Izquierdista radical, pero objetivo, ecuánime, y aborrecedor del militarismo chavista, luego ¿izquierdista? Tal rareza era Manuel Caballero. Lo conocí en La Maison de l’Amerique, en Paris, en una conferencia donde un acto premeditado de denostación devino en el más humillante escarnio publico para con los chavistas que se atrevieron a atacar a tan informado expositor. Si mal no recuerdo, estaba presente Maximilien Sanchez Arvelaiz, antes de que su ‘carrera diplomatica’ despegara, y un grupo de apólogos del chavismo. Ni colectiva, ni individualmente, lograron exasperar a Manuel Caballero, quien los escuchó, como el padre benevolo y paciente que escucha las sandeces de los niños. Los dejo hablar, tanto como quisieron. Le insultaron a placer. Le acusaron de haber traicionado los ideales de la izquierda, de haberle vendido el alma, y la pluma, al imperio, de haber sacrificado su intelecto y capacidad critica en el altar de los intereses corporativos, en fin, recitaron la cartilla y se creyeron victoriosos.
Desconocido es el poder de la palabra, proveniente de una mente brillante e informada, para quien no piensa por sí mismo. Letal es el argumento de un historiador, frente a quienes repiten un cuento que persigue abolir la historia. A algún deficiente se le ocurrió sugerir aquel día que la oposición había asesinado al fiscal Danilo Anderson. Manuel, haciendo honor a su apellido, respondió: «cuando mataron al Che Guevara, encontraron junto a su cuerpo una maquina de contar billetes, mientras que Danilo Anderson, héroe del culto chavista, murió metralleta en mano, defiendo los ideales revolucionarios!»
Divertidísimo espectáculo, el de ver a un izquierdista sometiendo al escarnio publico a los adoradores de la utopia chavista. Ese era Manuel Caballero. Un hombre que paso la vida entera en la oposición. El tipo de individuo que todos los venezolanos debemos admirar. Echaremos de menos la precisión de sus definiciones, sobre el valor del «héroe del museo militar», su ideologia «ni marxista, ni comunista, ni leninista, sino chavista», o su «revolución de saliva.» Echaremos de menos su pluma, la plasticidad de su expresión, y su capacidad de interpretar arteramente el entorno politico y social de nuestro pais.
Venezuela ha perdido hoy a uno de sus más insignes ciudadanos.