Fuente: La Prensa Grafica – El Salvador
Impacto. Muchas de las investigaciones de Douglas Farah han servido como insumos en el Congreso y el Senado de Estados Unidos, y han tenido repercusión internacional.
El Salvador no pasa desapercibido para Estados Unidos. Eso lo sabe muy bien Douglas Farah, un investigador y experiodista que se ha convertido en consultor de seguridad nacional. Se ha especializado en darle seguimiento al crimen organizado, pero también a los movimientos que sectores políticos realizan para garantizar impunidad a actos de corrupción.
Recientemente, las autoridades de El Salvador anunciaron importantes decomisos de droga incautados a naves semisumergibles. ¿Cuánta de esa droga llega a Estados Unidos?
Obviamente, el flujo de drogas, dado la expansión del cultivo de la coca en Colombia y las facilidades que han desarrollado las FARC o grupos disidentes que eran de las FARC con sus aliados de Centroamérica es una zona muy transitada por el narcotráfico. Lo que estamos viendo es que mucho, la mayoría, termina en Estados Unidos, pero mucho ahora va desviado ahora a Europa y Asia. En El Salvador, específicamente, por el lado Pacífico, usando los puertos pequeños. Se desvía mucha droga hacia Asia. Ya no es tanto Estados Unidos, pero me imagino que Estados Unidos sería el mercado más grande.
¿Cómo ha favorecido el aumento de la producción de cocaína la legalización de las FARC?
El proceso de paz en Colombia fue diseñado para que las FARC mantuvieran sus ingresos ilícitos, controlando, aun con el proceso que yo diría que ha sido casi un fracaso sino un fracaso total. Los grupos que ellos llaman disidentes son muy cercanos con el Secretariado, mantienen el control del cultivo de la coca, de la producción de cocaína, de la extracción del oro ilícito y de una serie de empresas que les han permitido seguir con sus actividades ilícitas. Es una gran ventaja para ellos, pues ellos tienen muchos amigos en Centroamérica, tienen muchos aliados históricos: en el Frente Farabundo Martí (FMLN), en el Frente Sandinista (FSLN, de Nicaragua). Eso les ha dado una infraestructura ya existente donde ellos pueden aprovechar para hacer cosas ilícitas.
En el pasado, hemos escuchado que el contacto en El Salvador de las FARC ha sido José Luis Merino. ¿Se mantiene?
Sí, creo que, sin duda, José Luis Merino ha sido un aliado desde los años noventa, sino antes, de las FARC. Eso lo dice él mismo en una entrevista en Telesur cuando firmaron el acuerdo de paz en Colombia, de sus relaciones históricas y de cuánto ha hecho por las FARC. Hay una simpatía, una cosa ideológica mezclada con cosas de la guerra fría, mezclado con intereses económicos, que ahora se ve en el conjunto de los grupos de izquierda de aquellos años y que siguen existiendo. Creo que el grupo del Partido Comunista histórico en El Salvador que controla José Luis Merino; el grupo más duro de los sandinistas, que controla Daniel Ortega. Son los grupos que más incidencia han tenido históricamente con las FARC y que se mantienen estas relaciones todavía.
Estos grupos, poco a poco, traspasan lo político y llegan al plano empresarial. Hace unos años le escuchamos a usted hablar de ALBA Petróleos, de cómo esta empresa ha pasado a financiar también partidos políticos.
Es un fenómeno donde creo que hay mucho movimiento de dinero inexplicable e injustificable por vías normales y vías legales. Ha acaecido en ALBA Petróleos, en Albanisa (Nicaragua) a través de PDVSA de Venezuela. Ha dado origen a un imperio de empresas que es muy opaco, no tiene una contabilidad, ni visibilidad, ni control externo ni para público o para contadores para ver de dónde viene el dinero que se gasta. Creo que las FARC está en la misma cosa, de crear fondos de origen inexplicable que, de repente, les permite nacer un imperio aparentemente de negocios lícitos, pero que uno tiene que preguntarse de dónde viene tanto dinero tan rápido a gente que supuestamente no tenía nada.
¿Cuál es el estatus actual de la lista Magnitsky? Hay salvadoreños propuestos a ser incluidos, el prófugo Enrique Rais y José Luis Merino, actual viceministro de Inversiones.
Es una herramienta que tiene Estados Unidos en donde tiene gran influencia el Congreso de nombrar o proponer nombres para la lista, basado en la corrupción. En la Ley Magnitsky no hay que probar que el dinero viene del narcotráfico, sino que viene de alguna forma ilícita y que es parte de corrupción de oficiales públicos. Es un poco menos complicado nombrar gente así que probar específicamente que el dinero viene del narcotráfico. Eso es lo atractivo. Vemos a Honduras, Panamá con el expresidente Martinelli; el mismo Otto Pérez, en Guatemala, como fenómeno de corrupción a los más altos niveles. Es una manera de combatir eso o, por lo menos, que no sea utilizado el sistema bancario de Estados Unidos para mover esos dineros y pueda después gastarlos y vivir bien.
En el caso de estos dos salvadoreños, ¿hay suficientes datos para incluirlos en esa lista?
Yo no puedo tomar esa decisión. Pero se han aportado elementos importantes para evaluar. Y va a ser el Departamento de Estado el que tomará la decisión, pero creo que se basa en unas evidencias coherentes.
En la corrupción a alto nivel, al llegar a estos niveles de poder, busca perpetuarse. ¿Cómo pueden mantener la impunidad?
El modelo ya se ha dado en la transición de Tony Saca, que era de ARENA, al gobierno de Mauricio Funes, que era del Frente. Ahí se puede ver que se pueden hacer pactos para mantener las estructuras criminales sólidas de administración en administración. Dentro de ese paquete hay muchas alianzas económicas entre gente del Frente, entre areneros, los del PCN y de todo mundo que están metidos en negocios conjuntos que buscan alianzas para perpetuar ciertas estructuras que no dependen de la ideología de la administración, sino de la voluntad de ciertos individuos de mantener esas estructuras funcionando.
El candidato original de José Luis Merino no es Hugo Martínez, el excanciller, sino Nayib Bukele, que es el candidato de GANA, aliado del FMLN en la Asamblea. ¿Cree que puede mantener influencia en este otro partido?
Todo este ambiente que se ha creado en cuanto a cantidad enorme de dinero inexplicable, en esos ambientes se da el fenómeno que todo en la política se vuelve transaccional. O sea, uno negocia en términos económicos todas las políticas en vez de negociarlos en términos ideológicos o tener una coherencia filosófica. Lo que estamos viendo, no solo en El Salvador sino en toda la región es que ya la política es una transacción económica: quién está en el Congreso, quién va a ser fiscal, quién va a ser presidente, quiénes van a ser los candidatos son resultados de pactos que no son en el fondo políticos o ideológicos, sino pactos de protección mutua, de autodefensa y de protección a intereses más grandes que los propios partidos. Para una democracia es peligrosísimo. Estamos ya en un proceso, desde hace un rato ya, donde la democracia está muy amenazada.
Hace un par de años, usted mencionaba que las sociedades del conglomerado ALBA eran parte de la maquinaria de lavado de dinero de las FARC. Ahora vemos a estas empresas muy disminuidas y con un claro interés venezolano por repatriar lo más que puedan en divisas. ¿Perdieron el interés en ALBA Petróleos y demás compañías?
Ya se utilizó la estructura para lo que se quería, sin explicación de repente todo cae. No es normal en términos de comportamiento económico. Me imagino que ya pasaron a otra generación de empresas y de estructuras que no hemos entendido todavía. El problema es que nosotros estamos viendo la película muy atrasada. Vemos cuando cae todo, pero vamos a tardar tiempo en entender por qué cayó eso, qué pasó ahí. La investigación de algunos medios de los préstamos que hizo ALBA Petróleos a sus propias empresas en Panamá por $1,400 millones indica que son movimientos irregulares de dinero porque esas empresas en Panamá nunca hicieron nada, más que absorber el dinero y lo tiraron más lejos para que sea difícil de rastrear. Cada estructura tiene una vida útil que no es permanente. Cuando ya no es útil, tumban esas empresas y montan otras y van siguiendo. Lo que no sabemos es cuáles son las nuevas estructuras.
Rais y Merino fueron muy cercanos. Incluso se les vio juntos en operaciones fuera de El Salvador, como en Honduras, en puerto Cortés.
El gran factor que ha regionalizado todo es el dinero que nace o pasa por PDVSA en Venezuela. Van creando Albanisa (en Nicaragua), había ALBA en Honduras y Guatemala. Hay que mirar las estructuras económicas, pero con cierta óptica de ideología. ¿Quiénes son los socios de Daniel Ortega? Mel Zelaya, José Luis Merino, las FARC y Venezuela. ¿Y quiénes son los socios de José Luis Merino? Las FARC, Venezuela, Daniel Ortega. ¿Y quiénes son los socios de Mel Zelaya? Las FARC, Venezuela… Es un círculo que no ha crecido tanto, pero que ha permitido, en Panamá hay gente metida en lavado con bancos comprometidos. Ese uso de dinero ha permitido regionalizar bastante y cuando están metidos Estados, se complica mucho rastrear el dinero. Nos quedamos con la pregunta ‘¿de dónde viene y en qué se utilizó?’ Es difícil encontrar respuestas cuando el Estado no da información.
Tomado de «Merino es el aliado de las FARC, Ortega y Venezuela»