Fue a finales de marzo cuando se conoció que la fiscalía del Distrito Sur de Nueva York detuvo al iraní Seyed Ali Sadr Hasheminejad, acusado de haber participado en un esquema para facilitar a la nación árabe evadir las sanciones económicas impuestas por Estados Unidos. Caraota Investiga conoció que Hasheminejad, propietario de Pilatus Bank, con jurisdicción en Malta, no lavó sus manos como Poncio tras condenar a Jesús según la famosa escena bíblica, sino millones de dólares provenientes de Venezuela por medio del sistema financiero maltés, y también dinero sucio proveniente de empresas constituidas en este paraíso fiscal. Se trata de una práctica que se ha hecho habitual en ese país ubicado en el sur del viejo continente y que encendió las alarmas en el Parlamento Europeo y las agencias internacionales contra el crimen organizado. Una vez que se produjo la detención de Seyed Ali Sadr Hasheminejad, el Departamento de Estado de Estados Unidos dijo que “esta persona creó durante años una red de compañías fachadas y cuentas bancarias para enmascarar transacciones comerciales iraníes en Venezuela y así evadir las sanciones de Estados Unidos”.
El número de empresas que pertenecerían a esta red y las cuentas bancarias que forman parte de la estructura criminal es “abrumador”, comentó a Caraota Investiga una fuente familiarizada con el caso, que integra el equipo europeo que investiga los movimientos financieros, propietarios y las nacionalidades de las empresas constituidas en este paraíso fiscal. “Son cientos de empresas en las cuales hemos detectado actividades sospechosas de lavado de dinero, fraude bancario, estafas e incluso algunas de ellas conectadas con redes internacionales de narcotráfico; es una compleja red que realiza actividades criminales de muchos tipos. Nos interesa conocer los verdaderos responsables detrás de estas sociedades”, explicó. El caso de Hasheminejad no es nuevo para la fiscalía del Distrito Sur del estado de Nueva York. Aun cuando al banquero se le hizo seguimiento desde 2013, la investigación del gobierno de Estados Unidos arrancó en 2006. En el caso de Venezuela, “la lavadora” se encendió tras la firma de un memorándum de entendimiento entre los gobiernos de Irán y Venezuela en 2005, para llevar a cabo un proyecto de construcción de miles de unidades de vivienda.
El dinero proveniente de Irán habría circulado por las arcas de la estatal petrolera venezolana, Pdvsa. La acusación refiere que el proyecto de viviendas en Venezuela fue liderado por Stratus Group, un conglomerado iraní controlado por Hasheminejad y su familia, con operaciones comerciales internacionales en las industrias de la construcción, la banca y el petróleo. En diciembre de 2006, Stratus Group incorporó una compañía en Teherán, que entonces se conocía como la Corporación de Vivienda Internacional Iraní. Este consorcio fue el responsable de la realización del proyecto. Pero el caso Venezuela, es sólo un grano de arena en la extensa costa de corrupción y lavado de dinero que según las últimas revelaciones, compone el sistema financiero de la nación insular. El pasado 14 de febrero, el comité de investigación de ilícitos financieros, lavado de dinero y evasión de impuestos del Parlamento Europeo conocido como “Pana” por sus siglas, remitió una comunicación a la Autoridad Bancaria Europea para alertar sobre las actividades del Pilatus Bank desde su sede en Londres. Esta entidad financiera también habría facilitado opacas operaciones a empresas constituidas en este paraíso fiscal.
La denuncia tiene como base “un importante y creciente corpus de pruebas filtradas que señalan a las autoridades maltesas y a Pilatus Bank como epicentro de los flujos financieros ilícitos en Malta”. La venta de activos del Estado maltés y las entradas inexplicables de jurisdicciones de alto riesgo como figuras políticamente expuestas de Azerbaiyán o Angola, se suman a la ya compleja trama de corrupción y actividades criminales. “Como Pilatus Bank es un banco de la eurozona totalmente autorizado, que opera con una sucursal en Londres además de su sede en Malta, cualquier producto de actividades delictivas de blanqueo de capitales a través de él, contaminaría los mercados inmobiliarios y puede tener un efecto potencialmente perjudicial en las instituciones reguladoras y políticas tanto a nivel nacional como europeo”, cita el texto, que no repara en advertir sobre la “creciente impunidad” y renuencia de las autoridades maltesas a actuar dados los “estrechos vínculos personales y financieros entre Pilatus Bank, la autoridad nacional de supervisión y la rama ejecutiva del Gobierno, que han trabajado para suprimir los controles sobre las operaciones del banco”. La exposición pública de tan graves delitos le costó la vida a la periodista maltesa Daphne Caruana Galizia, luego de que el pasado 16 de octubre de 2017, fuese víctima de un atentado al explotar su automóvil cuando se dirigía a su trabajo. Caruana Galizia no reparó en señalar los fuertes nexos entre el primer ministro maltés y esta estructura criminal que involucra el Pilatus Bank y un gigantesco conglomerado de empresas regadas por todo el mundo.