Samark López construyó un ‘Xanadú’ que fue su ‘Waterloo’

La imagen de la finca Bubalis hoy, con sus pastizales moviéndose al viento en medio de una soledad casi absoluta, contrasta con el esplendor febril y festivo que imperó allí hasta el 9 de abril de 2024, cuando su dueño, Samark José López Bello, fue detenido en esa propiedad de la isla de Guara, estado Monagas, por su presunta participación en el caso Pdvsa-Cripto.

Ha pasado menos de un año desde ese arresto. Donde antes retumbaba el volumen de la música en vivo de las fiestas, priva ahora el silencio. En una caseta de vigilancia, en otro tiempo utilizada como depósito de fusiles para el resguardo del campo, sólo tres funcionarios adustos miran hacia la tierra despejada. En el suelo que antes pisaban búfalos y vacas, y de donde brotaban el maíz y la caraota, solo hay monte. En las bienhechurías donde se congregó parte de la nueva casta política y empresarial de Venezuela, ahora hay centinelas. Y en donde hubo derroche, ahora se levanta el polvo.  

López Bello, tenido convencionalmente por secuaz del exvicepresidente de Venezuela, Tarek El Aissami -al punto que ambos cayeron en las redadas del caso Pdvsa-Cripto, y aparecen juntos en una acusación por narcotráfico presentada ante un tribunal federal de Nueva York en 2017-, construyó un muro de productividad y opulencia alrededor de sí mismo en un momento en el que en el exterior se levantaban otros muros para él, por efecto de los procesos judiciales y las sanciones internacionales. 

López había sido beneficiario del negocio del programa gubernamental de alimentación Consejos Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP). A través de su empresa Postar Intertade Limited, registrada en Barbados, importó toneladas de comida para este programa, convertido sin dilación en medio para prebendas y corrupción. En medio de su parábola empresarial, llegó a ser propietario en las sombras de Bancamiga, una de las entidades financieras de más rápido crecimiento bajo el chavismo. Pero ya se sabe cómo terminan aquellos que suben mucho y se atreven a mesar las barbas de los dioses. 

Bien por reinvertir su fortuna, bien para aislarse del mundo que se le venía encima, López Bello regó las cerca de 50.000 hectáreas (o unos 500 kilómetros cuadrados, según los cálculos de fuentes consultadas) de Agropecuaria Bubalis con parte de ese maná que había cosechado como proveedor predilecto del Estado chavista, hasta convertirla en su Xanadú particular -en referencia a la capital imaginada por Coleridge para el Kublai Khan, que también dio nombre al palacio del Ciudadano Kane de Orson Welles.

Samark López levantó Bubalis junto a la frontera de Delta Amacuro, el estado donde se crió y del que atesora recuerdos de infancia y de juventud. En esa región también había ejercido la influencia de un taita benefactor, hasta que cayó en desgracia frente al régimen que por mucho tiempo lo favoreció.

En Bubalis, Samark López consiguió solaz. Pero no era un lugar invulnerable, aunque así lo quisiera o llegara a creer.

La isla del tesoro

Si bien forma parte del municipio Uracoa del estado Monagas, la isla de Guara es casi un suburbio de Tucupita. Para alcanzarla desde la capital de Delta Amacuro, basta con atravesar el caño Mánamo. La extensa isla fluvial también ha servido tradicionalmente como despensa agropecuaria para la población del delta del río Orinoco, así como coto de inversiones para sus empresarios.

Mientras se recorre la carretera en dirección a Uracoa, la vía que parte en dos las tierras de Bubalis, un habitante de Tucupita que acompaña al reportero y conoce al dedillo la historia de la finca, explica que la expansión de esta fue un proceso de conquista de otros terrenos cercanos. Sintetizando: cuánto cuesta tu finca, cuáles son tus condiciones para que me la vendas y, sobre todo, en cuánto tiempo puedes entregarla. 

Bubalis fue otro producto de la expansión incontenible de los negocios de López Bello, cuyo big bang se produjo por su cercanía con El Aissami, que le valió convertirse ante el régimen chavista en un proveedor seguro de almacenamiento, alimentos y mercaderías varias, así como de servicios de ingeniería y suministros para la industria eléctrica y del petróleo. 

Al revisar documentos filtrados de Oryx Resources, una de las petroleras de López Bello, es posible reconstruir también la historia patrimonial de Agropecuaria Bubalis, la persona jurídica que amparaba al negocio que se desarrolló en el predio ribereño. 

Oryx Resources estuvo a cargo del mantenimiento y trabajos de subsuelo del campo petrolero Carito-Pirital, así como otras actividades de mantenimiento en el Complejo Operativo Muscar, en el estado Monagas. Su principal labor se concentraba en los servicios de well testing, es decir, las pruebas de desempeño de los pozos para evaluar su productividad potencial. Estaba dirigida por Armando Salazar, socio también de otra petrolera del grupo, Profit Corporation, y Carlos Gago. 

En el fajo de documentos de Oryx se comprueba que en 2019 Agropecuaria Bubalis cambió su sede desde la dirección original que tenía en 2003, en Villa Granada, urbanización de clase alta de Puerto Ordaz, ciudad del estado Bolívar donde López Bello fundó empresas contratistas de las empresas básicas, a las parcelas 19 y 41 de Sarabia, en el municipio Uracoa, al suroeste de Guara. 

La documentación también arroja luces sobre la manera en la que Samark López Bello respaldaba las actividades de sus empresas con pagos cruzados entre ellas. Para el caso de Agropecuaria Bubalis, sobre todo en 2022, se reflejan múltiples pagos asumidos por Oryx, así como por otras empresas del conglomerado, como Fénix Resource, Administradora L-J2015 CA y Profit Corporation. En cuanto a los conceptos de dichas transacciones, variaban desde la organización de eventos hasta el transporte de búfalos, pasando por gestiones petroleras y planificaciones de ingeniería, pago de servicios, de la nómina y de créditos.

Con fama de eficaz y diligente, Samark López no se anduvo con rodeos a la hora de controlar la isla de Guara, para la que tuvo una visión que se dispuso a hacer realidad en su propia Isla de la Fantasía. Para cristalizarla, adoptó una guerra relámpago de compra y toma.

“Lo primero que escuchamos es que eran un cártel. Y aunque al final no lo eran, actuaban tipo cártel, comprando todo. De ambos lados [de la carretera] compraron. También comenzaron a comprar las finquitas alrededor. Los únicos que no vendieron fueron los de la finca La Unión, que tienen un frigorífico en Puerto Ordaz”, relata el hombre, que declaró con la condición del anonimato, una petición que durante la reportería se haría usual. 

Para este trabajo, Armando.info conversó con siete personas del sitio. Ninguna autorizó hacer pública su identidad, y cuatro de ellas solicitaron de manera explícita no citar sus palabras al pie de la letra. Hay miedo. Y el hombre que ahora recorre con el reportero los linderos de Agropecuaria Bubalis lo explica: aunque Samark López esté preso, los riesgos no amainan y nadie tiene claro quién maneja ahora la finca.

Un recorrido por la isla descubre un paisaje de gran belleza, que en algún momento estuvo cubierto de ganado. Pero también se encuentran signos ominosos. A pocos metros de la entrada de la finca, hay una casa pintada de blanco, de la que sobresalen dos consolas de aires acondicionados y una antena de DirecTV. Justo enfrente, se observa una señal de Pare. “Es una alcabala de la Guardia Nacional”, explica. Afuera, tres funcionarios uniformados siguen con la mirada al que pase. Saludan apenas con una levísima inclinación de cabeza, el gesto neutro bajo las gorras asoleadas. La alcabala no existía hasta que Samark López expandió sus dominios en derredor; fue quien mandó a construirla. Ahora el puesto custodia los vestigios de su debacle. 

Dentro de la finca, casas de uno y de dos pisos, pintadas de azul y de blanco, alojan a centinelas que no muestran insignias. ¿De la Dirección General de Contrainteligencia Militar? ¿Del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional? ¿De la Guardia? ¿Del Ejército? “De todo hay”, responde el hombre. El recorrido deja un indicio al respecto: al entrar a uno de los caminos entre las parcelas, desde una casa cuyas ventanas sirven como soportes de monitores y cámaras, se asoma un hombre. Mira fijamente. Y hasta que no se abandona el tramo de la vía, aunque esta sea pública, no aparta la vista. 

“Tenían [Samark López y su entorno] funcionarios de la Guardia Nacional y del Ejército y civiles. Los civiles eran importantes porque eran los que conocían la zona”, explica. 

Con el crecimiento de la finca, El Flaco, como era conocido López Bello puertas adentro -Sierra Lima es como lo identifican en la causa judicial de Nueva York-, se propuso hacer desde allí las veces de un vecino benefactor. 

Por ejemplo, dispuso levantar un tendido eléctrico de cinco kilómetros para el sector Bajo Grande, de Monagas, financiado por él; la pavimentación de la carretera entre Tucupita y Uracoa; la mejora del servicio de luz en los sectores El Paraíso, Sarabia y Agua Dulce, aledaños a Agropecuaria Bubalis. Y con él también llegó el empleo: la finca daba trabajo a entre 400 y 800 personas, para las que se habilitaron dos rutas de transporte. 

El nuevo vecino hacía esfuerzos por no resultar incómodo. Y la verdad es que los habitantes de Tucupita y de Uracoa, afectados por una pobreza crónica a la que la crisis humanitaria había agudizado, sintieron un respiro con su llegada. Los trabajadores cobraban salarios en dólares.

El extenso terreno alojó en principio más de 1.500 reses bufalinas y bovinas, según documentos de la empresa. Pero fuentes que accedieron al entorno de la finca calculan que, en el momento de esplendor máximo, hubo 5.000 reses bufalinas y más de 10.000 bovinas. 

“Pero en la finca no te dejaban tomar fotos para nada. Las fotos sólo las tomaban ellos. Era impresionante. Las máquinas, los búfalos, todo. Tú pensabas que estabas en una finca de Texas. Vendían todo tipo de animales, búfalos, bovinos, porcinos… De la más alta calidad”, recuerda una persona contratada de forma ocasional para la logística de las fiestas en la finca. 

La imagen habitual durante las mañanas de los fines de semana era la de Samark López, melómano empedernido, ordenando una llamada para enterarse de qué artista musical estaba disponible ese día, sobre todo si eran voces de la música llanera y el joropo. ¿Jorge Guerrero? ¿Reynaldo Armas? ¿Armando Martínez? ¿Vitico Castillo? No importaba quien fuese. Si había disponibilidad, tampoco importaba el precio. Importaba la diversión, que en ese momento parecía infinita. 

La finca tenía tres funciones principales, según su documento mercantil actualizado en 2020. La primera era la ganadería, incluyendo engorde, sacrificio, venta, compra, permuta y pignoración de ganado; la segunda, agricultura, con siembra, recolección, cultivo, venta, compra y pignoración de productos agrícolas. Y la tercera, comercialización al mayor y al detal de productos agrícolas y pecuarios.

Cuando había restricciones de combustibles, López disfrutaba de una línea abierta con Pdvsa para el suministro de gasolina a través de Profit Corporation, una de sus empresas del ramo petrolero. De esta manera mantuvo las operaciones en la finca. 

Por ejemplo, en el apogeo de la pandemia de Covid-19, entre 2019 y 2022, de acuerdo con los documentos a los que tuvo acceso Armando.info para esta historia, Pedro Pacheco, en representación de Profit, y Víctor Brito, por Agropecuaria Bubalis, solicitaron directamente a Elías Rangel Macho Hernández, director regional de la Faja Petrolífera del Orinoco, y a Mariño José Lugo Aguilar, director general de Mercado Interno de la Faja, cupos extraordinarios de 30.000 litros mensuales de diésel y 4.800 litros de gasolina de 95 octanos. En ese momento, la justificación del pedido tenía dos soportes: la movilización de 1.500 animales y la construcción del módulo de la Guardia Nacional.

La solicitud también alegaba la adecuación de 950 hectáreas adicionales “para la siembra de 1.000 hectáreas de maíz, 100 hectáreas de caraotas y 400 hectáreas de pasto para las actividades agrícolas y pecuarias relacionados con los búfalos”.

Pueblo pequeño, infierno grande

La dadivosidad de López solía cruzar el caño desde Guara e irradiar hasta la vecina Tucupita. Porque si Bubalis se convirtió en la hacienda Tara de Samark López, Tucupita fue siempre su Rosebud. 

Se crió en esa apartada capital de Delta Amacuro hasta dejarla para cursar estudios universitarios en Caracas, primero, y en la ciudad de Mérida, luego, donde conocería a Tarek El Aissami, dirigente estudiantil entonces de la Universidad de Los Andes (ULA).

En cuestión de negocios, sobre todo cuando estos crecieron, López solo confió en la gente de Tucupita. Es decir, la del terruño. La de su infancia y adolescencia. 

Su trama de negocios y su historia de vida confluyen en un punto de origen: una casa ubicada en la avenida Arismendi, a menos de una cuadra del paseo Mánamo, el largo bulevar a orillas del Orinoco que sirve como punto de encuentro social en Tucupita. Allí, donde familias de waraos, la etnia indígena local, se reúnen indistintamente a pescar o a velar a un bebé recién fallecido, queda el colegio Sagrada Familia. Fue la escuela de Samark López. 

Una de las fuentes consultadas, que conoció a López durante su infancia, apunta una paradoja: “Todas las personas que trabajan para él eran más pudientes que él y terminaron trabajando para Samark”. En Tucupita se recuerda todavía al profesor Inocente López y a la maestra Gumercinda Leoncia Bello, sus padres. La madre fue quien estuvo más presente en aquellos primeros años, mientras la figura paterna, lejana pero respetada, fue apoyada en lo afectivo por su tío Marcos Bello, famoso en el pueblo por el diminutivo Marquitos y el un botiquín provinciano que regentaba. A pocos metros del bar está la casa de infancia de Samark López.

Entre los compinches de Samark López en Tucupita se contaban, por ejemplo, los hermanos Armando y Amaury Salazar Gibory, hijos de Armando Salazar, gobernador de Delta Amacuro entre 1994 y 1995 por el Movimiento Al Socialismo (MAS).  Ambos fueron socios de López en Profit Corporation, C.A., empresa de ingeniería con sede principal en Caracas y una oficina en Tucupita.

En el caso de Agropecuaria Bubalis, los socios de López fueron José Esteban Chacín Bello y Marcos Rafael Cabello Bello, primos; y Gumercinda Leoncia Bello, su madre. Fuera de los papeles de los documentos de constitución se encontraba como representante legal de la empresa Víctor Brito, amigo de la infancia. Canalizando las ayudas sociales y dando la cara en eventos públicos figuraba Arcadio Brito, hermano de aquel. “Arcadio no es el eslabón fuerte. De hecho, anda tranquilo por la ciudad. En realidad el fuerte [en los negocios de López] es su hermano, Víctor”, precisa una de las fuentes.

A un tercer hermano, Gustavo Brito, se le describe como un operador cercano a Diosdado Cabello, oriundo de Monagas, hoy ministro de Interior y Justicia y eterno número 2 del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). Otra fuente señala que este tercer hermano es parte del equipo de producción de mensajes y contenidos de Cabello, como los que transmite en el programa Con el mazo dando.

El círculo lo completa Rómulo Rangel, conocido en Tucupita con el apodo de Minino, quien, aunque no fue socio de la finca, fungió como veterinario jefe y gerente general de esta, por petición de López. 

En Tucupita se relata con nostalgia indisimulada el boato de las llegadas del magnate. En sí mismas constituían acontecimientos que rompían el sopor del pueblo. “Cuando uno veía la caravana que venía del aeropuerto con camionetas en donde iba pura gente del Sebin [en referencia al Servicio Bolivariano de Inteligencia, policía política del régimen], uno sabía que había llegado Samark”, recuerda uno de los testigos. De allí podía cruzar en lancha o volar en helicóptero hasta la finca. En ocasiones hacía esto último, pero no desde Tucupita, sino desde el aeropuerto Manuel Carlos Piar de Puerto Ordaz. Todo dependía de propósitos y ánimos. 

Cercana a Bubalis en lo geográfico y al corazón de López en lo afectivo, la de Tucupita era la comunidad más beneficiada por sus arranques de responsabilidad empresarial, disciplinados a través de un par de fundaciones. Samark López llevó a cabo las refacciones de la Plaza Bolívar, los festivales de gaitas colegiales con premios de hasta 1.000 dólares, el acondicionamiento del estadio Isaías Látigo Chávez, la restauración del techo de la Catedral de la Divina Pastora y el auxilio financiero para la divisa deportiva de la ciudad, Búffalos de Tucupita. Pero la minucia del vecindario también era asunto de su atención. ¿Una fractura de cadera que padeció una mujer de edad avanzada? Samark López costeaba. ¿Un cáncer detectado a una persona de bajos recursos? Samark López socorría. ¿Una operación de emergencia para el familiar de un conocido? No había problema: Samark López estaba listo para el rescate. 

Para estos fines tenía dos vías: una, con oficina en Tucupita, era Profit Corporation, C.A., también registrada en Barbados y mencionada por la OFAC (la Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro, por sus siglas en inglés) como empresa sancionada. La otra vía era Fundajanoko, organización “creada por deltanos y para deltanos que busca generar obras de impacto colectivo para beneficiar al estado Delta Amacuro”, como detalla en su cuenta de X, y el costado más notorio de su avanzada de beneficencia, siempre representada por terceros, sus amigos de la infancia, a quienes puso de socios y fachadas, igual como hizo con sus negocios desde 2017.

Muchos testimonios dan idea de que Bubalis fue productiva. Pero el consenso no alcanza para afirmar que haya sido rentable. En todo caso, fue una distracción que López Bello se permitió en un momento en el que le sobraron el tiempo y la liquidez, luego de las sanciones internacionales en su contra. Algunos explican que se trataba sobre todo de una inversión de Samark López a largo plazo. Lo cierto es que le tomó cariño y se pasaba el tiempo allí. 

Hasta 2023, Agropecuaria Bubalis era la promotora principal de eventos de exhibición de ganado en el malecón de Tucupita. Por estos desfilaban los búfalos del hato, mientras que cualquiera que lo deseara podía probar los quesos que se producían. Todo abundaba.

Pero no todo el mundo se dejaba contagiar con la alegría que desbordaba de esa cornucopia. La gobernadora de Delta Amacuro desde 2008, Lizeta Hernández, comenzó a ver a López con recelos y, de manera solapada, a atacarlo. 

“El ataque lo hacía a través de los medios. Lizeta decía que de dónde venía el dinero de esas inversiones como la de la remodelación de la catedral. Atacaba la parte medular del asunto: el dinero que invertía Samark”, precisa una fuente consultada.

Pero la duda sobre los fondos de las obras sociales no era el único punto para los reclamos de la gobernadora. Otra persona que estuvo en el entorno de Agropecuaria Bubalis y que accedió a conversar con Armando.info recuerda: “Él [López] llegaba al aeropuerto y Lizeta decía que eso no era estacionamiento de nadie”.

Pero en ese 2023 algo más grueso inquietaba a López: su amigo y aliado, Tareck El Aissami, había renunciado el 21 de marzo al cargo de ministro de Petróleo por el caso de corrupción en la trama Pdvsa-Cripto. Durante un año no se supo de él hasta que, el 10 de abril de 2024, el chavismo difundió la imagen del también exgobernador de Aragua detenido y esposado. Ese mismo día, Samark López también fue presentado con esposas y uniforme de reo. Al menos dos fuentes consultadas precisan que López fue detenido en Agropecuaria Bubalis y que se le mantuvo aislado de sus familiares y abogados al menos hasta enero pasado. 

Una fuente consultada precisa que la actual gobernadora de Delta Amacuro no fue la rival más poderosa que López se granjeó durante sus años de auge. Según la fuente, el hoy fiscal general del oficialismo, Tarek William Saab, le guardaba un viejo rencor desde que, como gobernador del estado Anzoátegui (2004-12), se sintió relegado por López Bello, contratista en auge de Pdvsa que prefería entenderse con las autoridades locales de los municipios por donde pasaban los gasoductos que sus compañías tendían. De darle crédito a la versión, Saab tuvo por fin la oportunidad de pasarle factura a López en 2024.  

Poco después, Samark López Bello debió conocer otro revés: a finales de 2024 un tribunal de Miami dictaminó que los activos congelados del empresario en Estados Unidos podían ser utilizados para indemnizar por 153 millones de dólares al abogado venezolano Carlos Marrón, quien durante dos años fue víctima de torturas en Venezuela. 

Su paraíso de isla de Guara fue saqueado. A los búfalos que alguna vez poblaron la finca, de acuerdo con testimonios de habitantes de Tucupita y de Uracoa, los retiraron en camiones que la Guardia Nacional y el Ejército escoltaron para llevarlos a destinos desconocidos. 

Este arrase que, aún entre la opacidad con la que el régimen ha manejado el caso de Agropecuaria Bubalis, el vacío que hoy impera en la finca permite constatar, sintetiza la suerte pendular de Samark López: de beneficiario de las mieles que le otorgó su cercanía con el poder a damnificado de la justicia chavista.

*Esta nota fue editada el 3 de marzo de 2025 para precisar una información sobre los hermanos Brito, uno de ellos amigo de la infancia de Samark López Bello.

Tomado de Samark López construyó un ‘Xanadú’ que fue su ‘Waterloo’