Carlos Gill
El presentador peruano de televisión en Miami, Jaime Bayly, acusó al empresario venezolano Carlos Gill –propietario del diario paceño La Razón, accionista mayoritario de las redes occidental y oriental de los ferrocarriles en Bolivia y asociado a Doppelmayr, firma que construye el teleférico en la sede del Gobierno– de hacer operaciones de lavado de dinero en República Dominicana. A pesar de que las acusaciones han sido negadas por el empresario a través de un comunicado, la diáspora venezolana aún se siente desconfianda más aún al saber que podría involucrado en inversiones inmobiliarias en España.
A principios de 2013, cuando el mercado inmobiliario español aún no había tocado fondo, Gerald Grosvenor, VI duque de Westminster, decidía reconducir sus inversiones en España y se veía obligado a vender algunos activos a precios de derribo después de haber invertido en el pico de la burbuja, pero seis años después, su hijo, Hugh Grosvenor (28 años), el séptimo de la dinastía tras la muerte repentina de su padre en 2016, ha vuelto a patinar con otra inversión en Madrid.
Según El Confidencial, en esta ocasión, su error de cálculo se llama Jorge Juan 53, en pleno barrio de Salamanca, una de las múltiples promociones de lujo que en los tres últimos años han proliferado por la capital española, pero cuya venta, según diferentes fuentes consultadas por El Confidencial, no ha ido según lo previsto. De sus seis viviendas, hay dos unidades vendidas y 15 plazas de aparcamiento de un total de 110 a escasos meses de la finalización de la obra.
Considerado como una de las personas más ricas de Reino Unido, el duque de Westminster apostó por este activo inmobiliario después de que fuera descartado por las grandes fortunas latinoamericanas propietarias de los proyectos de lujo más importantes del barrio de Salamanca. «Gran Roque, Italinmueble o Grupo Impar lo estuvieron analizando, pero todos ellos lo descartaron. Finalmente, Grosvenor se quedó con el solar, muy estrecho, y decidió desarrollar un proyecto de seis viviendas de superlujo y, nada más y nada menos, que 110 plazas de aparcamiento distribuidas en seis plantas de sótanos», comenta la misma fuente.
En las redes se ha asegurado que uno de los inversionistas en el proyecto del barrio de Salamanca es Carlos Gill, un empresario venezolano-paraguayo con una fortuna opaca asociada al chavismo en Venezuela. Según la web Poderopedia, Gill es presidente del Grupo Corimón, corporación venezolana dedicada a la producción y comercialización de pinturas.
En su propio perfil en Linkedin, destaca que ha tenido experiencia en los sectores automotriz, hotelero, industrial, seguros, salud y comercial; y llegó a participar en la reestructuración del Banco Unión, Mercedes Benz Venezuela, Banco Capital, Banco Canarias y Bancentro. Fue también propietario de Banorte, entidad que vendió cerca de año y medio antes de ser intervenida por el Estado venezolano. Además de esto, es señalado por mantener buenas relaciones con el gobierno del ex-presidente boliviano Evo Morales y con el gobierno venezolano para así adquirir varias empresas en Bolivia, entre las que figuran dos medios de comunicación y una compañía ferroviaria. En declaraciones a la prensa, Gill dijo formar parte del proyecto de un tren bioceánico que tiene como objetivo unir a tres países (Brasil, Bolivia y Perú) de América del Sur. “El bioceánico es un proyecto que debe realizar el Estado boliviano. Nosotros, como el consorcio privado que tiene la concesión, empujamos para que esto suceda”, indicó.
Además de con el ex-presidente Evo Morales en Bolivia, Carlos Gill es asociado con Wilmar Castro, ministro para Agricultura Productiva y Tierras del gobierno chavista en Venezuela. Asimismo está relacionado con Adrián Velásquez Figueroa, ex-jefe de seguridad de Hugo Chávez y esposo de Claudia Patricia Díaz Guillén, ex-tesorera de la nación. España ha negado la extradición de Adrián Velásquez y Claudia Patricia Díaz a Venezuela, donde la pareja es acusada por delitos de blanqueo de capitales.
Etiquetas: Carlos Gill Ramirez, lavado de dinero
Tomado de CARLOS GILL SERÍA UNO DE LOS INVERSIONISTAS DETRÁS DE UN COSTOSO PROYECTO EN EL BARRIO DE SALAMANCA