La reconocida revista Forbes encabezó una de sus ediciones en 2018 con una historia sobre el emprendimiento español Hawkers. Una marca que comercializa lentes de sol y utiliza internet, principalmente, como su medio de distribución. De acuerdo con Forbes, “su trayectoria es la envidia del emprendedor”. En la edición de junio, Hawkers se convirtió en la empresa más joven en aparecer en la portada de Forbes España. Destacaron que se han vendido “más de 4,5 millones de gafas de sol en 50 países”. Y que la empresa pasó de facturar 300€ a 100.000.000€ “en solo tres años”.
Una verdadera hazaña, sin duda. Hawkers, como bien dice Forbes, podría ser la envidia de cualquier emprendedor. Una empresa que, desde su fundación en diciembre de 2013, no ha dejado de conquistar éxitos. Y entonces, surge la pregunta, que en su momento también se hizo Forbes: “¿Cómo lo hicieron?”.
El problema es que la respuesta que da la reconocida revista, es cándida. Ingenua. Sin tener malicia, uno pudiera suponer que la calidad de las gafas es tan buena, que el manejo de las redes ha sido tan eficiente, que simplemente se trata de una marca demasiado bien llevada. No obstante, hay un nombre que se omite al relatar la historia: Alejandro Betancourt.
Hoy el presidente de Hawkers es el venezolano Alejandro Betancourt. Llegó a la empresa al destronar al cofundador y consejero delegado, Alejandro Moreno. Lo logró, luego de invertir la suma que podría explicar el éxito de la marca española.
En septiembre de 2016, Betancourt inyectó 50.000.000€ a Hawkers y se convirtió, de esa forma, en el principal accionista de la marca y, en consecuencia, en presidente. En ese momento, el diario El Español reseñó: “Era una de las operaciones más esperadas del ecosistema emprendedor español. Por el tamaño de la ampliación de capital y por la compañía, Hawkers, una de las de mayor crecimiento del panorama. Y ya ha sido cerrada: Alejandro Betancourt, un destacado empresario venezolano, ha puesto sobre la mesa buena parte de los 50 millones de euros”.
Asimismo: “El pasado mes de septiembre se hizo pública la operación: 50 millones de euros de capital para afrontar su expansión internacional, hacer crecer su plantilla y lograr que se reparta más el negocio entre otras tres marcas, más allá de Hawkers”.
Afortunadamente, a diferencia de Forbes, el diario El Español sí se preguntó, en 2016, “¿por qué Betancourt?”. Bueno, ¿quién es? “Su nombre no es muy conocido. Su trayectoria en España ha sido corta pero intensa. Él, junto con su primo Pedro Trebbau López, forman un grupo de jóvenes empresarios venezolanos que hicieron fortuna hace varios años en el país latinoamericano gracias a varios contratos importantes del Estado”.
Alejandro Betancourt llegó a España con una empresa llamada Compañía de Inversiones Agrícolas Trieste SL. Es el nombre con el que intentó barnizar a su verdadero negocio: Derwick Associates SL.
La empresa, fundada en el 2009, cuando Venezuela ya empezaba a descender por un acantilado de crisis económica, escaló en el país gracias a jugosos contratos con el Estado. De hecho, el primer proyecto de la firma consistió en construir plantas termoeléctricas. El Estado, a final, le adjudicó 11 contratos: 6 con Corpoelec (la sociedad anónima del Estado encargada del sector eléctrico de todo el país, y que hoy es responsable de la devastación del sistema y del servicio); 5 con la petrolera estatal PDVSA (también venida abajo) y un contrato con la Corporación Venezolana de Guayana (CVG).
En 2011, el medio Últimas Noticias presentó un reportaje sobre compras a sobreprecio de plantas termoeléctricas en el marco de una dramática crisis energética en el país. El nombre de la empresa de Alejandro Betancourt apareció en varias oportunidades.
El escepticismo generó inquietud. Y, entonces, periodistas y políticos empezaron a escudriñar. Imperaba la necesidad de saber bajo qué criterio se adjudicaban los contratos a Derwick, el novel proyecto al que se había acudido para responder al desmoronamiento del sistema eléctrico (una crisis que, de hecho, solo se ha acentuado; dejando claro cuál ha sido el papel de la firma de Betancourt). Luego, varios medios y ONG denunciaron que, quien se atrevía a investigar a Derwick, recibía amenazas y acosos.
Pero mientras, Betancourt se hacía millonario. Y con él, todos los que estuvieran relacionados a Derwick.
Ya era difícil disimular las canalladas de Derwick. Surgieron demandas como la del exembajador de Estados Unidos en Venezuela, Otto Reich; o la del defensor de los derechos humanos y presidente de la Human Rights Foundation, Thor Halvorssen Mendoza.
Halvorssen asegura que Derwick es dirigida por “un grupo de empresarios sin experiencia que se enriqueció” a cambio de vender chatarra a sobreprecio. ->>Vea más…