Alexandra, una joven zuliana de 22 años de edad, como muchos otros, se vio en la necesidad de migrar para ayudar a su familia en Venezuela. Se dirigió, junto con su hermano, Jonathan, de 27 años, a Colombia y allá ambos se dedicaron a trabajar para mantenerse y enviar dinero a su país para que sus hermanos pequeños pudieran comer.
“Tengo hermanos pequeños que estaban comiendo una vez al día. Así que los dos mayores decidimos buscar dinero en otro lado”, expresó la muchacha a Infobae.
La travesía fue larga y atropellada para ambos, ya que tuvieron que ponerse a vender dulces en la calle y hasta a mendigar en Riohacha (Colombia).
Por asuntos fortuitos, a pesar de que su destino era la ciudad de Bogotá, terminaron en Barranquilla en donde Jonathan encontró un trabajo en un restaurante informar y ella continuó vendiendo dulces en las calles. Así estuvieron hasta cumplir los 6 meses de estadía que permite el gobierno colombiano para la estadía de extranjeros sin formalizar documentación.
“Decidimos quedarnos en Barranquilla hasta que mi hermano fue detenido. Él era el que llevaba la mayor parte del dinero a la casa. Casi quedé en la calle”, añadió Alexandra.
Esa angustia la obligó a buscar nuevas opciones, ya que la venta informal no le daba ni siquiera para sustentarse a sí misma.
Una venezolana que conoció le indicó que había una casa en la que daban una habitación y comida a cambio de dejarse ver desnuda frente a una cámara.
“Me dijo que solo era desnudarse, nada grave”, indicó.
Sin embargo, cuando acudió, a pesar de que le ofrecieron todo lo prometido, además de una cédula para que pasara como “legal” en Colombia, fue retenida y, prácticamente, secuestrada.
Le explicaron que tenía que emplear juguetes sexuales mientras se mostraba ante una webcam. Además, solo le pagaban 64,5 dólares al mes y pagaba 162 dólares al mes por la comida y la estadía, por lo que nunca pudo enviar dinero a sus hermanos menores en Venezuela.
Poco después, dos meses, la policía realizó un allanamiento en esa vivienda en el que detuvieron a dos falsos curas que fueron, luego, procesados por explotación sexual.
Alexandra fue una de las 60 personas rescatadas.