Por razones ajenas a mi voluntad, no he podido asistir, como observador electoral, al referendo autonómico de Tarija que se celebra hoy. Estuve en el de Santa Cruz, seguí con mucho interés los de Beni y Pando, y tenía todas las intenciones y disposición de presenciar el de Tarija. Lo que está sucediendo en Bolivia es algo increíblemente esperanzador, por cuanto la oposición boliviana, formada por una coalición de gente excelsa, ha entendido que la única forma efectiva de impedir el avance del totalitarismo es el ejercicio responsable de la democracia.
El gobierno de Evo Morales ha tratado por todos los medios, legales e ilegales, con asistencia y recursos nacionales y foráneos, de parar el impulso autonomista promovido por iniciativa popular en los departamentos de la media luna boliviana. Afortunadamente su intento ha tenido el mismo éxito que su proyecto de refundación del estado. No obstante, no puede minimizarse la importancia de lo que está sucediendo en Bolivia.
En lo político, los prefectos están dándole una clase magistral a todos los movimientos de oposición democrática de América Latina. En ninguno de nuestros países, salvo en Colombia quizás, ha demostrado la oposición tal madurez y eficiencia a la hora de impedir que la maquinaria castro-chavista imponga su realidad monocromática. Aspiraciones presidenciales han sigo engavetadas por los líderes del movimiento autonomista. Las organizaciones de la sociedad civil han actuado en consecuencia con el movimiento que, sin duda, traerá mayor prosperidad a las regiones, con lo cual esta oposición no es del tipo venezolano por ejemplo, donde ningún líder, aparte de Chávez, tiene el «musculo» necesario como para llenar las calles.
Los prefectos de Santa Cruz, Beni, Pando, Tarija, Cochabamba y Chuquisaca gozan de unos niveles de popularidad muy superiores a los de Evo. Al contrario del presidente, comandan tropa, democrática, no pagada con petro y narco-dólares.
El movimiento autonomista cuenta con varios factores que lo benefician. Una directora de la Corte Departamental Electoral de Santa Cruz me comentaba sobre el proceso manual de votación «es que nuestro sistema es tan rudimentario!». A lo cual respondí «denle gracias a Dios que aquí se vota así y no con maquinitas de Smartmatic que nadie audita, como en Venezuela, donde nunca se sabe si los resultados son reflejo real de la intención popular».
Aparte de eso los intentos constituyentes de Evo han sido un total y absoluto fiasco. Así, el ex dirigente cocalero no cuenta con la mayoría necesaria ni en el congreso, ni en el senado, ni siquiera en la asamblea nacional constituyente. Ni en El Chapare, donde recluta las fuerzas de choque y los Ponchos Rojos que moviliza por el país, cuenta con mayoría abrumadora.
La unidad, de propósito, de la oposición boliviana en su conjunto es ejemplar, por cuanto demuestra que si se puede, que si existen lideres que pueden dejar de lado agendas personales por el bienestar común, lo cual se traduce en masivo apoyo popular, en musculo democrático, en resultados rotundos a favor de la autonomía.
Tristemente ni en Venezuela, ni en Cuba, ni en Ecuador, ni en Brasil, ni en Nicaragua existe la madurez política entre dirigentes de oposición.
No es poco lo que está en juego en Bolivia, la expansión comunista y narcoterrorista, dirigida desde La Habana y Caracas, ha encontrado un obstáculo insalvable en ese país. Cuánta razón tienen los prefectos en tratar con desprecio a la OEA y su secretario general. Su lucha es admirable, su determinación inamovible.
Bien haría el conjunto de demócratas latinoamericanos en seguir el ejemplo que Bolivia dio.