«Lamentablemente, la mayoría de las naciones occidentales, incluidos Canadá, Gran Bretaña y otros países europeos, no han cambiado sus políticas hacia los apoderados latinoamericanos de Rusia en respuesta a su apoyo activo a la invasión rusa».
Peter Young* | CAPX
En toda la cobertura de las nefastas actividades de Rusia en Ucrania y más allá, un aspecto de su política exterior ha pasado prácticamente desapercibido: el papel de sus aliados latinoamericanos.
No es casualidad que el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Lavrov, haya visitado recientemente Cuba, Venezuela y Nicaragua para mantener conversaciones urgentes, al igual que el secretario del Consejo de Seguridad del Estado, Nikolai Patrushev, que apareció en Venezuela y Cuba poco después de que Rusia entregara 25.000 toneladas de trigo y 4.300 millones de barriles de petróleo a La Habana.
El ataque de Vladimir Putin contra Ucrania se ha visto reforzado por el apoyo de Cuba, Venezuela y Nicaragua, que han contribuido a que ni un solo país latinoamericano haya impuesto sanciones a Rusia.
La implicación activa de estos Estados proxy en el apoyo a la campaña de guerra híbrida de Rusia debería provocar un cambio en la política occidental hacia ellos, pasando de la tolerancia a los esfuerzos activos para derrocar sus dictaduras. Deberíamos abrir un segundo frente contra Putin, parte de una estrategia global para hacer frente a la agresión de Putin contra Occidente.
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Rusia siempre puede contar con Cuba», dijo el presidente cubano Díaz-Canel en noviembre, pero ¿cómo funciona realmente la ayuda cubana y de otros Estados proxy a Rusia?
Existe, por supuesto, asistencia diplomática en forma de apoyo en organizaciones internacionales y declaraciones de los propios gobiernos. Por ejemplo, el 28 de febrero de 2022, Cuba votó junto a Rusia, China y Venezuela en contra de una resolución para debatir la invasión en una reunión de emergencia en la ONU.
‘Rusia simplemente se está defendiendo’, dijo el presidente nicaragüense Ortega. Rusia cuenta con el pleno apoyo de Venezuela frente a las amenazas de la OTAN y del mundo occidental», dijo el dictador venezolano Maduro. ‘Entendemos que Rusia se haya visto obligada a lanzar una operación especial’, dijo Díaz-Canel.
Sin embargo, la ayuda más significativa se presta en el ámbito de la guerra de la información, con los tres países profundamente implicados en los esfuerzos de desinformación de Rusia.
Los principales activos del Kremlin en esa guerra son su canal de televisión y página web en español Russia Today, y la operación de radio e Internet en español Sputnik.
Estos medios gestionados por el Kremlin promueven la desinformación que luego difunden los medios controlados por el Estado de los representantes de Rusia en América Latina. La narrativa del Kremlin se copia desde los titulares hasta la repetición exacta de temas, términos y citas, así como la reproducción de vídeos y reportajes en los medios oficiales rusos.
He aquí algunos ejemplos:
La desinformación rusa sobre los laboratorios de guerra biológica estadounidenses en Ucrania fue propagada por primera vez el 6 de marzo de 2022 por Granma, el órgano oficial del Partido Comunista. Luego fue recogida por la agencia cubana Prensa Latina, que publicó varios artículos un día después.
Granma retomó el tema los días 9 y 13 de marzo al afirmar que «el Ministerio de Defensa de Rusia comprobó documentalmente que laboratorios biológicos establecidos y financiados por Estados Unidos en Ucrania experimentaron con muestras de coronavirus en murciélagos».
Artículos sobre temas similares, citando al Ministro de Asuntos Exteriores ruso Sergei Lavrov, fueron publicados por Granma el 16 y 18 de marzo, y la desinformación fue repetida por el canal de televisión cubano Canal Caribe, así como por otros medios como Juventud Rebelde y Trabajadores.
El segundo ejemplo se refiere al canal de televisión de propaganda estatal chavista Telesur, también financiado y apoyado por los gobiernos cubano y nicaragüense.
Tan pronto como se descubrieron los crímenes de guerra contra civiles en la ciudad ucraniana de Bucha, Telesur activó a su reportero en el Donbass para producir el vergonzoso artículo «La presunta masacre del ejército ruso en Bucha es una noticia falsa», así como una serie de otros materiales de propaganda rusa. Las cuentas de Telesur en las redes sociales difunden piezas propagandísticas más breves, como «Ucrania escenifica un vídeo de civiles muertos».
Telesur tiene una gran influencia en toda América Latina. Sus emisiones directas llegan a muchas personas. Por ejemplo, en Argentina, el Presidente Alberto Fernández se aseguró de que Telesur se incluyera en el paquete básico de programas de televisión a disposición de todos los argentinos, por lo que llega al 83% de la población. Su cuenta de Twitter tiene 3 millones de seguidores.
El tercer ejemplo se refiere a la implicación del régimen chavista en la propaganda en las redes sociales mediante cuentas falsas. Inmediatamente después de que Maduro prometiera a Putin que «aumentaría el apoyo estratégico de Venezuela a Rusia» en una llamada telefónica el 1 de marzo de 2022, esta actividad se intensificó. El 2 de marzo, el Ministerio de Comunicación e Información venezolano promovió el hashtag «#VenezuelaApuestaALaPaz», con unos 240.000 tuits condenando la «campaña de desinformación promovida por países occidentales contra Rusia». El análisis de la organización de vigilancia digital Probox sugiere que al menos el 68% de los tuits procedían de cuentas falsas.
Apaciguamiento global contra Cuba, Venezuela y Nicaragua
Lamentablemente, la mayoría de las naciones occidentales, incluidos Canadá, Gran Bretaña y otros países europeos, no han cambiado sus políticas hacia los apoderados latinoamericanos de Rusia en respuesta a su apoyo activo a la invasión rusa.
El Reino Unido, Canadá y la UE consideran América Central y América Latina como el patio trasero de Estados Unidos, y a menudo no están dispuestos a ayudar a Estados Unidos en la región. Pero cuando surge una amenaza rusa a la seguridad europea en el patio trasero de Europa, como la invasión rusa de Ucrania, esperan la solidaridad y el apoyo plenos de Estados Unidos.
El enfoque de apaciguamiento y acomodación adoptado por el Reino Unido y la UE no ha logrado fomentar cambios positivos en ninguno de los apoderados de Rusia en América. En Cuba, Venezuela y Nicaragua, la represión política, la negación de los derechos humanos y la corrupción han empeorado claramente, y ha faltado una reforma económica sustantiva. Por ejemplo, la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa 2022 de Reporteros sin Fronteras mostraba que la calificación de la libertad de prensa de los tres países seguía empeorando.
Sin embargo, los países europeos no han impuesto ninguna sanción a Cuba, y en su lugar le han proporcionado ayuda sin condiciones vinculadas. Los países europeos han impuesto a Venezuela y Nicaragua muchas menos sanciones que Estados Unidos, y éstas no incluyen ninguna de las duras sanciones económicas estadounidenses.
Podríamos hacer mucho más. Los tres aliados de Rusia dependen económicamente de Occidente, y la economía cubana en particular está en las últimas. Cerrar la mayor parte de los ingresos en divisas de Cuba es factible. El programa de trabajo esclavo es la mayor fuente de ingresos del Estado y el turismo también es muy importante. Ambos deberían bloquearse en la mayor medida posible.
En el caso de Venezuela, sus exportaciones de petróleo deberían sancionarse al 100%, sobre todo por motivos medioambientales, dado el terrible daño causado al medio ambiente por la industria petrolera estatal venezolana. Los acuerdos comerciales con Nicaragua deberían cancelarse y su acceso a la financiación multilateral debería detenerse.
Este enfoque es beneficioso para todos. Obligará a Putin a utilizar los escasos recursos rusos para apuntalar a sus aliados dictadores. Castiga a quienes apoyan la tiranía frente a la democracia e incluso puede conseguir que los ciudadanos cubanos, venezolanos y nicaragüenses decidan su propio futuro.
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* Peter Young fue Director de Investigación del Instituto Adam Smith. Este artículo fue publicado por CAPX, con el título ‘The West must crack down on Russia’s Latin American proxy states‘.
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