VenePirámides
La Fiscalía General de Bielorrusia no ha precisado el delito ni los cargos que imputa pero aun así, esta semana terminó de confirmar que hay un proceso penal contra el dueño de Belzarubezhstroy, BZS, la empresa que tiene todos los contratos que el gobierno del presidente Hugo Chávez otorgó al de su homólogo, Alexander Lukashenko.
Como cuando Ricardo Fernández Barrueco cayó preso en Venezuela, la prensa bielorrusa se pregunta qué tanto pudo hacer Viktor Shevtsov para que su nombre saliera de la lista de los empresarios más consentidos de Lukashenko y apareciera en un proceso judicial, cuyos fiscales se reservan hasta su paradero.
Shevtsov cayó en desgracia en cuestión de semanas, y los cabos sueltos conducen a Venezuela. Aunque Caracas y Minsk tienen más de 9.350 kilómetros entre ellas, la llamada Mafia de la cabilla tuvo tentáculos que llegaron hasta Bielorrusia. Eso han venido diciendo varios medios de Europa oriental desde el mes pasado y ahora, sus autoridades reconocen un proceso legal contra el dueño de la empresa que tiene los contratos de Chávez.
El caso es la comidilla de Europa oriental: periódicos, emisoras de radio y páginas web de Bielorrusia, Rusia y hasta Lituania se han hecho eco de la caída del magnate bielorruso.
Entre los informes que han circulado, los medios citan fuentes anónimas que dan cuenta de que los aliados venezolanos reclamaron el caso, a puerta cerrada, por utilizar los proyectos habitacionales bielorrusos como fachada para desviar camiones cargados de cabillas.
«Los socios de Venezuela supuestamente capturaron a bielorrusos en flagrancia cuando intentaban robar dos toneladas de barras de refuerzo», señaló el periódico electrónico Carta97 el 12 de noviembre en uno de los primeros reportes que dieron cuenta del caso.
«La información fue anunciada por las autoridades locales durante la visita de Viktor Sheiman a Venezuela y así llegó a la mesa de Lukashenko», agregaban entonces.
En Maracay, mientras tanto, también hablan del contrabando de cabillas. En el sector Guasimal, donde los bielorrusos construyen un proyecto urbano de 5.000 viviendas, nadie se extraña de la suerte de Shevtsov. Los obreros no lo conocen, jamás han escuchado ese apellido pero sí les suena la llamada Mafia de la cabilla.
Incluso la relacionan con la detención que el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas practicó hace un mes contra uno de los bielorrusos que trabajaban en la obra. «Vinieron y se lo llevaron esposado y encapuchado», señala uno de los venezolanos que trabajan en el lugar.
Ya la policía científica había asomado que la Mafia de la cabilla también se había permeado en BZS. Aunque nunca advirtieron que se trataba de la empresa de las casas bielorrusas, informaron el 18 de marzo de este año que habían decomisado unas cabillas de esa compañía en la carretera La Raiza de Santa Teresa del Tuy.
A diferencia de los complejos urbanísticos que levanta China en otra zona de Maracay o las construcciones que Irán ejecuta en los llanos, en el proyecto que los bielorrusos desarrollan en Guasimal hay un campamento militar, que los obreros otra vez relacionan con el tráfico de materiales de construcción.
Allí, sobre esa explanada que se levanta a un costado de la avenida Maracay-Turmero, además se habla ruso. Justo donde Chávez y Lukashenko anunciaron 2.520 viviendas para este año y otro lote en una segunda etapa, hay un equipo de traductores que comunican a los albañiles venezolanos las órdenes de los ingenieros y maestros de obras bielorrusos.
Este miércoles pedían celeridad. «Nos van a sacar de aquí», dijo uno de los traductores. «Tienen que apurarse». Y en respuesta, los venezolanos denuncian una lista de irregularidades que van desde materiales de construcción de segunda hasta deudas, que BZS no cancela a las cooperativas subcontratadas.
«El Gobierno quiere sacarlos porque están atrasados, ellos dicen que nos apuremos pero aquí debe estar pasando algo con el dinero, porque no pagan completo y cuando reclamamos dicen que vayamos a la Fiscalía», protesta otro de los trabajadores venezolanos que solo hablan con la condición de reservar su identidad.
Las denuncias anónimas, sin embargo, ya no lo son tanto. Más allá de las noticias importadas desde Europa oriental, hace meses que aquí también saltan quejas sobre BZS: más de 500 trabajadores paralizaron la construcción el 29 de abril, en medio de una protesta por varios despidos masivos. A partir de allí, las quejas también se han extendido a la Web.
Uno de los trabajadores molestos abrió un debate en Aporrea.org el 17 de agosto, a través del cual denunció la falta de ambulancias que llegaron a necesitar a la hora de auxiliar a un obrero que murió tras caer de un quinto piso.
Otro añadió el 31 de octubre en el mismo foro una lista de «injusticias» cometidas por BZS, entre las que destaca «operaciones estéticas que son cubiertas con el capital de la empresa», «retiros en efectivo que desaparecen» y «robos que son ‘muy extraños'».
Lukashenko anda furioso, así aseguran dentro de BZS. Añaden que en tres oportunidades ya ha pospuesto una visita oficial pautada para inaugurar el complejo habitacional de Maracay. Aquí y allá mencionan esa y otras leyendas, pero es difícil aterrizarlas cuando no hay información oficial; el silencio va de Caracas a Minsk.
El Ministerio de Interior de Bielorrusia solo ha indicado que la investigación contra el dueño de BZS está a su cargo y no en la Fiscalía General de ese país, mientras que en el Ministerio del Poder Popular para Vivienda y Hábitat ignoraron los llamados que pedían un balance sobre los proyectos bielorrusos.
Ni siquiera la empresa BZS ha respondido si el proceso legal contra su principal accionista cambiará el destino de la fábrica de materiales de construcción que prometen en Guarenas y los tres complejos habitacionales que desarrollan en Caracas y Maracay.
En Minsk, sus directivos no han querido hablar y este viernes optaron por lo mismo en Caracas, cuando se les tocó la puerta de las oficinas que tienen en el la Torre Millenium.
BZS tiene más de cuatro años en el país pero fue el 17 de marzo de 2010 cuando Chávez y Lukashenko se reunieron en Maracay, para colocar la piedra fundacional de un proyecto en el que prometen 5.000 viviendas, un centro de asistencia médica, instalaciones deportivas y una escuela bolivariana.
A bordo de un todo terreno Tiuna fabricado en Venezuela, ese día el presidente Chávez condujo a Lukashenko al lugar; ambos observaron el vaciado de la losa, arrojaron unas capas de cemento en los cimientos de las primeras casas y al final, el anfitrión pidió a su invitado aumentar el número de soluciones habitacionales de 5.000 a 10.000.
«Ustedes conocen bien a su Presidente, a quien todo le parece poco; él me acaba de decir que este proyecto es pequeño y que hace falta construir mucho más», respondió Lukashenko. «Me dice que la gente necesita vivienda y que por eso vamos a construir y construir».
Los anuncios, sin embargo, andan en mora: el ministro Ricardo Molina dijo el 4 de noviembre de 2010 que la primera etapa estaría lista en julio de este año, el pasado 24 de mayo pospuso la inauguración para noviembre y en esta oportunidad, en Guasimal siguen trabajando para ver si inauguran unos apartamentos antes del 31 de diciembre.
Como las leyendas que se tejen contra el empresario Viktor Shevtsov en Europa oriental, por aquí empieza a aparecer un manto de dudas sobre la empresa que trajo recomendada por Lukashenko. Puertas adentro, algunos de sus trabajadores se preguntan por qué este año solo les pagarán un mes de utilidades.
A Shevtsov se le conocía como uno de los mecenas del deporte y la cultura bielorrusa. Financiaba el Comité Olímpico de su país y apoyaba el Museo de Artes Populares Dudutki. El verano pasado incluso fue reconocido junto a su esposa, Helen, con una distinción de la Iglesia Ortodoxa de Bielorrusia.
Estaba en el cuadro de honor de los empresarios bielorrusos. Había sobrevivido hasta a las denuncias en las que Estados Unidos lo acusó de traficar amas y blanquear dinero en Irak, a través del banco, Infobank. Esta vez, sin embargo, parece que algo le salió mal en Venezuela, según reportó el diario El Universal.