Lo que aún queda por venir en el litigio entre PDVSA y la Exxon

04:36 PM | 30 MAR 2008 | Elie Habalián comenta hoy el litigio entre PDVSA y Exxon. Apunta a todo lo que aún está en proceso judicial entre las dos empresas y cuenta cómo la “victoria histórica” celebrada por Hugo Chávez y Rafael Ramírez puede convertirse en una gran derrota.

Esta es su columna:

En principio es fácil para un venezolano hablar del conflicto entre PDVSA y la Exxon-Mobil. No se trata de una empresa venezolana cualquiera. Es la locomotora no sólo de la economía venezolana sino de toda la vida nacional. Contribuir a la defensa de sus intereses es un deber de todos.

No obstante, esta conducta colectiva no debe ser interpretada por los que dirigen a PDVSA, particularmente el presidente Chávez, como un cheque en blanco a su política petrolera “bolivariana” nacional e internacional, con todas sus contradicciones, inconsistencias, carencias, mediocridades e improvisaciones, entre otras. En otras palabras, no se trata de un apoyo incondicional.

Tanto el presidente Hugo Chávez como el “Colector de la renta”, Rafael Ramírez, han planteado este conflicto como parte de su “guerra asimétrica” contra el Imperio. Hasta un cierto punto, puede sonar creíble. La hoja de vida del Grupo Rockefeller al cual pertenece la Exxon-Mobil, relaciona su negocio petrolero con la política y la geopolítica global con todas sus dramáticas implicaciones (competencia desleal, conflictos políticos y étnicos, golpes de Estado, etc). No obstante, PDVSA parece haber utilizado una estrategia equivocada frente al Imperio. En lugar de forcejear jurídicamente en el inevitable contexto del arbitraje, parece haber recurrido a “sacarle el cuerpo” a su contrincante. Esto es: tómalo o déjalo.

En lugar de enviar los aviones, los buques y los marines, la empresa petrolera más destacada del imperio fue a los tribunales de tres países anglosajones: Estados Unidos, Inglaterra y Holanda, a los cuales pertenecieron las emblemáticas “siete hermanas”. Exxon y Mobil fueron dos de ellas. Inexplicablemente para algunos, dichos tribunales concedieron a la Exxon-Mobil nada menos que un embargo preventivo sobre los activos de PDVSA en esas tres jurisdicciones por 12300 millones de dólares. Esta desproporcionada medida judicial causó diversos daños y perjuicios tanto a Venezuela como a su empresa estatal.

Frente a esta alarmante situación Ramírez y Chávez reaccionaron con amenazas contra la Exxon-Mobil y contra el Imperio. Sin embargo, acudieron al tribunal de Londres para solicitar el levantamiento de la medida preventiva. En otras palabras, PDVSA no podía seguir con su estrategia de “sacarle el cuerpo” a la empresa de los Rockefeller. Éstos, con el embargo preventivo, lograron llevar a PDVSA al terreno del litigio, puesto que el escenario de la negociación estaba descartado. Esto, para un observador imparcial, se puede interpretar como una derrota para PDVSA.

El juez británico sólo decidió el levantamiento de la medida, lo cual fue interpretado por el energético ministro-presidente como una derrota sin precedentes de la Exxon. Así mismo, Hugo Chávez, en medio de sucesivos reveses políticos y geopolíticos desde noviembre del 2007, no podía desaprovechar el round de Londres a favor de PDVSA y de Venezuela. Lo celebró con cadena y todo como una colosal victoria suya sobre el Imperio.

Con estas posturas de Chávez y de Ramírez la opinión pública nacional y la internacional han percibido, de alguna manera, una especie de legitimación por parte de ambos presidentes (de Venezuela y de PDVSA) de un proceso judicial cuyo escenario es imperial, que en este round desfavoreció a la Exxon-Mobil. En este caso, el juez de Londres no fue calificado como peón del imperio. Todo lo contrario, su decisión ha sido considerada tan ajustada a derecho que mereció hasta una celebración. No obstante, todavía faltan las audiencias de los tribunales de Nueva York y de Holanda para decidir sobre la medida del congelamiento de los activos. Eso sin mencionar lo más importante, o sea, el juicio ante el tribunal del arbitraje donde se va decidir sobre la indemnización que la Exxon-Mobil le exige a PDVSA por la decisión soberana del gobierno venezolano de cambiar los términos de la alianza estratégica Cerro Negro entre PDVSA, Exxon-Mobil y BP.

En medio de este realismo mágico repleto de insultos, amenazas y fuegos artificiales surgen las siguientes interrogantes: ¿Qué pasaría si los tribunales de Holanda y de Nueva York tomaran decisiones distintas a las del juez Paul Walker? ¿Qué pasaría si el futuro tribunal del arbitraje llegara a ordenar a PDVSA pagarle a la Exxon-Mobil cuatro, cinco o seis veces el monto que ha ofrecido hasta ahora? ¿Cómo se podría calificar de imperiales a esos tribunales si llegaran próximamente a decidir en contra de PDVSA, después de que el binomio Chávez-Ramírez celebrara previamente la decisión de otro tribunal perteneciente al mismo contexto imperial?

PDVSA & EL IMPERIO
Elie Habalián Dumat