El papel de los controles cambiarios
En febrero de 2003, Venezuela implementó controles cambiarios que fijaron el tipo de cambio del bolívar venezolano frente al dólar estadounidense a una tasa controlada por el gobierno. Este sistema otorgaba al gobierno el monopolio para vender dólares estadounidenses a individuos y empresas para fines específicos, a una tasa preferencial. Mientras tanto, en el mercado negro, el dólar se cotizaba a valores significativamente más altos, creando un abismo entre ambas tasas de cambio.
Por ejemplo, en 2014, una persona podía cambiar $10 millones en dólares estadounidenses por 600 millones de bolívares a una tasa del mercado negro. Posteriormente, esos 600 millones de bolívares podían ser convertidos a $100 millones de dólares estadounidenses en la tasa preferencial, resultando en una ganancia extraordinaria. Este diferencial incentivó a funcionarios y empresarios corruptos a obtener dólares a tasas preferenciales, y PDVSA, como principal generador de ingresos en divisas del país, se convirtió en el blanco ideal para estos esquemas.
El esquema de los hermanos Oberto Anselmi
En 2012, los hermanos Ignacio y Luis Oberto diseñaron un esquema financiero para aprovechar estas distorsiones cambiarias. Obtuvieron un contrato de préstamo con PDVSA por aproximadamente 17 mil millones de bolívares, a través de la empresa administradora Atlantic. Los términos del contrato estipulaban que PDVSA recibiría pagos en bolívares mientras reembolsaba el préstamo en dólares y euros a la tasa preferencial.
Tres días después de ejecutado el contrato, los derechos de reembolso fueron reasignados a Violet Advisors, una empresa fantasma suiza controlada por los hermanos Oberto. Esta maniobra ocultó la identidad de los beneficiarios finales y permitió transferir los fondos a cuentas en jurisdicciones con estrictas leyes de secreto bancario. Posteriormente, los derechos fueron reasignados a otra empresa fantasma, Welka Holdings, debido a preocupaciones de banqueros suizos sobre el volumen de transacciones en Violet Advisors.
Entre marzo de 2012 y marzo de 2013, las empresas fantasma controladas por los Oberto recibieron aproximadamente $4.85 mil millones de dólares de PDVSA en pagos de préstamos. Estos dólares eran luego vendidos en el mercado negro a tasas significativamente más altas, generando ganancias multimillonarias para los involucrados.
Los clientes que adquirían dólares estadounidenses realizaban depósitos de bolívares venezolanos en cuentas bancarias de Atlantic, abiertas en un banco venezolano. Estas cuentas estaban registradas a nombre de Atlantic o de entidades controladas por un colaborador cercano de uno de los hermanos Oberto. Posteriormente, los bolívares eran transferidos a las cuentas de PDVSA mediante transacciones bancarias internas, en cumplimiento con los términos establecidos en el contrato de préstamo.
Por su parte, Hjalmar Gibelli-Gómez, un ciudadano venezolano, era propietario de una empresa de construcción y de una compañía de seguros llamada Resguarda Sociedad de Corretaje de Seguros, C.A. (“Resguarda”).
Gibelli-Gómez confesó que, desde aproximadamente febrero de 2003, participó activamente en la compra y venta de dólares estadounidenses y bolívares venezolanos en el mercado negro. Para estas operaciones, utilizó Resguarda y sus cuentas afiliadas. Los dólares estadounidenses obtenidos de estas transacciones, incluidas las realizadas con Violet Advisors, eran depositados en cuentas de Resguarda en Wells Fargo Advisors, con sede en St. Louis, dentro del Distrito Este de Missouri.
EE. UU. decomisa los bienes
Según documentos judiciales de una demanda de decomiso in rem presentada por el Departamento de Justicia de los Estados Unidos (DOJ), el esquema comenzó con la adjudicación de contratos por parte de PDVSA, la estatal encargada de la exploración, producción, refinación y comercialización del petróleo venezolano. Nervis Villalobos, exviceministro de Energía, en colaboración con otros funcionarios y empresarios, facilitó contratos a cambio de sobornos millonarios.
El caso detalla que los hermanos Oberto, corredores financieros, lograron un contrato de préstamo con PDVSA en condiciones altamente ventajosas. A través de este acuerdo, los pagos de reembolso de PDVSA se utilizaron para financiar transacciones en el mercado negro de divisas, un esquema que se lucraba de las estrictas regulaciones cambiarias impuestas por el gobierno venezolano. Parte de las ganancias obtenidas de estas operaciones ilícitas fue desviada por Villalobos y sus asociados hacia inversiones inmobiliarias en Estados Unidos, incluyendo dos propiedades en Brooklyn, Nueva York.
El caso de los hermanos Oberto Anselmi y Nervis Villalobos ilustra cómo las políticas cambiarias restrictivas de Venezuela se convirtieron en terreno fértil para la corrupción. El decomiso de bienes en Estados Unidos representa un paso hacia la justicia, pero también evidencia la magnitud del daño causado al país que está en manos de un régimen autoritario encabezado por Nicolás Maduro.