Péndulo: Los cuatro jinetes del apocalipsis criollo; por Rafael Poleo [@PoleoRafael]

A reporteros que han trabajado conmigo, algunos de los cuales llegaron, andando el tiempo, a dirigir medios, les recomendé hacer y perfeccionar un perfil psico-somático de su fuente, conocer su estado de salud, sus fobias y filias, sus aficiones y aversiones, sus vicios y debilidades, sus fortalezas y tirrias, y así todo lo que pudiera contribuir a conocer cómo podrían actuar en determinadas situaciones y bajo ciertas condiciones.  Aplico, superficialmente, sin rigor, este método a los cuatro hombres que hoy gobiernan en Venezuela, por lo menos uno de ellos -Nicolás Maduro- bajo las instrucciones de Raúl Castro, lo cual debe tenerse en cuenta a la hora de especular sobre su conducta.  Todo esto como entretenimiento, sin intención política y -¡muchos menos!- pretensiones adivinatorias.

Veamos cómo básicamente son Nicolás Maduro, Aristóbulo Istúriz, Jorge Rodríguez y Diosdado Cabello.

 

El muchachote de Los Chaguaramos

Nicolás Maduro es un hombre con buena salud y escasas complicaciones.  Se crió en un hogar con alta conciencia política.  Su padre fue dirigente de importancia de AD y el MEP, desprendimiento éste de Acción Democrática bajo la figura del educador Luis Beltrán Pietro.  No siguió estudios regulares y desde joven mostró una actitud despreocupada, participando en grupos de rock y excursionando a Cuba para entrenarse en agitación política, pero sin tomar muy en serio esa actividad.  No tiene un oficio propiamente dicho.  El momento decisivo de su existencia es el encuentro con Cilia Flores, una mujer activa que había estado sucesivamente en el área ade-copeyana y su función de escribiente sumariadora de la Policia Judicial aprendió de la vida, se graduó de abogada, aunque sin llegar al ejercicio regular de esa profesión.

Bajo la inspiración de Flores, mujer inteligente y de experiencia que le aventaja en años, Maduro ingresó en el círculo íntimo de Chávez, lo cual era fácil en los días que siguieron a la salida del joven caudillo -esto explica que la propia Flores, cuyas amistades hasta entonces habían estado en AD, entrara también en el entorno del futuro presidente.  Cuando Chávez llegó a Miraflores, el joven Nicolás se había establecido en su escolta personal, en cuya condición se las arregló para acompañar al Presidente en un viaje a Cuba, ocasión propicia para actualizar las relaciones establecidas en sus meses de entrenamieto.

Cuando Castro asumió el manejo de la conducta internacional de Venezuela, pareció cómodo designar un Canciller venezolano dócil a las instrucciones de La Habana.  Maduro fue el hombre propósito.  Desde esa posición pudo convencer a Castro de que él era la persona leal y diligente que llenaba las condiciones para ser su hombre en Caracas.  Cuando Chávez falleció tras una serie de diagnósticos equivocados y tratamientos contraproducentes, Castro no dudó en llenar la vacante con Maduro y no con Cabello, quien tenía más poder político pero carecía de los indispensables antecedentes marxistas y más bien cultivaba un incómodo nacionalismo.

Debe destacarse que, salvo el episodio en el cual es tocado por la detención de dos sobrinos criados por su esposa, Maduro no ha sido personalmente señalado por delitos de lesa humanidad de los que no prescriben ni tienen frontera.  Todo indica que el proyecto de la pareja Maduro-Flores es esperar el acuerdo, interrumpido pero no cancelado, entre Cuba y Occidente, para homologar en él al chavismo y entregar el poder antes de establecerse en Cuba, y allí al mundo.  Pero los planes de Raúl Castro para llegar a un acuerdo con Estados Unidos no hallaron calor en el VII Congreso del PC cubano y quedan diferidos hasta después de las elecciones presidenciales americanas.  Maduro queda ante el calvario de gobernar un país que le culpa por no tener alimentos, medicinas, seguridad, agua y luz.

 

Un profesor de Barlovento

Aristóbulo Istúriz es el político con más preparación y experiencia en el cuarteto que ejerce el poder en Venezuela.  El perfil psicológico de este profesor de Geografía es el del hombre reflexivo pero decidido, que sabe cambiar oportuna y acertadamente.  Criado en una familia socialmente establecida y políticamente adeca, creó a su vez una familia modesta pero organizada que pudo soportar el trauma causado por la prematura muerte de uno de sus hijos.

El profesor se fue al MEP detrás de Beltrán Pietro, de allí pasó a seguir a Andrés Velásquez, fue un alcalde eficiente de Caracas, abandonó el PPT sobre el cual venía navegando y se integró al chavismo.  Tras sufrir un descalabro cuando intentó conquistar la presidencia de la CTV -Carlos Ortega lo derrotó fácilmente-, su actividad se concentró en la maquinaria del PSUV, la cual llegó a manejar junto con Cabello.

El colapso financiero del régimen le aventó a la Vice Presidencia de la república.  Sin que Maduro presente incomodidad por ello, Aristóbulo se convierte en el rostro educado de un régimen que practica una incivilidad táctica.  Asiste a la Asamblea Nacional y asume allí en cultivado estilo la defensa del Gobierno -aunque con razonamiento inconsistente, pues no puede ser de otro modo.  Notable es el contraste entre esta conducta y la de Diosdado Cabello, que en la bancada opositora potencia el modo grosero como actuó cuando era Presidente de la AN y en televisión mientras intenta reeditar al personaje humorístico conocido como “El más bestia, el más, el más”.

Percepción de este cronista es que este rol del ahora atildado gobernante forma parte de una previsora estrategia, así como la afectada ferocidad de Cabello corresponde a una estrategia defensiva, todo lo cual merece tratamiento especial en su propia crónica.

 

El psiquiatra feroz

Mientras no se demuestre lo contrario, el psiquiatras Jorge Rodríguez es la persona más culta del chavismo y una de las más inteligentes, en contraste, muy posiblemente calculado, de conducta irracional.  No sólo por su condición profesional, sino por una obra literaria muy breve pero de gran fuerza dramática y revolucionario contenido psico-social.

Contrariando esta condición intelectual, Rodríguez es uno de los dirigentes más irracionales y violentos del escenario venezolano en las últimas décadas.  ¿Es la suya una condición real, quizás asumida en momentos de íntima cólera y profundo amargor, o son sus salvajes diatribas y actuaciones la postura conveniente a su elevado posicionamiento en el ambiente sociopático del chavismo?

Cuando se analiza el caso no se puede ignorar que el padre de Jorge Rodríguez fue víctima de un tenebroso episodio de la era democrática.  Jorge Rodríguez padre, dirigente de la Liga Socialista, murió en medio de las torturas a que era sometido cuando la policía le interrogaba sobre el paradero del industrial Niehaus, secuestrado por militantes de la extrema izquierda.  Quienes en la vida diaria o en terrenos de amistad tratan al hijo del político asesinado, describen a un caballero respetuoso y sensible bien distinto del personaje público.  Es muy posible que el gobernante Jorge Rodríguez esté marcado por ese bochornoso episodio de nuestra Historia contemporánea, pero también es posible que sus excesos verbales sean parte de una estrategia de supervivencia en los bajos fondos del chavismo.  O un poco de cada cosa.

 

El todo de El Furrial

En el pueblo monaguense de El Furrial, antiguo pateadero de guerrilleros izquierdistas, se alza una gallera con aire acondicionado que es un monumento a la violencia latente en el alma de cada venezolano.  Su propietario, Diosdado Cabello, cultiva allí un espectáculo salvaje del cual no se habla como sí se hace del toreo, porque la tauromaquia es negocio millonario de innegable valor estético, mientras las peleas de gallos, como las de perros feroces que están prohibidas en todo el mundo, se escenifican en pueblos de provincia con tradición de violencia y crueldad.

En Diosdado Cabello la tensión permanente anuncia el estallido cercano.  Hay que recordar su regocijo cuando un matón ad hoc golpeó a Julio Borges en la Asamblea Nacional.  Planifica, pero es de temer que lo haga con subjetividad, sin considerar dificultades.  Su relato a un periódico de provincia sobre la manera como el 4 de febrero de 1992 se incorporó al golpe militar dibuja al venezolano que tira su parada.  Hubo un momento en que en el PSUV se le respetaba por el barniz tecnocrático y en la derecha se le veía como el tecnócrata adecuado para encabezar un régimen militar propicio a los negocios.  Alguien aventuró una comparación con Marcos Pérez Jiménez.  Pero una infortunada vinculación a generales señalados por narcotráfico que se cobijaron bajo su alero, le ha puesto en la situación de tirar otra parada como la del 4F.

El 6 de diciembre propuso al Alto Mando desconocer los resultados, pero le contuvo la negativa del ministro de la Defensa respaldado por el Alto Mando Militar.  Refugiado en un incendiario programa de televisión, explícitamente amenaza con movilizar a los colectivos y ensangrentar las calles si la penuria induce a protestas populares.  La verdad, parece un todo apenas desencajonado que busca una femoral donde clavar el cuerno.  Si el torero tiene nombre, es del Vladimir Padrino, salvo que sea el de Nicolás Maduro.

Tomado de Péndulo: Los cuatro jinetes del apocalipsis criollo; por Rafael Poleo [@PoleoRafael]