Los chats ocultos del entrampamiento a la JEP en Colombia

Por EDINSON ARLEY BOLAÑOS
REVISTA RAYA | La Nueva Prensa

La Revista RAYA conoció un video y miles de mensajes que intercambiaron durante cuatro meses dos coroneles, un abogado y el agente mexicano de la DEA en el intento de entrampar a un magistrado del Tribunal de Paz. En el material obtenido queda en evidencia que el fiscal Néstor Humberto Martínez aprobó los 500.000 dólares para la trampa, y la desesperación del agente mexicano por concretar una reunión con un togado y su rechazo al fiscal Carlos Bermeo por su poca relevancia dentro del organismo.

Las conversaciones y el contenido de las reuniones en las que se planeó el entrampamiento contra la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) han estado ocultas por años. A finales de 2018 y principios de 2019 al menos seis personajes participaron en una trama durante cuatro meses para enlodar a la JEP, de la que quedaron una serie de evidencias: chats, fotografías y vídeos, que hoy revela la Revista RAYA y que hacen parte de un expediente de la Fiscalía cuyo contenido fue entregado por una fuente de ese organismo.

En el video se ve a un hombre de acento mexicano que parece seguir un libreto, un agente de la DEA (Drug Enforcement Administration) que de manera insistente buscaba llegar a un magistrado de la JEP con el objetivo de vincularlo con actos de corrupción en el caso excomandante de las Farc Jesús Santrich, para así desacreditar al tribunal de paz con el argumento de que la no extradición del exjefe guerrillero hacía parte de un entramado de corrupción. “La justicia no es tan vulnerable como se cree”, dice un mensaje de WhatsApp que recibió el mexicano durante la operación.

Esta historia comenzó en abril de 2018 con la captura de Santrich, muy publicitada por el exfiscal general Néstor Humberto Martínez, que significó un duro golpe contra el Acuerdo de Paz firmado por el Estado colombiano y las Farc en 2016. Horas después de la operación, circularon en los medios de comunicación videos sin audio y audios sin contexto, que el fiscal Martínez utilizó para exponer como razón de la detención una supuesta negociación entre las Farc, en cabeza de Santrich, y el Cartel de Sinaloa de México para enviar diez toneladas de cocaína a Estados Unidos.

Tras la captura de Santrich la primera batalla entre la JEP y la fiscalía de Néstor Humberto Martínez se libró en la Corte Constitucional. Una batalla legal y mediática de varios meses para decidir quién tenía jurisdicción sobre el caso. Mientras tanto, días después de la captura de Santrich, la JEP solicitó las pruebas a la Fiscalía y a la justicia estadounidense para aprobar o rechazar el pedido de extradición del exjefe guerrillero. Finalmente, la Corte falló a favor de la JEP y las pruebas nunca llegaron.

En diciembre de 2018, casi ocho meses después de la captura, la JEP aún no había recibido las pruebas solicitadas. Mientras Santrich estaba detenido en la cárcel La Picota de Bogotá afuera, en los cafés y hoteles de la capital, el mencionado mexicano buscaba abogados que le garantizaran el encuentro con un magistrado de la JEP, prometiendo dos millones de dólares para supuestamente retrasar la extradición de Jesús Santrich, según se lee en los mensajes de texto a los que accedió esta revista. Todo debía hacerse sin que sus contactos se percataran de que él era agente de la DEA y de que su verdadero objetivo era generar un efecto en la opinión pública: hacer creer que los supuestos socios mexicanos de Santrich habían corrompido a la JEP.

 

El objetivo no era Bermeo, eran los magistrados

Según los chats y testimonios que reposan en el expediente de la Fiscalía, el 27 de diciembre el abogado Jaime Clavijo, quien había sido contactado por el mexicano, le comentó el negocio al exsenador Luis Alberto Gil y a su asistente Orlando Villamizar. Horas más tarde, Clavijo llevó al mexicano al apartamento de Gil donde se presentó con el nombre de Gerardo Asaff y con la chapa de abogado de empresarios mexicanos que ofrecían dos millones de dólares para hacer lobby en la JEP y retrasar el proceso de extradición de Santrich. Al día siguiente, el mexicano regresó al apartamento de Gil, donde desayunaron y luego se dirigieron al hotel JW Marriot de la calle 73. Allí, por gestiones de Gil, el mexicano conoció por primera vez al fiscal de la JEP, Carlos Bermeo.

En la tarde del 28 de diciembre aparecieron dos coroneles del Ejército en esta historia: Eduardo Ucros y Jamer Ocampo. Ambos oficiales retirados, de origen santandereano, quienes empezaron a presionar al mexicano, agente de la DEA, para que les pagara los dos millones de dólares puesto que para ellos la promesa estaba cumplida con la presentación del fiscal Bermeo. Sin embargo, el mexicano se negó porque, según él, su “padre” decía que Bermeo no servía porque no tenía suficiente poder dentro de la JEP. Así quedó registrado un mensaje que ese día le envió el mexicano a Clavijo que, a su vez,fue reenviado por este último a Villamizar, asistente de Gil, para mantenerlo al tanto de las exigencias y discrepancias con el mexicano:

“Doctor, buenas tardes, le explico lo siguiente y no es reclamo: cuando fui a ver al señor al apartamento usted me dijo que era el Magy (magistrado). No fue así. Hablamos, todo quedó bien, el señor se comprometió a que nos reuniéramos con el Magy. Ayer me dijeron que era mejor lo que ustedes tenían. Fui hoy y me salieron con otra cosa diferente que yo acepté y acepto mi responsabilidad. Mi papá dice que eso no sirve, que esa persona ya checó no tiene poder de hacer nada ni decisión. Dr. Yo tengo los papeles listos, al llegar y explicar con quién me reúno mi papá me mandó a guardar con las consecuencias que usted debe imaginarse. Ustedes han cometido errores y yo por aceptar, pero necesitamos a alguien con mando y poder dentro de ese organismo, no sé de qué manera usted puede arreglar esto y hablar con el señor de la G (Gil), le pido una disculpa a él, pero yo recibo órdenes. Explíqueles esto mismo a los amigos que están esperando el recurso…”

Los amigos a los que se refiere son los dos coroneles, el abogado Clavijo y el civil Moises Ballesteros quienes desde octubre de 2018 ayudaron a buscar al magistrado Alejandro Ramelli, a quien eligieron como blanco por ser santandereano como la mayoría de los envueltos en esta trama, dijo uno de los testigos que participó en esa búsqueda. Ramelli, quien a pesar de ser un magistrado de la JEP no tenía nada que ver con el caso Santrich, estaba siendo ubicado en una iglesia cristiana a la que asistía en Bucaramanga.

Una fuente de la JEP afirmó que el magistrado no es santandereano ni está vinculado a una iglesia de esas características. El testigo de los hechos, antes mencionado, sostuvo que ese apellido era el objetivo de octubre de 2018.

La decisión del mexicano de no pagar generó fuertes desacuerdos entre las partes. Ballesteros le advirtió, por medio de una serie de mensajes de texto, que los coroneles Ucrós y Ocampo divulgarían su verdadera identidad en los medios de comunicación, fotos y videos de sus reuniones para concretar la búsqueda del magistrado de la JEP. Los chats fueron extraídos de una comunicación larga que sostuvieron Ballesteros y el mexicano:

–Tu y el puto coronel que se cree muy verga me tienen mamado, como ustedes dicen. Entiendan, o se esperan o se esperan, no hay de otra. Si hay grabación de audio que ustedes hayan hecho se van a meter en problemas. Ya tú sabes pinche mamón de mierda. 

–Compa, no soy yo. No entiende. Esa gente está puta con todo esto. 

–Me vale verga y ya sabes, ya te avisé, puras mamadas. 

 

La conversación continuó en malos términos y el mexicano le pidió a Ballesteros que le enviara la información que tenía para creerle. A renglón seguido, Ballesteros le dijo que tenían “todo” de él, y que los coroneles eran de inteligencia, que sabían lo que hacían y cómo lo hacían. Enseguida le envió una serie de fotos que la opinión pública conocería dos meses después, el 4 de marzo de 2019, cuando el periodista Gonzalo Guillén reveló una de ellas, la de un hombre con abundante barba negra y gafas oscuras como las de los pilotos de aviación. Era el mexicano que se había presentado como Gerardo Assaf y quien hasta ese momento se negaba a pagar los 2 millones de dólares porque su “organización” aún no se había beneficiado, pues buscaba que la reunión se sostuviera con un magistrado.

El 30 de diciembre de 2018, Villamizar compartió con el exsenador Gil una conversación que sostuvo ese mismo día con Gerardo Assaf, el mexicano, donde este  le advertía que no quería más negocios con Clavijo, Ballesteros y los dos coroneles, y que, en cambio, trabajaran con Gil para sentar frente a él un magistrado de la JEP. Sin embargo, Villamizar le advirtió que la justicia no era tan vulnerable como se creía.

—“Pídale de mi parte al “sena” (senador Gil) que solo tratemos los tres, usted él y yo, de todo hay explicación, pero Jaime mintió desde el principio, ahí me dijo que el que organizó todo es un amigo del Magy, que es un pastor de una fundación y demás cosas, puras tonterías y luego al conocer al “sena” me dice que él es el que manda; después Jaime me llama y me dice: ya está la cita con el Magy, y el que aparece en la cita es otro señor que no tiene capacidad ninguna”, escribió el mexicano.

—“Todo eso se había evitado dando la cara… La justicia no es tan vulnerable como se cree”, le respondió Villamizar.

Este apartado demuestra, en parte, el papel que estaba desempeñando el mexicano en su rol de agente provocador de la DEA, fingiendo ser hijo de un narcotraficante del cartel de Sinaloa que buscaba frenar la extradición de Santrich.

Mensajes extraídos del celular del senador Gil de conversaciones con Villamizar y de las conversaciones de Villamizar con el mexicano y que le fueron reenviadas.

En la noche de ese mismo 30 de diciembre, el mexicano intercambió mensajes de texto con Villamizar, el asistente personal del exsenador Gil, en los que quedó en evidencia la angustia del agente de la DEA ante la insistencia de los coroneles de que revelarían su identidad, fotos y pasaporte. Esta amenaza resultó reveladora, pues enseguida el mexicano aclaró que eso era imposible porque él no tenía pasaporte, ni tarjetas, ni nada que pudiese revelar quién era.

La operación para desenmascarar al mexicano

La preocupación del agente de la DEA mexicano también salió a relucir cuando le escribió a Villamizar, desesperado, indagando si el exsenador Gil tenía algo que ver con las fotografías de su rostro que estaban circulando entre los hombres envueltos en esta trama. La verdad era que los coroneles tenían a su vez un amigo en la Seccional de Inteligencia Policial, Sipol Bogotá, un teniente de apellido Florido, con quien fueron hasta el edificio del exsenador Gil y le solicitaron al vigilante que les permitiera ver en los videos de las cámaras de seguridad la cara del mexicano que había quedado registrada cuando ingresó por el ascensor a la reunión del 28 de diciembre. En ese momento, tomaron las fotografías.

En el siguiente chat el mexicano le expuso sus preocupaciones a Villamizar:

—Ok. ¿Entonces usted no sabe si el Sena (exsenador Gil) tiene que ver en esto? ¿Pero con qué objeto?

—A nosotros el bajo mundo no nos interesa. Nos interesan las acciones ilustres y que implique capacidad de gestión institucional. Lo demás es bajo mundo —le respondió Villamizar.

—Entiendo, eso es lo que busco. 

—No sé nada. Yo le averigüé y me dijo que un coronel había solicitado imágenes de ingresos y él había informado a la Policía que por qué se pedía eso. Creo fue un Coronel de la SIPOL el que pidió eso. Pero no conocía las imágenes. 

Mensajes extraídos del celular del senador Gil de conversaciones con Villamizar y de las conversaciones de Villamizar con el mexicano y que le fueron reenviadas.

Incluso, en la misma conversación el mexicano volvió a insistir en el ánimo de verificar que el exsenador no tuviera nada que ver con la búsqueda de descubrir su verdadero rostro:

—Lo que hagan esas personas con lo que tienen es responsabilidad de ellos, yo no tengo nada en contra de usted o del Sena. Pero si estas personas que parecen más que simples extorsionadores con estas imágenes pretenden hacer otra cosa, le suplico no metan las manos por ellos porque nos podemos complicar. Cada quien es responsable de sus actos.

—El Sena si está preocupado porque lo han estado presionando. Eso me indicó anoche. Casi que le señalan de haber recibido y haber maniobrado para que dejaran tirado al resto de gente. Eso me dijo,

Mensajes extraídos del celular del senador Gil de conversaciones con Villamizar y de las conversaciones de Villamizar con el mexicano y que le fueron reenviadas.

El mexicano finalmente le pidió a Villamizar que rompiera con el resto de gente, le dio un nuevo número de celular y le insistió en que siguieran con la tarea. Eso sí, a la otra gente, a quienes llamó “extorsionadores de caricatura”, dijo que debía pagarles porque gracias a ellos conoció a Villamizar y al exsenador Gil:

Al finalizar la transferencia de mensajes de texto que Villamizar le hizo al exsenador Gil sobre su conversación con el mexicano, Gil le advirtió que debía avisar de una situación importante que le había pasado ese 30 de diciembre:

—No había leído todo. Toca que usted informe que hoy Ucros (coronel) me localizó, pues parece que Jaime (Clavijo) dio datos de apartamento y me dio las fotos que habían bajado. 

Mensajes extraídos del celular del senador Gil de conversaciones con Villamizar y de las conversaciones de Villamizar con el mexicano y que le fueron reenviadas.

 

Villamizar así lo hizo. Le informó al mexicano y quedaron en avanzar con la propuesta que había planteado al inicio: encontrar un magistrado de la JEP. En uno de esos mensajes en que la negociación continuaba, Villamizar le dijo:

—Ya hablé con él. El fiscal amigo tiene la primera semana convocado a una comida de amistad a los fiscales de investigación. Él asumió con seriedad el compromiso. El 4 hay una comida con el Mag. (magistrado) y el Dr. Francia, que es el lobista que conoció.

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