La ultima vez que visite el Alcatraz antillano, tuve la fortuna de conocer y departir brevemente con Yoani Sanchez. Cogimos la guagua y nos presentamos en su casa, así no mas. Recuerdo que el dial del ascensor de su edificio tiene dos números 5, dos 10, y el botón del 11 lo lleva a uno al piso 13. Allí estaba, tranquila, haciendo cosas varias. No nos invitó a pasar pues estaban reparando algo en su apartamento, así que nos fuimos a un lugar cercano a conversar. Su esposo, el también escritor Reinaldo Escobar, nos acompañó. Honestamente tenia muchas ganas de conocer a Yoani. Había leído mucho sobre ella, y, en cierto sentido, me identifique con su causa desde un principio, habiendo sufrido en carne propia ataques de los esbirros del régimen chavista.
Yoani es una joven madre. La imagen que me lleve de ella fue la de una mujer comedida, justa, paciente, valiente, emprendedora, inteligente, espiritual, en suma una mujer a quien nunca definiría como una amenaza, en una sociedad verdaderamente libre y democrática. Lamentablemente ese no es el caso de Cuba, por mucho que los burócratas de las Naciones Unidas, Zapatero y sus ministros, y los apólogos del comunismo la definan como tal. No. Cuba es un infierno en medio del trópico. Cuba es un lugar donde la pobreza es tal que la propia vida pertenece al estado. Y en lugares como Cuba, donde la barbarie impera campante, es donde seres pensantes, como Yoani, representan una amenaza, por que piensa, por que cuestiona, por que utiliza su libre albedrío e intelecto para lo que es, y no para idear maneras de comer mas mierda comunista, o para anotarse puntos contra aquellos que difieren de ella políticamente.
Por ello los segurosos, siguiendo ordenes superiores, la arrestaron y maltrataron, ya que es lo único que su escaso intelecto les permite hacer. Esos desalmados no entienden de libertad, ni de conciencia. Y difiero de Yoani. No era la bota del comunismo la que oprimía su pecho en el carro placa amarilla donde la metieron a los coñazos. No. Es la bota de lo políticamente correcto, de las Naciones Unidas, de la UNESCO, de la Union Europea, de España, de la diplomacia, de la perfidia, de la falta de humanidad de quienes continúan pretendiendo que Cuba es un estado democrático, de los miles de turistas que van en busca de sexo y de las empresas que se hacen de la vista gorda, de la Iglesia, de la Cruz Roja, de Hollywood, de los EEUU y su irracional embargo, de toda la maldita cofradía de organizaciones de defensa de los derechos humanos que critican la política de EEUU en Guantanamo y no dicen ni pío sobre lo que le sucede a Yoani del otro lado de la cerca.
Yoani no esta sola, pero, tristemente, quienes la acompañamos somos pocos, estamos dispersos y no tenemos poder, salvo el mismo que ella tiene: el de cuestionar y de pensar por nosotros mismos. Alguien que conoció a Fidel Castro me dijo que es un gran orador, que el dictador tiene un don de palabra y de gente excepcional. No obstante me atrevo a decir que Yoani, en condiciones realmente democráticas, que es lo que internet verdaderamente representa, ha sido capaz de someter al escarnio publico al comunismo cubano en su conjunto. Es por ello que la asedian, y continuaran haciéndolo. En este medio, la palabra y los hechos son juzgados en su justa dimensión. Aquí no hay censura. He allí el peligro que Yoani representa. Los que diferimos del aprendiz de Castro hemos sido acusados de terroristas. En Cuba no hay necesidad de esas sutilezas. Allí lo que hay es bota, patada, coñazo, encierro, tortura, miseria, muerte, y carros con placa amarilla que circulan en el lugar de no retorno.