente».
La Asamblea Nacional ya inició la elaboración de una Ley Antimonopolio que amenaza a las grandes empresas y no considera como monopolio a las compañías del Estado.
Un aspecto clave del proyecto es el énfasis en la necesidad de impulsar las «empresas socialistas» y la «propiedad social», a la vez que plantea mayor regulación sobre el sector privado, al explicar que es necesario «fortalecer y modernizar el sistema de regulación social y estatal para combatir la usura y la especulación en la compra y distribución de los alimentos», así como crear «un sistema de distribución de insumos y productos con precios justos». La posibilidad de flexibilizar el control de cambio no se menciona, incluso, en la cadena de radio y televisión del pasado viernes Hugo Chávez criticó la propuesta de la oposición de elaborar un desmontaje gradual del mismo.
Tras seis años de ampliación del tamaño del Estado y controles, la economía venezolana no muestra resultados favorables salvo lo que ha permitido el espectacular aumento de los precios del petróleo.
Gracias al incremento del gasto público, soportado en el brillo del barril, la economía ha crecido pero a un ritmo menor al del resto de los países de la OPEP y naciones de América Latina como Brasil, Perú, Colombia y Chile.
Pero el tema de fondo es que el proyecto socialista, enfocado al desplazamiento del sector privado, le ha dado alas al esquema donde el país se desindustrializa y prácticamente sólo exporta petróleo, mientras se disparan las importaciones y el Estado reparte la renta proveniente de los barriles vendiendo dólares baratos, aumentando la nómina pública y otorgando subsidios.
Al cierre de 2011 las exportaciones no petroleras permanecen estancadas y suman 4 mil 471 millones de dólares, magnitud que representa un descenso de 19% respecto a 1997, mientras que el petróleo provee 95 de cada 100 dólares que ingresan al país.
El economista y profesor de la Universidad Central de Venezuela, Ronald Balza, señala que «el rentismo siempre va a ser mayor porque al tener como enemigo al sector privado que es la fuente alterna de divisas te haces más dependiente del petróleo».
Agrega que «en el plan de Hugo Chávez para los próximos siete años no está planteado crear un fondo de estabilización, de ahorro, sólo está previsto continuar expandiendo el gasto con todo lo disponible y pidiendo prestado, algo que también te hace más dependiente de la renta petrolera».
En un entorno donde la demanda crece y la oferta no se expande de manera adecuada en medio de ineficiencias en el rol de empresario del Estado y caída de la inversión privada (entre 2007 y 2010 se desplomó 43%) la inflación y la escasez se han hecho persistentes a pesar de los controles de precios.
Basta con observar que entre 2006 y mayo de este año, período en el que se han reforzado las regulaciones, la inflación acumula un avance de 315%.
Para que la inflación no sea aún mayor el Gobierno ha tenido que aumentar la oferta con importaciones masivas que al cierre de 2011 superan en 38% a las de 2006 y solo pueden ser financiadas con un precio del petróleo que analistas estiman al menos en 90 dólares.
A pesar del control de cambio, la salida de divisas ha alcanzado niveles récord, gracias a la sobrefacturación de importaciones y la compra de bonos en dólares, mientras que tampoco ha sido posible evitar la devaluación del bolívar.
Entre 2006 y 2011 el tipo de cambio oficial se duplica desde 2,15 bolívares por dólar hasta 4,30 y la elevada sobrevaluación, así como el desajuste en las cuentas fiscales, lleva a analistas a considerar inevitable un nuevo ajuste cambiario el próximo año.
El economista José Guerra resume el proceso en que «el socialismo utópico nunca le ha prestado atención a la macroeconomía, por eso tiene semejanzas con el populismo, basta con ver que el plan de Chávez para los próximos años se plantea ayudar a salvar el planeta, entonces cosas como la inflación, la sobrevaluación son irrelevantes y por eso no tienen ninguna mención en el programa», según reportó el diario El Universal.
Tomado de VenePirámides: Plan póstumo de Chávez 2013-2018: + inflación, + rentismo,