Cuando estoy por el suelo con lo de la MUD, con el supuesto diálogo, con la censura en Venezuela en ONGs internacionales, con las travesuras de los «campeones de la democracia», y harto del circo dictatorial que padecemos, me gusta escaparme a un lugar rojo rojito por su origen, pero verdaderamente mágico por el hecho de que es un lugar fantasioso, donde no hay escasez, donde no hay sino lujo, alegría, felicidad. Para mi desgracia, la última visita fue inusual. Fue una semana de luto en éste mundo encantado. Hasta el propio Víctor Vargas Irasquin estaba molido del dolor con el fallecimiento de un joven que tanto le ha dado a la vida. Así estuvimos todos en Tucacas hace no mucho, donde en ese campo dimos un minuto de silencio a la memoria de Javi.
Un minuto de silencio por un camarada fallecido (nosotros).
Javi no era uno de los estudiantes acribillados por el SEBIN. Javi no fue violado con un fusil, como lo fue Juan Manuel Carrasco. Javi no estuvo en las protestas de Prados del Este, o las de Los Ruices, y menos en las de Petare. Javi no se emocionó cuando Leopoldo y Lilian se despidieron en frente a todos nosotros, cuando Leo se entregó (hay que ver que Leo ya tiene mas de 100 días preso). Muy pocos saben que Javi era miembro de una élite. Ni el propio Henry Ramos Allup de D’Agostino sabe quién era Javier Novillo Astrada. Y mucho menos compartió nuestro sufrimiento en Tucacas.
A Javi no le importó nunca que Víctor Vargas es el mafioso más peligroso de Venezuela. Ni le importó que Eugenio Mendoza Rodriguez y familia se la pasasen jalando bolas en éste campo de malhechores y bribones. A Javi lo que le gustaba era el polo. Javi era Argentino y falleció en su país, de un cáncer en el cerebro. Sin duda esto es lastimoso. Sin embargo, una muestra de la degeneración de nuestro pais es que aquí está un grupo de venezolanos de luto por un argentino, mientras Venezuela vive una guerra civil a cámara lenta, y donde lo mejor de su emergente juventud es detenida, torturada, o muere a balazos. Y estos gran señores sin consideración alguna.
Aquí no importa si eres miembro del equipo de Sebucán, Mondragón, o Los Samanes. Lo que importa es que seas de la alta sociedad, tengas acceso a un avión privado, y no te atrevas a hablar del realero mal habido y rojo rojito de cada quien. A menos que seas uno de los jugadores importados desde la madre patria, o desde la Pampa Argentina como Juan Agustin Garcia Grossi, Martin Espain, Juan Jose Brane, o Jose Villamil. O inclusive los primos de Javi, que en persona son un verdadero encanto. Víctor ha guisado tanto dinero, que paga un realero manteniendo a gente del mundo del polo para que jueguen con él, cual niño rico que no tiene amigos de verdad. Amigos prepago.
Mientras tanto el régimen anda violentando los derechos de todos. Aquí en Tucacas están los oligarcas y boligarcas, jugando polo como si nada. No les da pena la ostentosidad y el lujo, ni el robo descarado, nos lo restriegan en la cara. Que vacío tendrán estos hombrecitos que necesitan media tonelada de caballo entre las piernas. Dónde está Diosdado Cabello con su discurso resentido contra la clase alta? Diosdado está analizando los estados de cuenta de sus testaferros en el BOD, y de sus muchos “bancos” en el exterior. A estos boligarcas nadie los critica, ellos pueden comportarse igual que los oligarcas de la cuarta, y cometer los mismos pecados y peores, pero nada cuenta porque todos son “rojo rojitos” (la «revolución chavista, por cierto, no llegó a Tucacas: los únicos negros están limpiando caballerizas y sirviendo).
Pero cuando voy a Tucacas nunca me aburro, porque es verdaderamente como salir de la Venezuela chavista y entrar en el Disney World de Míster Vargas. El fantoche de Vargas, licenciado Ignacio Arcaya Smith, ha pasado por aquí con sus grandes habanos y con su apetito por el buen comer. Y si no fuese por Magally Capriles y por Maira, me moriría yo del aburrimiento (es difícil mantener sed de justicia cuando le andan llenando a uno la boca con tanto Veuve Clicquot).
Éste campo de polo no es para que lo confundan con La Lechuza Caracas Polo Field, que está en Wellington, Florida. Éste campo del que hablo, también de la nación venezolana, perdón, de Victor Vargas, está en Tucacas, Venezuela, no en Wellington, U.S.-zuela.
Federico Rosales, uno de los que me canso de ver en el “club”, solía sentarse en el Pingüino a hablar mil pajas de cómo iba a ser un éxito empresarial. Ya lo es por virtud de sus artimañas (de las cuales leerán mas a menudo en este portal). Federico está a la pata del mingo. Él y sus amiguitos se pasan los fines de semana jugando al rol de oligarcas cadiveros con sus contrapartes boligarcas, mientras nuestro país se cae a pedazos, y los contemporáneos de Federico protestan por la libertad de todos nosotros. El propio primo de Leopoldo Lopez Mendoza Rodriguez juega polo, mientras Leo está preso.
Cuando yo estaba en la universidad, el único polo que conocía era el Water Polo. Y el deporte nos unía, para el bienestar social y la salud. El polo de éstos boligarcas es una excusa para el derroche, el guiso, y una especie de exclusividad falsa. Pónganse lo que se pongan, aunque se vistan con boticas Hermes, siguen siendo los tierrúos que en 15 años ayudaron a desvalijar a una nación cuya sociedad cada día se torna más impaciente. Cuando explote la olla de presión ojalá estén bien lejos, porque temo que será una escena muy fea, que no le deseo a nadie, ni siquiera a estas sanguijuelas.