Venefibra: la fábrica de fibra óptica que consolida el eje tecnológico entre Venezuela e Irán en La Guaira

La creación de la empresa mixta Venezolana de Fibra C.A. (Venefibra), aprobada por el régimen de Nicolás Maduro, va mucho más allá de un proyecto industrial para producir cables de fibra óptica. Marca un nuevo capítulo en la alianza estratégica entre Caracas y Teherán, ahora proyectada sobre un sector extremadamente sensible: las telecomunicaciones y la infraestructura de datos.

Por Decreto Presidencial N.º 5.178, publicado en la Gaceta Oficial N.º 43.250 del 6 de noviembre de 2025, se formalizó la constitución de Venefibra, con personalidad jurídica y patrimonio propio, adscrita al Ministerio de Energía Eléctrica.

La empresa será propiedad en 51 % de la venezolana EDC Network Comunicaciones S.C.S. y en 49 % de la compañía iraní Centro Datos Novin MDC, C.A., filial local de la firma tecnológica iraní Modern Data Centers Development Company (MDC).

Qué es Venefibra

Según el decreto y notas oficiales, Venefibra tendrá por objeto el desarrollo, diseño, construcción, distribución y comercialización de cables de fibra óptica y sus accesorios, además de otros productos futuros asociados a redes de telecomunicaciones. La compañía estará facultada para ensamblar, producir, operar y fabricar equipos, componentes y elementos necesarios, así como ofrecer asesoría en proyectos y servicios de fibra óptica y otras tecnologías de comunicación.

El proyecto encaja dentro del plan oficial de telecomunicaciones del gobierno venezolano, que plantea:

Desplegar 36.000 km de cable de fibra óptica en la red de transporte, de los cuales 3.000 km se instalarían en 2025 y el resto en los seis años siguientes.

Instalar 160.000 km de redes FTTH/GPON (fibra hasta el hogar) para ampliar la conectividad.

Sobre el papel, Venefibra aspira a sustituir importaciones, asegurar el suministro interno de fibra y, a mediano plazo, exportar a otros países de la región, aprovechando la posición geográfica de La Guaira y el esquema de zonas económicas especiales.

La ruta La Guaira–Teherán

La historia de Venefibra no comienza con la Gaceta Oficial, sino al menos un año antes, cuando Caracas y Teherán empezaron a anunciar públicamente el proyecto.

En noviembre de 2024, autoridades de Venezuela e Irán firmaron un acuerdo para instalar la primera fábrica de fibra óptica del país en el estado La Guaira, a pocos kilómetros de Caracas, en el marco de la feria de telecomunicaciones FITELVEN.

En septiembre de 2024, ambos países firmaron cartas de intención en materia de telecomunicaciones para reforzar la cooperación comercial y tecnológica en el área.

En julio de 2025, el gobernador de La Guaira, José Alejandro Terán, anunció la llegada de materiales provenientes de Irán para instalar la planta y confirmó que la empresa se llamaría Venefibra, como parte de una alianza entre la Gobernación de La Guaira, la estatal Cantv y la empresa iraní MDC.

Informes posteriores destacaron que la planta, ubicada en la Zona Económica Especial (ZEE) de La Guaira —en instalaciones industriales cercanas a Catia La Mar y al puerto— se concibe como un proyecto destinado a atender la demanda local y convertirse en plataforma exportadora de tecnología de fibra óptica hacia América Latina.

En agosto de 2025, medios internacionales estimaron una inversión inicial cercana a 10 millones de dólares y subrayaron que la planta buscaría sustituir importaciones de equipamiento iraní que hasta ahora llegaba por vía comercial, para pasar a producirse dentro de Venezuela.

EDC Network, Corpoelec y MDC

Uno de los puntos más sensibles del decreto es la estructura de poder detrás de EDC Network Comunicaciones:

EDC Network es una compañía que gestiona y comercializa la red de fibra óptica y las “vías generales de telecomunicaciones” de Corpoelec, la estatal eléctrica venezolana.

Entre las autoridades de EDC Network figuran el ministro de Energía Eléctrica, Jorge Márquez, y José Luis Betancourt, presidente de Corpoelec, lo que sitúa el control de la empresa mixta en el círculo directo del ministerio y de la corporación eléctrica estatal.

Del lado iraní, Centro Datos Novin MDC, C.A. es la filial de la empresa Modern Data Centers Development Company (MDC), que se presenta como una firma con “más de un cuarto de siglo de experiencia” en diseño, venta, instalación y soporte de infraestructura de centros de datos, redes de información, telecomunicaciones y soluciones de TI.

La combinación es reveladora: la red de fibra estratégica de Corpoelec —que ya transporta datos a nivel nacional— unida a una empresa iraní especializada en centros de datos y soluciones digitales, dentro de una zona económica especial en un estado costero clave.

Telecomunicaciones, datos y geopolítica: el nuevo frente de la alianza Teherán–Caracas

La cooperación en fibra óptica no es un hecho aislado. Desde la firma de un acuerdo de cooperación de 20 años entre Irán y Venezuela en 2022, la relación bilateral se ha expandido a sectores como petróleo, refinado, combustible, tecnología, agricultura, salud, educación y defensa.

Entre los hitos recientes destacan:

Alianzas petroleras y de refinación: Irán ha suministrado a Venezuela combustible, repuestos y asistencia técnica para reactivar refinerías como El Palito, en medio de las sanciones estadounidenses.

Cooperación militar y drones: análisis de seguridad han documentado la presencia de un centro de desarrollo de drones iraníes en la base aérea El Libertador, asociado a modelos como el Shahed-131, rebautizado localmente como ZAMORA V-1.

Inteligencia y seguridad: organizaciones especializadas recuerdan que la cooperación de inteligencia Irán–Venezuela se articula al más alto nivel desde al menos 2012, con reuniones entre altos mandos de la Guardia Revolucionaria iraní y autoridades militares y de seguridad venezolanas para desarrollar programas conjuntos.

La entrada de Irán en el corazón de la infraestructura de telecomunicaciones venezolana —a través de fibra óptica, centros de datos y potencialmente servicios digitales— se inserta en este contexto: dos Estados bajo sanciones que buscan tejer redes alternativas para sortear el cerco financiero y tecnológico de Estados Unidos y sus aliados.

Zona Económica Especial de La Guaira: laboratorio de poder duro y blando

La ZEE de La Guaira se ha convertido en uno de los laboratorios del modelo económico de Maduro: un espacio con incentivos fiscales y regulatorios, cercano al principal aeropuerto internacional y al puerto marítimo del país.

Informes especializados destacan que en esa ZEE convergen proyectos de Irán (fibra óptica con MDC), Turquía (procesamiento de alimentos) y desarrollos turísticos, en un esquema que combina inversión extranjera de países aliados con opacidad sobre los términos contractuales y las garantías de supervisión.

La instalación de una fábrica de fibra óptica en esta zona implica que:

El acceso de Irán a nodos estratégicos de comunicación se realiza desde un enclave con reglas especiales, con menos controles públicos.

El proyecto puede orientarse rápidamente a la exportación de equipamiento, usando a La Guaira como plataforma logística hacia el Caribe y América Latina.

Riesgos, opacidad y el factor sanciones

En el plano interno, la apuesta por Venefibra se presenta como un paso hacia la “soberanía tecnológica” y la mejora de la conectividad. Pero también abre múltiples interrogantes:

Opacidad societaria y de contratos. Ni el decreto ni los comunicados oficiales detallan montos de inversión, plazos, mecanismos de control de calidad ni esquemas de acceso a la red para terceros operadores.

Concentración de poder. El hecho de que Venefibra quede adscrita al Ministerio de Energía Eléctrica y que su socio venezolano sea un vehículo controlado por la cúpula de Corpoelec refuerza la centralización del control de infraestructuras críticas en un mismo grupo político-militar.

Riesgo de uso dual. Análisis de think tanks sobre la cooperación Irán–Venezuela alertan desde hace años de la posible transferencia de tecnologías de vigilancia, reconocimiento facial, monitoreo de redes y ciberdefensa/ofensiva, al amparo de acuerdos de seguridad y telecomunicaciones.

En el plano externo, el proyecto se inserta en un entorno donde:

Tanto Venezuela como Irán están sometidos a amplios regímenes de sanciones estadounidenses y europeas.

Washington ha endurecido recientemente la presión sobre quienes faciliten negocios con el aparato estatal venezolano, mientras se multiplican las medidas contra entidades vinculadas al complejo militar y tecnológico iraní.

La participación de MDC en una infraestructura crítica de telecomunicaciones en el Caribe podría, en el futuro, situar a Venefibra —o a sus socios— en el radar de sanciones secundarias, especialmente si se confirma exportación de servicios o equipamiento a terceros países aliados de Caracas y Teherán.

¿Soberanía digital o dependencia geopolítica?

El régimen de Maduro vende el proyecto como la entrada de Venezuela al club de países productores de fibra óptica, con promesas de abaratar costos, mejorar el internet doméstico y dinamizar la industria tecnológica local.

Pero, a la luz del contexto, Venefibra también puede leerse como:

Un eslabón más en la red de alianzas tecnológicas que Venezuela teje con actores como Irán, China y Rusia, en oposición abierta al sistema occidental de estándares, proveedores y reguladores.

Un posible canal de instalación de infraestructura de datos y monitoreo bajo estándares y hardware provenientes de un país cuya tecnología de vigilancia ha sido señalada por su uso interno para el control social.

Y un ensayo de integración profunda entre redes eléctricas, de datos y de seguridad, concentradas en manos de un mismo bloque de poder.

Mientras las autoridades celebran la llegada de bobinas y equipos iraníes a los galpones de La Guaira, la gran pregunta que queda abierta es quién controlará realmente los “hilos” de esa nueva red: si será una herramienta para conectar mejor a los ciudadanos o un nuevo instrumento en la arquitectura de poder y vigilancia de un régimen cada vez más apoyado en alianzas con potencias extrahemisféricas.

Lo que está claro es que, con Venefibra, la alianza Caracas–Teherán deja de ser un asunto limitado a petróleo, combustible o drones, y entra en el territorio más sensible del siglo XXI: los datos, la infraestructura digital y el control de la información.

Tomado de Venefibra: la fábrica de fibra óptica que consolida el eje tecnológico entre Venezuela e Irán en La Guaira