Por: Mario Chávez C. / @MarioChavez_VE
La influencia de los regímenes autoritarios en América Latina es una
amenaza real para la democracia y los valores occidentales en la región. Desde
Venezuela, hemos sido testigos de cómo un régimen populista y autoritario ha
abierto las puertas a países como Rusia, China y países árabes que no
comparten nuestros valores y principios.
Durante este siglo, que se caracteriza por el avance de la información y la
democracia, no ha ocurrido lo mismo en Venezuela. Hemos visto cómo este
régimen ha propiciado el empobrecimiento y el retroceso en la lucha por las
libertades y la democracia. A su vez, ha financiado el crecimiento de líderes
populistas que han llegado al poder en varios países de la región, gracias a la
demagogia y la retórica antiimperialista que utilizan para ganar apoyo popular.
Usan la falacia de que los gobiernos occidentales son culpables de la pobreza
en nuestra región, lo cual está muy alejado de la realidad. Todos los grandes
convenios internacionales en Venezuela e incluso en América Latina han
provenido de países occidentales, como Estados Unidos y Europa.
Estos líderes autoritarios han abrazado políticas que socavan la
democracia, la justicia y la libertad, y han establecido alianzas con potencias
extranjeras que también desafían el orden internacional basado en los valores
occidentales.
Hemos visto cómo estos regímenes han conquistado en las últimas dos
décadas más influencia y poder político y económico en América Latina que
cualquier otro, sembrando en nuestros países valores totalmente opuestos a los
nuestros: valores contrarios al judeocristianismo, la democracia, la libertad de
información y expresión, el respeto familiar y los derechos de la mujer.
Sin embargo, en este momento crucial de la historia de América Latina, los
países democráticos tienen la oportunidad de unirse y responder de manera
efectiva a esta amenaza. Para ello, se necesitan medidas políticas, económicas
y diplomáticas que fortalezcan la democracia y los derechos humanos en la
región. Se debe actuar ahora, antes de llegar a un punto de no retorno. No
podemos permitir que se pierda el gran sueño y anhelo que muchos visualizaron
de una América unida y democrática. ¿Cuánta sangre se habrá perdido en vano
si lo permitimos?
Es necesario que los países con valores occidentales apoyen a las
fuerzas democráticas y a la sociedad civil en los países de la región que luchan
por la democracia y la justicia. Este apoyo debe incluir recursos financieros y
técnicos para fortalecer la capacidad de las organizaciones civiles y las
instituciones democráticas, y para promover la transparencia y la rendición de
cuentas.
Muchos de los países que han permitido la influencia de los gobiernos
autoritarios en nuestra región lo hacen debido a las necesidades económicas de
su población. Es necesaria una gran integración de América y también de
Europa en áreas económicas y políticas. Así generaremos mayor influencia y
unidad en torno a países democráticos o en vías de serlo. También es
absolutamente necesaria la cooperación regional en temas de seguridad y
defensa. Esto incluiría fortalecer los mecanismos de cooperación en la lucha
contra el narcotráfico, el terrorismo y otros riesgos para la seguridad regional.
En este caso, organismos internacionales como la OEA promueven la
cooperación y la integración entre los países de América, y han sido clave en la
promoción y defensa de la democracia y los valores occidentales en la región.
Las ventajas de la integración en organismos como la OEA incluyen su
capacidad para proporcionar un foro para el diálogo y la cooperación, desarrollar
mecanismos y herramientas para promover la democracia y los derechos
humanos, y fomentar la integración económica y social. En el futuro y ahora, la
OEA es importante para enfrentar los desafíos mencionados y seguir avanzando
en la promoción y defensa de los derechos humanos y de los valores
democráticos en la región. Solo así podremos construir un futuro mejor y más
justo para todos los ciudadanos de América Latina.