Francisco José Carrasquero Rodríguez, un venezolano en la ruta de comisiones de negocios chavistas entre Argentina y Venezuela

Hasta hace poco se tenía a Francisco Carrasquero como una figura secundaria o escudero del argentino Roberto Wellisch en el organigrama de Palmat, empresa que cobró comisiones colosales por contratos con las empresas básicas de Guayana y de venta de maquinaria agrícola en el marco de la alianza entre los gobiernos de Caracas y Buenos Aires. Sin embargo, una revisión de sus cuentas en Credit Suisse y de sus inversiones inmobiliarias en Miami corregirán tal percepción.

El empresario argentino Gerardo Montenegro había encontrado un negocio redondo con el gobierno venezolano. Compraba mercadería en China o Estados Unidos y, luego, se la revendía a un precio diez veces mayor a empresas públicas que manejaba el chavismo. En una de esas operaciones comerciales, Montenegro adquirió productos de Evergreen Industrial Co, una firma china, por 123.000 dólares en agosto de 2010 y, al mes siguiente, los volvió a vender al Fondo de Desarrollo Agrario Socialista (Fondas), una empresa pública venezolana, por 1,8 millones. La operación le dejó una ganancia que multiplicaba por 14 la inversión inicial.

Pero más que un exitoso negociante internacional, Montenegro es considerado por las autoridades argentinas como apenas un eslabón de un esquema más complejo, que le permitía a empresas del país austral hacer negocios con Venezuela a cambio de pagar altas comisiones a sociedades intermediarias. Palmat era una de las compañías que trabajaban como intermediarias en estos contratos que se hacían bajo un paraguas estatal: el fideicomiso bilateral firmado por los expresidentes Néstor Kirchner y Hugo Chávez.

Palmat, manejada por el argentino Roberto Wellisch y el venezolano Francisco José Carrasquero, recibió 600.000 dólares de la empresa de Montenegro, según un reporte de la Unidad de Información Financiera (UIF) de Argentina. Desde 2009, el juez Julián Ercolini y el fiscal Gerardo Pollicita investigan estas comisiones, cuya hipótesis es que podrían encubrir sobornos ocultos para funcionarios kirchneristas y chavistas que supervisaban ese tipo de operaciones.

Mientras su negocio como lobbistas prosperaba, los hombres detrás de Palmat montaron un entramado de sociedades en paraísos fiscales, manejaron cuentas en Suiza e invirtieron dinero en varias propiedades de lujo en Miami, según pudieron reconstruir Infobae, el diario La Nación de Buenos Aires y el Proyecto de Reportería del Crimen Organizado y la Corrupción (Occrp, por sus siglas en inglés), tras cuatro meses de cobertura conjunta de la filtración de los Suisse Secrets.

Las millonarias comisiones que cobró Palmat se canalizaron a través de jurisdicciones opacas lo que, hasta ahora, no le permitió a la justicia argentina localizar los fondos obtenidos en esas operaciones. Carrasquero y Wellisch son investigados en los tribunales argentinos por haber cobrado 15% de comisiones en una larga lista de transacciones. Según ellos mismos reconocieron, habrían participado como intermediarios en, al menos, 39 contratos.

En abril de 2006, el venezolano Carrasquero abrió una cuenta en el Credit Suisse, que en junio de 2009 alcanzó un saldo máximo: 2,7 millones de francos suizos (unos tres millones de dólares), según la información que aparece en la filtración anónima recibida por el diario Süddeutsche Zeitung de Múnich que da pie a los Suisse Secrets. Eduviges Auristela Rodríguez de Carrasquero, familiar del venezolano, aparece como cotitular de esa cuenta.

A pesar de que el escándalo por el cobro de estas operaciones se hizo público en Argentina tan temprano como en 2010, el banco suizo no cerró entonces la cuenta de Carrasquero, que permaneció abierta al menos hasta 2014. Parte de los fondos obtenidos durante aquellos años ahora están invertidos en mansiones de lujo en Miami.

Infobae estuvo en contacto con Carrasquero antes de publicar esta historia. Este abogado venezolano aseguró en un intercambio de correos electrónicos que respondería las consultas periodísticas, pero finalmente no contestó el cuestionario enviado.

Suisse Secrets es un proyecto de periodismo colaborativo basado en la filtración de datos de cuentas bancarias facilitados por una fuente anónima al periódico alemán Süddeutsche Zeitung, que los compartió con Occrp y otros 48 medios de comunicación aliados de todo el mundo, entre ellos Infobae por Argentina, junto al diario La Nación, así como Armando.info y Efecto Cocuyo por Venezuela. Más de 150 periodistas de 39 países revisaron miles de registros bancarios, entrevistaron fuentes internas, reguladores, fiscales, examinaron documentos judiciales y financieros para corroborar los hallazgos.

 

El fideicomiso, el pecado original

La historia comenzó en abril de 2004, cuando los entonces presidentes Chávez y Kirchner firmaron el Convenio Integral de Cooperación entre Argentina y la República Bolivariana de Venezuela, el primer acuerdo de negocios bilateral entre ambos mandatarios y aliados políticos. ¿Cómo funcionaba este fideicomiso? Venezuela ingresaba saldo a su favor con productos de la petrolera estatal Pdvsa, mientras que distintas empresas argentinas balanceaban ese saldo con la venta de alimentos y maquinarias para mejorar la producción alimenticia en suelo venezolano. La relación entre Estados era el resguardo para los empresarios ante un cliente como Venezuela que, habitualmente, carecía de garantías de pago.

Palmat Intertrade se creó como sociedad el 16 de abril de 2004 en Panamá, apenas diez días después de que los presidentes argentino y venezolano firmaran el convenio de cooperación, según publicó Infobae, en base a los documentos de la investigación de los Pandora Papers, liderada por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés).

José María Alustiza, presidente de la Cámara Argentina Fabricantes de Maquinaria Agrícola (Cafma), fue uno de los empresarios que tuvo que pasar por Palmat. Así explicó ante la justicia el rol de esa sociedad en estos contratos: “Cuando teníamos dificultades para cobrar, hablábamos con Palmat y ellos gestionaban la solución. Se le hizo un poder para que Carrasquero, que vivía en Venezuela, firmara un addendum como apoderado (…) La gente de Palmat conocía a los funcionarios de las dependencias públicas y conocía el manejo burocrático de un expediente. Sus gestiones siempre fueron exitosas”.

Una decena de empresarios repitieron lo mismo que Alustiza ante el juez Ercolini: era obligatorio contratar los servicios de intermediación de Palmat si pretendían exportar maquinaria agrícola a Venezuela a través del fideicomiso bilateral, informaron fuentes judiciales. Ese contrato establecía el pago de una comisión de 15% sobre el total de la operación, coincidieron los empresarios.

Palmat reconoció públicamente haber sido “seleccionada por 39 empresas fabricantes de maquinarias agrícolas de la Argentina” para hacer negocios con Venezuela. Los reportes de la UIF indicaron que entre las operaciones sospechosas se encontraban contrataciones realizadas por el Fondas y la compañía estatal venezolana Pedro Camejo, ambos dependientes del Ministerio de Agricultura y Tierras de dicho país, entonces a cargo del dirigente chavista Elías Jaua, que también fue vicepresidente de la República (2010-12) y Canciller (2013-14).

El empresario Alustiza recordó ante la justicia cómo se manejaba la relación con Palmat: “No había una regla para pagarle a Palmat. Había un compromiso de pagarle a medida que las empresas ingresaban los cobros”. Pero indicó que tras los primeros años, el monto les empezó a parecer demasiado caro: “[A los empresarios] Les parecía muy cara la comisión. Ya conocían a todas las autoridades y sabían cómo eran los trámites de exportación. Los industriales querían reducir la comisión, seguían con un trading pero con una comisión menor”.

Meses más tarde, los contactos políticos de Palmat cristalizaron en Buenos Aires cuando Carrasquero ingresó el 6 de agosto de 2007 a un acto oficial en la Casa Rosada, sede de la presidencia argentina, junto al venezolano Guido Antonini Wilson. La lista de invitados, que fue rubricada por la Secretaría General de la Presidencia, había estado a cargo del Ministerio de Planificación Federal, a cargo de Julio De Vido. En la práctica, esta cartera manejaba una suerte de embajada paralela con el gobierno chavista, fortalecida por los negocios en ambas orillas. Carrasquero ingresó a la Casa de Gobierno en representación de Palmat.

Esas relaciones comerciales con Caracas eran manejadas por José María Olazagasti desde Buenos Aires, la mano derecha del entonces ministro Julio De Vido, según reveló el exfuncionario argentino Claudio Uberti en su confesión como arrepentido en la causa de los llamados Cuadernos de las Coimas. Olazagasti fue, además, el encargado de destrabar el ingreso a la Casa Rosada de Antonini Wilson, apenas 48 horas después de que al venezolano le decomisaran una maleta con 800.000 dólares en efectivo tras llegar a bordo de un avión de Pdvsa al Aeroparque Jorge Newberry de Buenos Aires. Sería el inicio del llamado Caso de la Valija.

Alerta tardío

El negocio de Palmat continuó, pero no exento de polémicas. Una denuncia anónima llegó en 2008 a manos del entonces Defensor del Pueblo, Eduardo Mondino. El anónimo indicaba lo mismo que luego ratificaron ante la justicia un puñado de empresarios locales: quienes quisieran hacer negocios bajo el paraguas del fideicomiso bilateral “debían pasar por una escribanía, de la calle Rivadavia (en Ciudad de Buenos Aires), donde se comprometían ante un representante de la empresa Palmat a pagar un 15% en concepto de servicios”, indicaba la denuncia.

El escándalo llegó a los medios de comunicación en 2010. Impactó en Argentina y Venezuela, pero también en Panamá. Palmat había recurrido al estudio Alemán, Cordero, Galindo y Lee (Alcogal), un bufete panameño especializado en servicios offshore cuyos clientes quedaron expuestos en maniobras de evasión y lavado de activos tras los llamados Pandora Papers. Pero los ejecutivos del bufete Alcogal encendieron las alarmas cuando supieron que tanto la firma, como Carrasquero y Wellisch, habían quedado bajo la lupa de la justicia argentina.

Jaime Alemán, uno de los fundadores del estudio Alcogal, envió una nota interna a su equipo en abril de 2010 que copiaba fragmentos de un artículo periodístico con los detalles de las acusaciones que afrontaban Palmat y Alcogal en Argentina. “En base a lo que dice el artículo, procedimos a renunciar como agentes de esta empresa y reiteramos que no tuvimos nada que ver con los negocios y asuntos de Palmat”, afirmó, según consta en los correos electrónicos que forman parte de los Pandora Papers.

Pero Alcogal tomó más medidas. “La sociedad está envuelta en negocios fraudulentos”, detalló un oficial de cumplimiento del bufete panameño, que volcó los nombres cuestionados en una planilla de cálculo bajo el título de Listado de Alerta. Incluyó a Palmat International, Palmat Intertrade, así como a Wellisch, y a los venezolanos Carrasquero, Domingo Alvarez Boccardo, Yone Boccardo, Marc David Reich y el millonario estadounidense Marc Rich, fundador de Glencore.

A pesar de las alertas, Alcogal mantuvo sociedades que tenían abiertas los socios de Palmat a título personal. Stanclif Corp, Morside Inc y Furtherfield Corp fueron registradas casi al mismo tiempo que Palmat Intertrade, entre 2006 y 2007, con acciones al portador y manejadas desde el estudio suizo Belesta AG, con sede en la calle Beethoven de Zurich.  Desde Panamá, incluso, Alcogal le envió a lo largo de los años distintos documentos firmados por los directores formales de estas offshore, que eran empleados de ese estudio, como, por ejemplo, formularios bancarios para operar una cuenta en el banco UBS de Suiza, según los documentos que aparecen en los Pandora Papers.

El argentino Wellisch, presidente de Palmat, también había abierto otras offshore en Islas Vírgenes Británicas, que le permitieron comprar tres inmuebles en Miami, tal como reveló Infobae el mes pasado.

Pero ni las causas judiciales ni las alertas en el mundo offshore frenaron el negocio ni asustaron al Credit Suisse. Mientras el juez Ercolini daba los primeros pasos de su investigación, la cuenta bancaria de Carrasquero en Suiza tocó techo: llegó a manejar unos USD 2,7 millones de francos suizos (casi tres millones de dólares) el 30 de junio de 2009. El escándalo ya se había hecho público, pero eso no impidió que Palmat firmara más contratos, como el antes mencionado con Montenegro.

Desde Credit Suisse, ante la consulta de de Occrp, señalaron: «Como una institución financiera líder en el mundo, Credit Suisse opera en muchas jurisdicciones y es profundamente consciente de su responsabilidad ante sus clientes y ante el sistema financiero en su conjunto de garantizar de que se cumplen los estándares de conducta más estrictos”. Y agregaron: “Al igual que todos los bancos, Credit Suisse tiene un estricto deber de confidencialidad y cuidado con sus clientes, y no podemos comentar afirmaciones que nos hacen sobre individuos, sean o no clientes. Por tanto, aunque no es posible dar una refutación pública detallada de estas acusaciones, podemos confirmar que han sido debidamente registradas y, cuando son apropiadas, examinadas”.

La justicia argentina citó a declarar a empresarios que repitieron cuál era la metodología que se utilizaba para hacer negocios dentro del fideicomiso bilateral, pero la causa permanece estancada desde hace una década por la falta de colaboración de los funcionarios chavistas. Las autoridades enviaron exhortos a Estados Unidos, Panamá y Venezuela para conocer el detalle de antecedentes de Carrasquero y Wellisch, así como su detalle patrimonial, entre otros datos, pero no hubo ninguna colaboración del gobierno venezolano.

Años atrás, Wellisch ofreció su versión de los hechos en un comunicado que envió al diario Página 12 de Buenos Aires. “Soy un hombre de valores y conducta ética. Mi empresa tiene treinta años dedicados a la intermediación comercial. Palmat cuenta con conocimientos e infraestructura que agregan valor a las operaciones de nuestros clientes y aliados. Tenemos filiales y oficinas propias en varias ciudades del mundo”, sostuvo. Y agregó: “Palmat fue seleccionada de manera individual por treinta y nueve empresas fabricantes de maquinarias agrícolas de la Argentina. La relación profesional fue estipulada en contratos, suscriptos directamente y sin intermediación. Fueron absolutamente legales, firmados y registrados en Buenos Aires en forma voluntaria y transparente. Reafirmo, y está plenamente documentado, que realizamos un trabajo profesional, que la relación profesional estuvo enmarcada en contratos legales y se facturó en forma transparente y legal. Se cumplió con el contrato con un trabajo arduo y sin reclamo de ninguna de las partes”.

Roberto Jorge Wellisch y su empresa, Palmat, contaban con un profundo conocimiento de la forma de hacer negocios en la Venezuela chavista. Para la fecha llevaban años como representantes del coloso suizo de comercialización de materias primas, Glencore, pasó de ser comprador de las empresas estatales de la industria pesada de transformación en Guayana, a constituirse en su prestamista, acreedor y, por fin, gestor. Wellisch se adueñó de la producción de bauxita y aluminio al sur del río Orinoco. Su prominencia pública dejó a su socio, Francisco Carrasquero, en un aparente segundo plano que ahora las revelaciones de Suisse Secrets vienen a corregir.

A pesar de las alertas, Alcogal mantuvo sociedades que tenían abiertas los socios de Palmat a título personal. Stanclif Corp, Morside Inc y Furtherfield Corp fueron registradas casi al mismo tiempo que Palmat Intertrade, entre 2006 y 2007, con acciones al portador y manejadas desde el estudio suizo Belesta AG, con sede en la calle Beethoven de Zurich.  Desde Panamá, incluso, Alcogal le envió a lo largo de los años distintos documentos firmados por los directores formales de estas offshore, que eran empleados de ese estudio, como, por ejemplo, formularios bancarios para operar una cuenta en el banco UBS de Suiza, según los documentos que aparecen en los Pandora Papers.

El argentino Wellisch, presidente de Palmat, también había abierto otras offshore en Islas Vírgenes Británicas, que le permitieron comprar tres inmuebles en Miami, tal como reveló Infobae el mes pasado.

Pero ni las causas judiciales ni las alertas en el mundo offshore frenaron el negocio ni asustaron al Credit Suisse. Mientras el juez Ercolini daba los primeros pasos de su investigación, la cuenta bancaria de Carrasquero en Suiza tocó techo: llegó a manejar unos USD 2,7 millones de francos suizos (casi tres millones de dólares) el 30 de junio de 2009. El escándalo ya se había hecho público, pero eso no impidió que Palmat firmara más contratos, como el antes mencionado con Montenegro.

Desde Credit Suisse, ante la consulta de de Occrp, señalaron: «Como una institución financiera líder en el mundo, Credit Suisse opera en muchas jurisdicciones y es profundamente consciente de su responsabilidad ante sus clientes y ante el sistema financiero en su conjunto de garantizar de que se cumplen los estándares de conducta más estrictos”. Y agregaron: “Al igual que todos los bancos, Credit Suisse tiene un estricto deber de confidencialidad y cuidado con sus clientes, y no podemos comentar afirmaciones que nos hacen sobre individuos, sean o no clientes. Por tanto, aunque no es posible dar una refutación pública detallada de estas acusaciones, podemos confirmar que han sido debidamente registradas y, cuando son apropiadas, examinadas”.

La justicia argentina citó a declarar a empresarios que repitieron cuál era la metodología que se utilizaba para hacer negocios dentro del fideicomiso bilateral, pero la causa permanece estancada desde hace una década por la falta de colaboración de los funcionarios chavistas. Las autoridades enviaron exhortos a Estados Unidos, Panamá y Venezuela para conocer el detalle de antecedentes de Carrasquero y Wellisch, así como su detalle patrimonial, entre otros datos, pero no hubo ninguna colaboración del gobierno venezolano.

Años atrás, Wellisch ofreció su versión de los hechos en un comunicado que envió al diario Página 12 de Buenos Aires. “Soy un hombre de valores y conducta ética. Mi empresa tiene treinta años dedicados a la intermediación comercial. Palmat cuenta con conocimientos e infraestructura que agregan valor a las operaciones de nuestros clientes y aliados. Tenemos filiales y oficinas propias en varias ciudades del mundo”, sostuvo. Y agregó: “Palmat fue seleccionada de manera individual por treinta y nueve empresas fabricantes de maquinarias agrícolas de la Argentina. La relación profesional fue estipulada en contratos, suscriptos directamente y sin intermediación. Fueron absolutamente legales, firmados y registrados en Buenos Aires en forma voluntaria y transparente. Reafirmo, y está plenamente documentado, que realizamos un trabajo profesional, que la relación profesional estuvo enmarcada en contratos legales y se facturó en forma transparente y legal. Se cumplió con el contrato con un trabajo arduo y sin reclamo de ninguna de las partes”.

Roberto Jorge Wellisch y su empresa, Palmat, contaban con un profundo conocimiento de la forma de hacer negocios en la Venezuela chavista. Para la fecha llevaban años como representantes del coloso suizo de comercialización de materias primas, Glencore, pasó de ser comprador de las empresas estatales de la industria pesada de transformación en Guayana, a constituirse en su prestamista, acreedor y, por fin, gestor. Wellisch se adueñó de la producción de bauxita y aluminio al sur del río Orinoco. Su prominencia pública dejó a su socio, Francisco Carrasquero, en un aparente segundo plano que ahora las revelaciones de Suisse Secrets vienen a corregir. 

 

Las propiedades de Carrasquero

La cuenta de Carrasquero se cerró en agosto de 2014. Su último saldo había sido de 600.000 francos suizos (unos 654.000 dólares), según los datos de Suisse Secrets. Los registros consultados por Infobae dan fe de que Carrasquero había decidido en abril de ese año ingresar oficialmente como el único beneficiario final de las sociedades panameñas. Las tres offshore dejaron de administrarse por el fondo suizo Belesta AG y, en cambio, ahora los pedidos para enviar documentación venían desde Vizcaya Capital, un fondo con oficinas en Miami, Estados Unidos.

Para ese momento, el venezolano ya había elegido Miami como el destino para realizar inversiones inmobiliarias encapsuladas a través de la sociedad offshore Chandler Ventures LLC. Carrasquero había creado esa firma de papel el 31 de diciembre de 2012 en las Islas Vírgenes Británicas, una de las jurisdicciones más opacas del mundo.

Carrasquero dejó en manos del estudio Trident Trust, otra firma de abogados especializada en operar en paraísos fiscales, la creación de la nueva sociedad. Se presentó como abogado venezolano con domicilio en Caracas y dijo que el propósito de esta offshore -en la que aparecía como único accionista- era la compra de inmuebles. ¿El origen de los fondos? “Ingresos y ahorros personales provenientes de las ganancias acumuladas en el negocio del petróleo y la energía eléctrica”, declaró en el formulario de cumplimiento del estudio.

Siete días después de haberse creado, Chandler Ventures LLC compró una casa frente al lago Hammock, en Coral Gables, Miami. La residencia, rodeada por una frondosa arboleda antes de desembocar en las orillas del lago, se distribuye sobre un terreno de 3.600 metros cuadrados. El valor de la propiedad al momento de la compra, en enero de 2013, era de 2,3 millones de dólares. Cuando el venezolano la vendió, en octubre de 2018, el precio ascendió a 2,9 millones de dólares, según el registro público del condado de Miami-Dade.

El departamento de Migraciones de Estados Unidos se preocupó por la situación de una de las sociedades panameñas de Carrasquero: en 2015 las autoridades requirieron al administrador de Vizcaya Capital información sobre la sociedad panameña Stanclif Corp. Alcogal remitió una nota formal a esa oficina del gobierno para explicar que la offshore había sido debidamente constituída y mantenía todos los papeles en orden.

Carrasquero no detuvo sus inversiones en Miami. Pidió una hipoteca de 600.000 dólares y compró una segunda propiedad: otra mansión, esta vez en la zona de Pinecrest Gardens. Los primeros documentos oficiales que lo vinculan a la propiedad son permisos de obras firmados de puño y letra, que recibieron luz verde de las autoridades municipales en septiembre de 2016.

El venezolano apareció detrás de Maxipetro Properties Ltd, la nueva titular del inmueble, recién en junio de 2020, cuando se completó la compra a través de esta sociedad. La operación para adquirir esta casa, de 1.100 metros cuadrados de construcción y una piscina a la sombra de sus palmeras, se concretó en 1,5 millones de dólares durante la pandemia.

Doce años después del escándalo por las comisiones de Palmat, el dinero continúa girando por el mundo, ya sea en inversiones en Miami de sus socios o a través de otros canales encriptados, como el uso de sociedades en paraísos fiscales. La justicia, los organismos de control y las autoridades de Argentina, Venezuela, Suiza, Estados Unidos, Panamá y las Islas Vírgenes Británicas, ninguno de ellos, han logrado cortar el flujo de esos fondos que acumulan indicios de ilegalidad. Como tampoco lo hizo el banco Credit Suisse, que le permitió a Carrasquero mover durante ocho años sus millones sin más inconvenientes y luego, cerrar su cuenta y llevarse el dinero.

 

Fuente:  Infobae | La Nación | OCCRP

Tomado de Francisco José Carrasquero Rodríguez, un venezolano en la ruta de comisiones de negocios chavistas entre Argentina y Venezuela

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