Hugo Chávez está muerto. Según mis pensamientos: me siento como se deben haber sentido los chilenos, cuando Pinochet fue expulsado; como sintieron los egipcios cuando Mubarak fue derrocado; como libios, cuando mataron a Gaddafi; como paraguayos, cuando echaron a Lugo; como estadounidenses, cuando Obama ganó y británicos cuando Tony Blair devolvió al laborismo al poder.
Es, creo, una mezcla de alegría, tristeza, esperanza, ilusión y expectación, sobre todo, expectación. Porque no olvidemos que los chavistas, que son las personas que rodearon a Hugo Chávez durante los últimos años, todavía están prácticamente al mando: tienen todo el poder de fuego y todo el dinero. Todavía siguen el ejemplo de la dictadura más larga de Estados Unidos, mientras que los narcoterroristas y narcotraficantes colombianos se han infiltrado hasta los niveles más altos del ejército venezolano. Los delincuentes dirigen el espectáculo en Venezuela, literalmente. Ese es el legado con el que tendremos que lidiar.
Hugo Chávez está muerto, lamentablemente Venezuela sigue en la oscuridad.