Juan Carlos Zapata (ALN).- La opción militar de los Estados Unidos contra Nicolás Maduro no necesariamente consiste en un despliegue de tropas en “las playas de Venezuela y marchando hacia (el Palacio de) Miraflores”. No. La opción militar es mucho más sofisticada que eso. “Es la aplicación de la opción militar en el contexto del siglo XXl”. O sea, el contexto no es 1989. No es Panamá. No es Manuel Antonio Noriega. ¿En qué consiste? La operación la explica el exZar antidrogas y exembajador de los Estados Unidos en Venezuela, William Brownfield.
Si alguien conoce el terreno es William Brownfield. Fue embajador en Venezuela y también jefe de narcóticos de los Estados Unidos por 10 años. En Venezuela fue un embajador polémico, en los tiempos de Hugo Chávez. Y lo que le dice al diario El Tiempo de Bogotá, es también polémico.
Brownfield explica que la acusación de los Estados Unidos a Nicolás Maduro por narcoterrorismo, el precio de 15 millones de dólares que puso por su cabeza; el plan de transición con el esquema de un Consejo de Estado; y el anuncio de la gran operación antinarcóticos en el Caribe, forman parte de una misma estrategia. Es “un paquete de acciones con un mismo fin”, dice. “En su conjunto mandan un mensaje, y este es que las cosas se van a poner mucho más difíciles para el régimen, para Maduro y sus aliados, pero que hay una salida, una hoja de ruta que permite salir de esta situación y que es democrática, que es aceptada por una mayoría de países y que ofrece a la mayor parte del círculo de Maduro una amnistía. De eso se trata”.
O dicho de otra manera. Maduro lidera un cartel de las drogas que se tomó el control de Venezuela y por lo tanto se ha puesto en marcha una operación antinarcóticos sin precedente que apunta directamente hacia él. Pero, a Maduro le queda una salida. Pero una salida sin retorno, ya que la acusación por narcoterrorismo coloca a Maduro en la condición de que al irse no puede regresar. Lo dice Brownfield: La acusación lo que “asegura es que Maduro no pueda permanecer ni regresar a Venezuela nunca más. Es poco probable que quiera quedarse cuando sabe que hay una recompensa por su captura”.
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De modo que los tres pasos conforman un mismo plan, y los analistas han dicho que la operación antinarcóticos es la concreción de una especie de bloqueo naval contra Venezuela. De ser así, para llegar a la intervención militar hay un salto corto, tal vez, que sería el siguiente dentro de la estrategia.
Pero Brownfield aclara que a la opción militar no hay que verla como una iniciativa al estilo clásico de marines o tropas de los Estados Unidos desembarcando en las playas de Venezuela y una vez en tierra firme marchando y desplegándose hacia Caracas, hacia el Palacio de Miraflores, el centro del poder de Maduro. No. El exjefe antinarcóticos de los Estados Unidos tiene en mente otras alternativas. Se las explica a El Tiempo y a su corresponsal en Washington, Sergio Gómez Maseri.
Apunta que “Hay formas de hacer intervenciones indirectas o usando tecnología, de causar trastornos a la cadena de mando, de establecer zonas humanitarias en la frontera o de ataques de precisión que se pueden lanzar desde miles de kilómetros de distancia si se quiere mandar un mensaje sin poner en riesgo a la población. No es que no exista apetito de ningún tipo. Lo que hay son muchas opciones disponibles que son diferentes a esas que se mencionan”.
Agrega el diplomático que “se está usando mucha tecnología en lugar de una gran fuerza para lograr sus objetivos y está diseñada para enviar un mensaje y golpear a aquellos en Venezuela que usan su posición para lucrarse con millones de dólares provenientes de actividades criminales”.
O dicho de otra manera. Maduro lidera un cartel de las drogas que se tomó el control de Venezuela y por lo tanto se ha puesto en marcha una operación antinarcóticos sin precedente que apunta directamente hacia él. Pero, a Maduro le queda una salida. Pero una salida sin retorno, ya que la acusación por narcoterrorismo coloca a Maduro en la condición de que al irse no puede regresar.
Vale la pena recordar que en octubre de 2018, el exembajador de Venezuela ante la ONU y expresidente del Consejo de Seguridad, Diego Arria, esbozó un plan similar al de Brownfield. Arria dijo entonces al diario ALnavío que “tenemos la guerra cibernética. Se puede doblegar a una Fuerza Armada sin poner una sola bota en tierra. En este caso se podría paralizar todo el sistema de comunicaciones que utiliza la Fuerza Armada de Venezuela. Se puede interrumpir, en consecuencia, los mecanismos de defensa, los radares. Todo. Por ejemplo, cuando el conflicto con Irak, se sabe que las potencias tenían todos los celulares de los mandos altos y medios. Y esos oficiales fueron advertidos de las consecuencias de la invasión, si esta llegara a ocurrir. Eso explica por qué la mitad de los oficiales iraquíes desaparecieron en las primeras 48 horas de combate. No necesitan hacer ningún daño ni al país ni a las personas. Por ejemplo, te pueden interrumpir todo el sistema bancario.
– Cuando se habla de intervención se espera otra cosa, que lleguen los marines, las tropas, los aviones, los buques de guerra. Y los riesgos que ello implica. Un polvorín para la región.
– Porque hay un desconocimiento de las realidades contemporáneas de cómo se enfrentan los conflictos. No son los casos de Panamá y Grenada. Aunque la nueva realidad no excluye que frente a las costas se aposten navíos de los Estados Unidos con tropas de asalto”.
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Tomado de ExZar antidrogas de EEUU explica en qué consiste la operación militar contra Maduro