En junio, el presidente del Congreso de Venezuela, Diosdado Cabello, pasó cuatro días en Brasil. No fue un secreto.
Estuvo acompañado por otros funcionarios, tuiteó que estaba “trabajando por la patria” y se reunió con la presidenta brasileña. Pero fue una visita de Estado inusual.
Su primera reunión importante fue con Joesley Batista, el mayor de un clan multimillonario de cinco hermanos que controlan JBS SA, el mayor empacador de carne del mundo. En tres días, Cabello fue a las plantas de JBS. Y cenó con la familia Batista.
Si pasar tanto tiempo con un productor de carne extranjera parece sorprendente, dice mucho acerca de la relación co-dependiente emergente entre una empresa brasileña y el gobierno de Venezuela. Y es una lección de las prioridades del gobierno de Venezuela en estos días. Las elecciones de diciembre se acercan mientras la hiperinflación, la caída de la producción y el aumento de la delincuencia han llevado a racionamiento de alimentos, disturbios y saqueos.
“La preocupación principal del gobierno ahora es el suministro de alimentos”, dijo afirma Fernando Portela, director ejecutivo de la Cámara de Comercio Venezolano-Brasileña, o Cavenbra. “Tienen que mantener el suministro en los abastos para mantenerse en el poder”.
Sólo uno de cada cinco votantes dicen que quieren que el presidente Nicolás Maduro culmine su mandato en 2019. El partido gobernante podría perder el control del Congreso por primera vez en 16 años.
Cabello describió su viaje a Brasil como la negociación de alimentos y medicinas para ganar la “guerra económica” que los capitalistas están librando contra su país. Peticiones de comentarios de Cabello presentadas al Ministerio de Información, el Ministerio de Alimentación y la oficina Presidencial no fueron respondidas.
Arreglos especiales
Para JBS, el mercado venezolano ahora tiene un significado especial. Tiene un contrato de $2.1 millardos y proporciona casi la mitad de la carne y una cuarta parte de la de pollo que consumen 28 millones de venezolanos. El país representa alrededor del 10 por ciento de los ingresos por exportaciones de JBS, un hecho que algunos analistas han marcado como una posición arriesgada, teniendo en cuenta el estado reinante en Venezuela. JBS no lo ve de esa manera.
Venezuela ha pasado en el último año de ser el segundo mayor importador de ganado del mundo, a no traer casi ningún ganado.
“Para JBS era una oportunidad de hacer algo que nadie más hizo, en un país que cuenta con un importante potencial de demanda”, dijo Miguel Gularte, presidente de JBS Mercosur, en una entrevista. Al controlar el empaque y la distribución de sus productos en Venezuela, JBS también ha sido capaz de reducir drásticamente el tiempo que sus productos tardan en llegar a las tiendas.
JBS tiene un acuerdo que otras compañías no tienen. En 2014 vendió $1.2 millardos de alimentos al gobierno venezolano y recibió su pago en un período de 90 días, de acuerdo con documentos preparados conjuntamente por la empresa y el monopolio de importación estatal en Venezuela, Corpovex.
Facturas pendientes de pago
Por el contrario, numerosas empresas locales y extranjeras en Venezuela no han sido capaces por años de obtener los dólares racionados por el gobierno. Ecoanalítica, una consultora con sede en Caracas, subraya que el Gobierno venezolano tiene $28 milllardos en facturas pendientes de pago a empresas privadas.
Gularte dijo que JBS espera ampliar las ventas a Venezuela en un 20 por ciento en 2015. La compañía está en conversaciones con Credit Suisse AG para estructurar el financiamiento para un mayor crecimiento en territorio venezolano.
“Para Venezuela, es una ventaja para negociar con una sola compañía multi-proteína con una plataforma logística integrada en lugar de comprar el pollo de una empresa, la carne de otro”, dijo Gularte. “Venezuela encontró un socio que la respeta”.
La política, tanto de Brasil y Venezuela, está como trasfondo. Los partidos gobernantes en ambos países se han apoyado mutuamente en la crisis, con Maduro defendiendo a la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff contra llamados a que sea destituida, mientras que ella critica las sanciones de Estados Unidos al gobierno de Maduro. Y el acuerdo de JBS ofrece una línea de vida de Brasil al gobierno de Maduro, que planea llenar los estantes con comida en prevision a las elecciones parlamentarias.
El mayor donante político
El año pasado, JBS fue el mayor donante al Partido de los Trabajadores de Rousseff. Crecientes donaciones de la compañía a Rousseff, así como sus oponentes, fueron citadas en una investigación del Congreso brasileño sobre BNDES, el banco estatal de desarrollo de Brasil, que posee una cuarta parte del fabricante de la carne de vacuno JBS. Guilarte dijo, sin embargo, que no hubo financiamiento esetatal par alas exportaciones de JBS a Venezuela, y aseguró que el gobierno brasileño ni siquiera sabía de los acuerdos de JBS con Venezuela. JBS se negó a hacer comentarios sobre las investigaciones en torno a BNDES.
Los crecientes lazos entre JBS y el gobierno venezolano son notables en un país donde las importaciones se han desplomado debido a un colapso en el petróleo, principal fuente de ingresos del país, y donde las compañías de alimentos han sido blanco de ataques. En julio, tropas armadas ocuparon almacenes del mayor productor local de alimentos, Empresas Polar, luego que el gobierno lo acusó de sabotear la economía mediante la reducción de la producción. La compañía con sede en Caracas dice que el organismo regulador de divisas en Venezuela le adeuda $463 millones.
Riesgo crediticio
Competidores brasileños de JBS también han sentido el impacto. Las empresas de Sao Paulo BRF SA y Marfrig Global Foods SA detuvieron a principios de este año los envíos a Venezuela en medio de un creciente riesgo crediticio.
Otra firma, Minerva SA, dice que sólo exporta a Venezuela cuando le pagan por adelantado. Su retirada del mercado venezolano disparó las acciones de las empresas de los Batista.
Cada 10 días, un barco carguero de Hamburg Sud contratado por JBS entra a Puerto Cabello, el puerto más grande de Venezuela. En una reciente tarde de agosto, mientras descargaban harina de soja brasileña, el vapor San Álvaro se acercaba a los muelles cargado con carne de JBS.
Dos semanas después de salir de Brasil, los contenedores refrigerados de carne se descargan y la carne se despacha en Puerto Cabello. La estatal Corporación de Abastecimiento y Servicios Agrícolas (CASA) monitorea a diario cada contenedor. Funcionarios del puerto dicen que la comida subvencionada se canaliza a las tiendas estatales en las zonas más amenazadas por disturbios o por las campañas de la oposición.
Cierre de la frontera con Colombia
Recientemente, el gobierno de Maduro declaró el estado de emergencia en parte de la frontera con Colombia, diciendo que el contrabando de mercancías empeoró la escasez, una medida que los críticos consideran chivos expiatorios para desviar la atención de las políticas fallidas.
En comparación con el precio y la eficiencia de los productos de JBS, otros productores enfrentan muy diferentes perspectivas. Un matadero privado en Venezuela, por ejemplo, vende carne de vaca criada localmente a supermercados a un 16 por ciento del precio de la carne brasileña, según Franz Rivas, director ejecutivo de la Asociación Nacional de Empacadores de Carne (Asofrigo). Y un contenedor importado por una empresa privada puede permanecer durante semanas en un barco fuera del puerto y tomar hasta dos meses en trámites de aduana, según Cavenbra y la Cámara de Comercio de Puerto Cabello.
El programa de redistribución de tierras del gobierno venezolano – parte de la confrontación de los chavistas con el sector privado – ha llevado a la quiebra a muchos ganaderos. Ha reducido la producción nacional de carne de vacuno de 60 por ciento en el mercado hace una década a 20 por ciento, según el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA).