Por Roberto Deniz
armando.info
Se trata de Carlos Gutiérrez Robayo, cuñado de la Primera Dama de Colombia, y asociado al contratista favorito de Nicolás Maduro desde hace más de ocho años. Aunque la de Gutiérrez y Saab parecía una relación comercial que se creyó disuelta y restringida a un fallido negocio petrolero en 2015, el vínculo no solo no se deshizo, sino que siguió activo en la búsqueda de oportunidades con materias primas venezolanas. Al menos hay documentos sobre un intento de compra de madera a precios de ganga, mientras otros testimonios lo ligan a operaciones con oro, chatarra y fertilizantes.
Un escándalo familiar sacude por estos días al gobierno de Gustavo Petro en Colombia. Uno de los hijos del presidente, Nicolás Petro, ha sido acusado por su expareja de recibir dineros de narcotraficantes durante la campaña electoral que finalmente llevó al exguerrillero y exalcalde de Bogotá a la Casa de Nariño. El caso ya está en manos de la Fiscalía colombiana, pero ese no es el único lío familiar que persigue al hoy presidente de Colombia.
Como una sombra que aparece y desaparece, su concuñado, Carlos Alberto Gutiérrez Robayo, es otro pariente problemático que lo ha obligado varias veces a dar explicaciones.
Nacido en Zipaquirá, un municipio del altiplano a las afueras de Bogotá, hijo del llamado Zar de la papa y veterinario de profesión, Carlos Gutiérrez es un empresario de la ganadería casado con María Teresa Alcocer García, hermana de la Primera Dama de Colombia, Verónica Alcocer García. Del apetito por el poder político de esta última se especula mucho en la prensa colombiana.
El de Gutiérrez Robayo no es un nombre nuevo para la prensa venezolana. En su parábola empresarial destaca un punto tangente, ya dado a conocer, con los negocios en Venezuela de Alex Saab Morán y Álvaro Pulido Vargas, los contratistas predilectos de Nicolás Maduro durante más de una década, investigados en varias jurisdicciones por lavado de dinero y, en el caso de Saab, aún espera juicio en un tribunal de Florida, en Estados Unidos.
“A Carlos [Gutiérrez] lo conocí hace un par de años: una persona muy inteligente. Me planteó una sociedad que finalmente no pudimos hacer”, reconoció Alex Saab al diario El Tiempo de Bogotá en agosto de 2017, cuando todavía el barranquillero negaba su participación en los millonarios contratos del suministro de alimentos para los Comité Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP). Negaba, incluso, conocer al propio Maduro, su principal benefactor y quien sorpresivamente lo empezó a reclamar como su “diplomático” tras su detención en Cabo Verde el 12 de junio de 2020, de donde fue extraditado en octubre de 2021.
Aquel negocio al que se refería Saab en una de las pocas veces que declaró a medios de comunicación fue el de Trenaco, la desconocida petrolera registrada en Suiza y Colombia que recibió en 2015 un contrato de la estatal Pdvsa por 4.500 millones de dólares, y en la que Carlos Gutiérrez Robayo figuraba como Presidente, tal y como demostraron documentos de la filtración Panama Papers.
“Yo no tenía la capacidad financiera para hacer esa inversión”, detalló Saab en esa misma entrevista para justificar el fallido negocio petrolero y del cual Pdvsa nunca ofreció explicaciones. Aunque la relación entre Gutiérrez y Saab también se creía disuelta con el fracaso de Trenaco, ahora nuevos documentos confirman que no hubo un deslinde y que aquella no fue la única sociedad con la que intentaron sacar provecho de una Venezuela en pleno derrumbe económico.
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En 2018, año en el que Gustavo Petro perdió contra Iván Duque su primer intento por alcanzar la Casa de Nariño, y el mismo en que Maduro cedió a Saab el control de commodities venezolanos como el oro, el carbón o la madera bajo la fachada de compañías turcas, Carlos Gutiérrez participó en esa compleja estructura societaria tejida en diversas jurisdicciones representando los intereses de Saab y Pulido, pero también intentando él mismo quedarse con algunas de esas materias primas a precios favorables a través de sus empresas.
Como una secuencia previamente calculada, entre julio y agosto de 2018, Alex Saab a través de Glenmore Proje Insaat y Marilyns Proje Yatirim, compañías registradas en Turquía pero controladas por varios de sus operadores, se aseguró el control de las estatales Maderas del Orinoco, Carbones del Zulia y la Compañía General de Minería de Venezuela bajo la figura de tres “empresas mixtas” Mavetur, Carboturven y Mibiturven, respectivamente.
Pocas semanas después, el 17 de septiembre de 2018, a Maderas del Orinoco, ya bajo la égida de Alex Saab, y Mavetur, llegó una “carta de intención” de la compañía colombiana C.I Global Multi Commodities (Glomco) para comprar la madera de Uverito, la extensa explanada al sur del estado Monagas, colindante con las riberas del Orinoco, donde durante décadas se sembró un bosque de casi 600.000 hectáreas de pino caribe pero que hoy no sobrepasa las 200.000 hectáreas, según estimaciones de ambientalistas y de trabajadores de Maderas del Orinoco.
Glomco no era un comprador cualquiera. Desde su nacimiento en diciembre de 2017, pocos meses antes de la negociación con Maderas del Orinoco, y al menos hasta finales de 2019, el único accionista de Glomco era Fema Reforestaciones, una compañía que desde su creación en 2008 ha intercambiado como accionistas a Carlos Gutiérrez Robayo, su esposa y sus hijos menores de edad. O, a la luz actual de sus parentescos: el concuñado, la cuñada y los sobrinos del presidente de Colombia.
En su objeto social inicial, Glomco apuntaba en su razón de ser al comercio de “metales ferrosos y no ferrosos en formas primarias”, la “comercialización y distribución al por mayor y al por menor de metales en general”, así como también el “desarrollo de la industria de la minería” para comercializar oro y plata. En su página web sí destacan los productos “maderables” como otra de las materias primas de su portafolio.
Por su parte, Fema Reforestaciones está ubicada en la hacienda La Primorosa de Zipaquirá, un municipio a las afueras de Bogotá, y que es la misma sede de CGR Biotecnología Reproductiva, la principal empresa ganadera de Carlos Gutiérrez. Zipaquirá es también la región donde Gustavo Petro se crió, terminó su primaria e hizo carrera política como concejal de ese municipio en la década de los 80 del siglo pasado. Y también allí Petro hizo amistad con el padre de Carlos Gutiérrez Robayo, como reconoció en julio de 2020, una de las veces que salió a desmarcarse de su concuñado.
Parte del ventajismo con que contó Carlos Gutiérrez Robayo se confirma no sólo porque la negociación ocurrió meses antes de que se formalizara en Gaceta Oficial la constitución de Mavetur, lo que ocurrió el 18 de febrero de 2019, sino que el propio Gutiérrez, amparado bajo el seudónimo de un tal Alberto Fernández, según relatan trabajadores de Maderas del Orinoco, visitó en septiembre de ese 2018 los complejos madereros al oriente del país en representación de los supuestos “inversionistas turcos” que, en realidad, eran operadores de Alex Saab y Álvaro Pulido.
De acuerdo a los documentos, Glomco envió varias órdenes de compra a las oficinas de Madera del Orinoco, el 1 de octubre de 2018, con la firma de Francisco Sierra Carreño como director de marketing de la compañía o CMO, por sus siglas en inglés. Allí la compañía ofertó 146 dólares por metro cúbico de madera de pino de Uverito, un precio por debajo de la cotización internacional, según la respuesta del entonces presidente de Maderas del Orinoco, José Pérez Guevara.
“Mi deber es informarle que su oferta comercial, [sic] está muy por debajo de los precios esperados en función a nuestra estructura de costo y estimación de precios del mercado mundial de los commodities forestales de la especie pino”, se lee en la carta enviada a Glomco. En el texto se invitaba a la compañía controlada por Carlos Gutiérrez a “presentar su mejor oferta”, algo que nunca ocurrió.
“Cuando los colombianos llegaron querían que la madera se le vendiera a Glomco por debajo del precio de mercado”, relata una de las fuentes que prefiere el anonimato.
David Lascano Correa, directivo de la compañía desde su creación y uno de los propietarios desde finales de 2019, se mostró desconcertado ante las consultas para este reportaje. Pese a las evidencias, Lascano sostiene que Carlos Gutiérrez “no tiene nada que ver con Glomco”, que las ofertas de compra enviadas a Mavetur se iniciaron a “mediados de 2019” y que la adquisición de la compañía se negoció con María Alcocer, la esposa de Carlos Gutiérrez y cuñada de Gustavo Petro.
“María Teresa (Alcocer) no quería la compañía porque no daba lo que esperaba, por eso la quería vender y entramos a comprarla”, respondió Lascano vía WhatsApp. Admitió “estar alarmado” y no descartó acciones legales contra “quienes se hayan hecho pasar por Glomco”.
La representante legal de Fema Reforestaciones, Claudia Zambrano, no contestó a la solicitud de una versión para este reportaje, así como tampoco a la petición de entrevista con Carlos Gutiérrez Robayo.
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