La toma de posesión de Rafael Correa fue un cóctel perfecto que marcó la llegada de los empresarios boliburgueses que firmaron acuerdos de cooperación y consolidaron con el tiempo el corrupto uso del SUCRE.
Piedad Córdoba Ruiz, arribó a Quito a las 11 de la noche del 14 de enero de 2007, horas antes de la posesión de Rafael Correa como flamante presidente del Ecuador. Córdoba ya era una protagonista del Partido Liberal de Colombia e influía en las altas esferas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC.
Su encuentro con el nuevo presidente fue de gran empatía y no era para menos, compartían aliados y coincidían en pensamientos; en su reunión no faltó Jaime Sánchez Yánez, el hombre de extrema confianza del presidente Hugo Chávez, nombrado asesor de Rafael Correa. Desde entonces construyeron una larga y sólida relación que solo ha tambaleado por las contundentes pruebas de sus participaciones en la trama de corrupción de Alex Saab y las exportaciones ficticias de Ecuador a Venezuela, reseñó Periodismo de Investigación, según Primer Informe.
En los encuentros de la posesión presidencial también coincidió el embajador venezolano Oscar Navas Tortolero que para esa fecha ya había definido un agresivo plan que buscaba consolidar inversiones de varias compañías venezolanas en el país como Seguros Constitución y Pespesca. La posesión de Correa no fue una coincidencia, fue el inicio de un esquema de corrupción que se perfeccionó en tres años de ejercicio del poder.
La posesión del nuevo régimen fue un cóctel perfecto que marcó la llegada de los empresarios boliburgueses que firmaron acuerdos de cooperación y consolidaron con el tiempo el uso del Sistema Único de Compensación Regional; antes de la llegada de Fondo Global de Construcciones, al menos una decena de empresarios lograron levantar la estructura que permitió las exportaciones ficticias por 2600 millones de dólares. Esta es la historia.
Para 2007 el empresario Ricardo Fernández Barrueco era una de las estrellas de los negocios de la revolución chavista. Tenía 270 compañías y se lo llamaba el «zar de Mercal». A diferencia de Alex Saab, que sí era industrial, Ricardo Fernández Barrueco era un aparcacoches del Hotel Hilton de Caracas que se hizo millonario con la llegada de Chávez al poder.
Fernández Barrueco fue el principal proveedor de Mercal, el primer programa de alimentos subsidiados del chavismo. Sus empresas se asentaron en Venezuela, Panamá, Estados Unidos, Curazao, España, Ecuador y Guatemala.
Fernández Barrueco aterrizó en Manta en marzo de 2007 para constituir una empresa llamada Pespesca, con capital de 800 dólares, pero en los siguientes dos años el capital creció como la espuma y a 2009 sumaba 7 millones de dólares. Pespesca es dueña de una planta procesadora de atún, que se encuentra en el kilómetro 1,5 de la vía Montecristi, en Manabí.
Un nuevo informe que el asambleísta Fernando Villavicencio prepara para ser entregado a las autoridades de Ecuador, Colombia y Estados Unidos, establece que Pespesca se impuso el objetivo comercial de procesar 250 toneladas diarias de atún; para ello debió invertir 30 millones de dólares en dos etapas: la exportación de lomos de atún precocido y empacados al vacío y una segunda etapa para atún en lata, en pauch y en vidrio.
La procesadora fue uno de los engranajes de una corporación mas grande que estaba asentada en Panamá: el grupo FEXTUN, que tenía 17 barcos atuneros y la concesión para operar los Astilleros Braswell.
La inteligencia ecuatoriana en 2007 ya había relacionado a Fernández Barrueco con otro venezolano: Miguel “el gordo” Quintero como uno de sus testaferros. El gordo Quintero, cercano a Chávez, mantuvo estrechas relaciones con los líderes de las Farc, sobre todo con Raúl Reyes, el guerrillero mas influyente en la política ecuatoriana.
Quintero se le considera el hombre que entregó las computadoras portátiles alos jefes de la guerrilla y quien organizó el complot de falta de papel para los periódicos venezolanos, armó los sistemas de propaganda chavista y acoso a opositores, activistas y periodistas en Venezuela.
A fines de 2009, con 44 años de edad, Fernández Barrueco fue detenido en Venezuela por orden del mismo Chávez por una serie de cargos, que incluían apropiación de fondos y problemas de liquidez en los cuatro bancos en los que fue accionista mayoritario: Bolívar, Canarias, Confederado y Banpro.
El 10 de enero de 2010 Pespesca inició sus actividades de exportación con un primer negocio récord: $1.997.300. En la actualidad la Superintendencia de Compañías mantiene información al 2020 sobre Pespesca y establece como accionistas a las empresas Singleton y Soter de Panamá.
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