Me declaro admirador de Julian Assange. No por haber publicado los -hasta este momento- 842 cables diplomáticos en Wikileaks, ahora alojado aquí mas tarde ¿quién sabe?- sino por demostrar cuán ineficiente son: 1) el sistema de justicia internacional; 2) los departamentos de inteligencia de los países dizque más avanzados del mundo; y 3) los intentos de censurar el flujo de información en un mundo cada vez mas interconectado.
Me declaro crítico de Julian Assange: 1) por no haber publicado de una vez la totalidad de los 250.000 cables diplomáticos tal y como los recibió de Bradley Manning, para que cada quien, de forma democrática y transparente, lea, investigue y utilice la información allí contenida como mejor le parezca; 2) por aprovecharse de la situación y beneficiar, de paso, a medios de tan cuestionable reputación como The Guardian; y 3) por no adoptar una postura similarmente desafiante para con regímenes autoritarios y dictatoriales a nivel mundial.
Dicho lo anterior, admito que estoy fascinado con la saga de Wikileaks. Assange dijo en días pasados que él es tan sólo «a guy with a laptop», es decir, un individuo con una computadora. Que un individuo, con una computadora, sea capaz de causar la conmoción mediática mundial que ha causado Assange, es indicativo de la extraordinaria era en la que vivimos. Cuando digo vivimos, me refiero claro está, a los países de la llamada democracia liberal occidental. Si Assange estuviera en Venezuela, revelando secretos de estado del regimen de Hugo Chavez y sus comunicaciones con las FARC, ETA, Iran, Cuba, Russia, China, etc., ya estaria muerto. De lo que no cabe la menor duda, es que no pudiese estar dando entrevistas virtuales a cuánto medio, izquierdista, se le antoje.
Assange afirma que su intento no es otro que el de exponer la supuesta corrupción de gobiernos/organizaciones. Gobiernos, como mencioné anteriormente regidos por democracias liberales, y organizaciones con fines de lucro, como los bancos, que son, en la óptica nada novedosa de la izquierda radical, los culpables de cuanta crisis ha azotado al mundo en los últimos dos mil años. La hipocresía debe ser desenmascarada. ¿No es acaso igualmente hipócrita argüir que todos los males del mundo son atribuibles a unos cuantos gobiernos, que dicho sea, no solo permiten la existencia de individuos como Assange, sino que son los responsables de la creación, manutención, propagación, y difusión, en todo el mundo, de sistemas tecnológicos de información, como lo es internet? ¿Qué sería de Assange en lugares donde el estado bloquea el acceso a internet, como Cuba, Iran, o China? ¿Cómo tratarían los regímenes mencionados a un Bradley Manning cualquiera? Assange dice abogar en favor de la transparencia. ¿Por qué no abandona entonces sus escondites y se presenta en una corte a defenderse, como lo estipula la ley? El que no la debe, no la teme, ¿no?
Hasta ahora, nada de lo publicado en esos cables es primicia, salvo en la mente de fanáticos asalariados de regímenes dictatoriales. A los que perseguimos la objetividad como ultima meta, nos gustaría ver el efecto Assange multiplicado en las dictaduras del mundo. Nos gustaría ver a los gobiernos regidos por democracias liberales adoptar políticas de censura similares para con servidores -ubicados en Suiza- que alojan las publicaciones de organizaciones terroristas como las FARC. Nos encantaría ver un esfuerzo conjunto, como el desplegado recientemente contra Assange, que persiguiese la captura de terroristas protegidos por estados forajidos, como es el caso de Venezuela, Cuba, Rusia, Iran, Libia, etc.
Un poco de objetividad, a la hora de definir quienes son los verdaderos enemigos de las democracias liberales del mundo occidental, no vendría nada mal.