Londres, 19.01.2013 – Mi desconfianza por Wikipedia es publica y conocida: basicamente no confio en enciclopedias editadas por individuos cuyas referencias y credenciales académicas nadie chequea. Dicho esto, citare un contenido que sé que es cierto:
Federico Boyd (Panamá, República de Nueva Granada, 24 de septiembre de 1851 – 25 de mayo de 1924) fue un político panameño, cuarto presidente de la República de Panamá.
Se dedicó a los negocios e hizo una fortuna. Incursionó en el mundo político de su gobierno y es conocido como un abogado patriota que luchaba por su patria a pesar de las consecuencias que esta acarreara…
Ese señor era mi bisabuelo paterno, y tuvo un rol significativo y de liderazgo en la independencia de Panamá y el istmo, y subsiguientes negociaciones de Philippe Bunau-Varilla con el gobierno de Theodore Roosevelt para la construcción del Canal de Panamá. Por historias familiares sé que Federico Boyd era bastante intransigente en lo concerniente a la defensa de la soberanía panameña. Su hijo, Julio Enrique Boyd, tambien estuvo envuelto en asuntos políticos panameños, en tiempos de Arnulfo Arias. Mi padre, hasta donde sé, nunca estuvo envuelto en política, ni en Panamá, donde nació, ni en Venezuela, donde murió.
No obstante, bastante escuche en casa, desde pequeño, temas independentistas y la necesidad de mantener y defender la soberanía. Pues ello indica independencia personal, de criterio, y colectiva. El derecho a decidir asuntos de competencia propia sólo le pertenece al individuo. Tanto de mi lado paterno, como de mi lado materno (mi abuelo fue un gudari que luchó por el derecho a la auto determinación y cultura vasca contra el caudillo Franco), esa actitud fue una constante, que me precio de mantener.
Pero lo que me motiva hoy a escribir todo esto es la vergonzosa actitud del actual presidente de Panamá, Ricardo Martinelli. Este Sr Martinelli, quien dista mucho de ser respetuoso de la libertad de expresión, asumió, con respecto a la intervención del Embajador de Panamá Willy Cochez en la OEA, una actitud que no puede describirse si no como genuflexa. Creo poder aseverar, con toda certeza, que mis antepasados panameños no lucharon por la independencia y soberania de Panamá, para que en el futuro llegase al poder un pusilánime cuyas decisiones están regidas por el miedo que pareciera tenerle a los dictadores comunistas cubanos, y a los leguleyos apátridas venezolanos que los mantienen, en detrimento de nuestra nación.
Lo que dijo el Embajador Cochez en la OEA sobre el régimen chavista no es sino una reiteración de otras, igualmente ciertas, intervenciones pasadas. Venezuela no es una democracia, es un protectorado cubano. Mal puede un pais bajo el dominio de una dictadura definirse como una democracia. Mal puede un gobierno ejercido desde una capital foránea llamarse independiente o soberano. Es, hay que reiterarlo, un estado bochornoso de cosas. Dificilmente podrán los historiadores encontrar un mejor ejemplo de la cesión abyecta de la soberanía de un país, como la efectuada en Venezuela por el golpista Hugo Chavez a sus idolos comunistas cubanos.
Tristemente, las palabras de Cochez no encontraron eco en la oficina de Martinelli, quien raudo acude a argumentos falaces para defenderse de sus posturas antidemocráticas, pero cuando de defender la democracia se trata, decide bajarle la cabeza al absolutismo castro-chavista, y destituir a quienes hablan con la verdad.
Que poca vergüenza Que falta de identidad. Que ignorancia historica, y, lo peor, que falta de independencia y honor.
Tomado de OEA: club delincuencial