Por Mundo24
Si Maduro logra un acuerdo petrolero con los Americanos, el 2024 apunta a su favor. El barril está cerca de 112 y se estima podría llegar a 160$ o más. Todo depende de cuanto dure la guerra entre Rusia y Ucrania. Ya el galón de gasolina está en cifras récords en las bombas de gasolina de los Estados Unidos. Para Biden, eso es mortal.
Si el gobierno recupera el mercado americano podría, en un escenario optimista, contar con recursos superiores a los que tuvo Chavez en sus mejores momentos. Si entra ese chorro de dinero al país, nada de raro tendría que regresen las misiones y demás políticas sociales y con ellas los votos.
En el supuesto de que algo así pase, el oficialismo tendría un enorme chance de revertir la pronunciada caída en su votación registrada en los últimos procesos electorales. Solo en Zulia perdieron más de 400 votos en las megaelecciones del año pasado.
Con abundantes recursos en caja, Maduro y los suyos, podrían hasta recuperar el cariño perdido de los sectores populares que hace rato dejaron de acompañarlos. Las grandes mayorías, aún cuando andan más que molestas con la revolución, se resisten a votar por la oposición con la que no se identifican ni se sienten protagónistas.
Todo depende de si Maduro es capaz de ponerse de acuerdo con los americanos y viceversa.
El asunto no es ninguna golilla. A pesar del pragmatismo que suele caracterizar a los americanos en la geopolítica, la decisión es compleja. Los Republicanos presionan al gobierno de Biden para que se mantengan las sanciones y eso, para los demócratas, pudiera representar un elevado costo político a la hora de cualquier elección sobre todo en un estado clave como la Florida.
Ese escenario complicado pero, optimista que se le presenta al PSUV es todo contrario al que se visualiza en el campo opositor.
Si la economía no se recupera, continua de mal en peor, ciertamente las posibilidades de victoria son enormes para los sectores que aspiran a un cambio de gobierno en el país.
La crisis de Avanzada Progresista indica que, en vez de unirse, la oposición tienden a fragmentarse cada vez más. Las constante divisiones y vetos en el universo opositor son el verdadero obstáculo para que se presente un solo candidato que pueda ganarle a Maduro en el 2024.
Hay muchos factores que inciden en esta enloquecida manera de actuar en el liderazgo tradicional que se opone al gobierno. Cuesta entender una lógica en la que es preferible perder que ponerse de acuerdo pero, así son las cosas como diría Oscar Yáñez.
El asunto va más allá de los egos, de las intrigas o de la compra-venta de candidatos. La diversidad, una de las características más importantes en la oposición, es a la vez su principal problema.
En el segmentado universo opositor pesan más las diferencias que las cosas que unen. Eso, en un escenario donde hay alrededor de 50 partidos, termina representando una verdadera calamidad. No hay reconocimiento y menos respeto y por ese camino no se va para ningún lado.
De lejos se nota que el modelo de partido de dueño, centralista y autoritario, anda en crisis y desde hace rato. La división de AD entre los partidarios de Bernabe Gutiérrez y Henry Ramos, al final, es expresión de la ausencia de democracia interna. Incide la intervención del gobierno en la disputa pero, ella ocurre porque no se consultan las decisiones, al contrario, se imponen. Eso genera malestar en quienes reclaman mayor participación en la toma de decisiones y abre espacio para que se cuele el oficialismo o la corrupción.
Es una constante en Venezuela que los conflictos internos de los partidos terminen en el TSJ. Si revisamos la historia, la culpa no es solo de la falta de lealtad o rectitud de los dirigentes. Tampoco de las trampas o de la intromisión del adversarios en las peleas a cuchillos por los cargos. Por lo general, en casi todas las organizaciones políticas que hacen vida en el país, no se cumplen los reglamentos internos ni se reúnen las instancias de decisión con la debida regularidad. Pasan años sin que renueven las autoridades o se realicen las convenciones y eso es una clara señal de que no se ejercita la democracia interna.
Recordemos el viejo dicho: “Dime de lo que pregonas y te dire de lo que careces”. Es más que evidente que la oposición no es tan democrática como dice ser.
Si quienes aspira a sustituir a Maduro se dividen y subdivide sin parar, parecería que no hay nada que hacer. Todo indica que vamos a ver cómo se repite en el 2024 el mismo escenario del 21 de noviembre del 2021 sin ninguna variación. En esa elección se ganó la votación general pero, alrededor de 14 gobernaciones se perdieron por la incidencia del conflicto adeco que tuvo un peso mayor que la lógica política.
Evaluemos donde estamos parados. La MUD hará sus primarias intentando reproducir Barinas. Es decir, sacando a los “alacranes” y «colaboracionistas» del juego y agrandando su espacio con unos cuantos aliados nuevos. La comisión que elabora los estatutos para esa consulta, según se conoce, mantiene la políticas de etiquetas y vetos sin cambio alguno. También se sabe que los gobernadores Rósales, Galindez y Garrido promueve una alinaza sin exclusiones.
De imponerse el revanchismo, la Alianza Democrática no tendría más remedio que buscar su propio camino. Debería evitar repetir el error fatal cometido con la candidatura de Claudio Fermin en Barinas. Sin embargo, no se ve así. Henri Falcón ya no forma parte de la coalición y no hay cambios en el discurso que corrijan lo que se les critica, que son pro gobierno. Surgen por lo menos 4 nombres: Bernabe Gutiérrez, Laydi Gómez y Javier Bertucci. Hay quienes señalas que Luis Augusto Romero también aspiraría a la candidatura pero, no ha sido confirmado. En Copei se habla igual de la necesidad de poner un nombre que represente al partido. Nada de raro tendría que este sector se realice sus propias primarias.
Luego, sea Gustavo Duque o David Uscategui, lo más seguro es que Fuerza Vecinal termine participando en las primarias del G4. Aunque noveles, el partido de los alcaldes debe someterse a una consulta interna para decidir cuál será su candidato.
Por otra parte, Antonio Ecarri ya ha dejado ver que no le interesa retratarse en grupo. La gente de la Alianza Lapiz prefiere ir solos que mal acompañados. Andan buscando jalar la votación mayoritaria del sector independiente que no quiere nada con Maduro ni con Guaido.
Jose Brito de Venezuela Primero salió muy bien parado en Anzoátegui y ya ha declarado que le interesa ser candidato de una nueva coalición anti G4. Su discurso está dirigido al centro, a los que no quieren saber nada de la política que hoy son mayoría.
Supuestamente a los más radicales el odio a Maduro los debería unirlos con mayor facilidad. No es resulta así. Según indican las encuestas,Maria Corina Machado tendría la primera opción para ganar las primarias de la tarjeta de la manito si la dejan entrar en la contienda. Si ella participa deberían hacerlo también Antonio Ledezma, Diego Arria y Pablo Medina. Luce difícil que, por la postura abstencionista que ha mantenido el grupo, que cambien de política y llamen a votar. Sin embargo, todo es posible sobre todo si los americanos llaman a participar.
Habría que agregar que el G4 es ahora G3. Hay quienes no quieren saber nada de Voluntad Popular.
Hay en la calle un rumor que advierte sobre la posibilidad de que a Manuel Rosales lo inhabiliten antes del 2024. El informe de lo ocurrido en Mononeros, que debe ser discutido en la AN en cualquier momento, lo señala como uno de los principales responsables de lo ocurrido en esta empresa que terminó en manos colombianas.
También aparecen implicados Juan Guiado y Leopoldo López y un número importante de diputados de AN electa en el 2015.
En Primero Justicia hay una tendencia favorable a la unidad sin exclusiones. En lo que se refiere a la candidatura de Henrique Capriles pareciera que el problema fundamental se ubica en lo interno de su propio partido. Juan Pablo Guanipa está instalado en la alcaldía de Maracaibo y desde allí opera. Junto a Tomas, andan hablando de la necesidad de la renovación del liderazgo entre los amarillos. Hasta ahora Capriles no ha tenido mayoría entre los justicieros. Aunque Julio Borges dinamitó el Interinato el año pasado con sus declaraciones, la dirección de PJ acompañó a Guiado mientras el exgobernador de Miranda andaba en lo contrario.
Por otro lado, la tesis de Eduardo Fernández de discutir primero un acuerdo político pudiera parecer correcta para la opinión pública pero, la realidad está algo fuera de foco. Y no es que un acuerdo de 10 o mas puntos, un programa que una al país luzca como un imposible, la verdad es que los candidatos no lucen para nada interesados en ese tipo de discusiones conceptuales o filosóficas. Priva el pragmatismo.
Visto el cuadro, hay quienes sugieren un outsider como única salida. Vuele aparecer la figura de Lorenzo Mendoza como el gran unificador. Sin embargo, como el Presidente de Empresas Polar no da por ningún lado señales de estar interesado en mudarse a Miraflores, surgen los nombres de Ricardo Cussano y Rafael Simón Jiménez como alternativa.
Por aquello de que éramos muchos y parió la abuela, Rafael Uscategui ex secretario general de PPT, declaró a principios de esta semana que la izquierda debería tener un candidato que la represente en el 2024. Así es que la lista puede llegar al infinito y más allá.
Vía Mundo24