Micrófonos ocultos para grabar a sus compinches planificando cómo lavar el dinero estafado a Pdvsa. Una familia completa presa por el mismo delito, mansiones con cines y peluquerías privadas y una chica que pasó de enfermera a millonaria: una serie de Netflix podría escribirse con la intrincada y variopinta trama de corrupción, ambición, sexo y traiciones que ha rodeado el desfalco más grande realizado a país alguno y por el cual han caído algunos cuantos en Estados Unidos y España, aunque la gran mayoría sigue disfrutando de sus bienes mal habidos en propiedades multimillonarias.
La forma cómo han ido cayendo también podría ser novelada porque todo parece indicar que desde que arrestaron al primero con sus millones a cuestas, hubo una suerte de efecto dominó donde cada quien fue denunciando a cada cual para poder aligerar su pena, tal como lo concibe la justicia de Estados Unidos. Porque en ese país, mientras el acusado más “colabore” – que es como llaman a denunciar con pruebas a otros de su entorno criminal-, menor será su condena y mayor la cifra que le devolverán del dinero mal habido.
¿Quién habló primero y contra quién? ¿Cuál aceptó ponerse un micrófono oculto para ir a las reuniones de corruptos amigos suyos – como deslizó a la prensa un agente – y así colaborar con la justicia española? Porque desde abril del 2014 se inició la cacería policial que detonó en la detención de tres exdirectivos de PDVSA, José Luis Ramos Castillo, Christian Javier Maldonado Barillas y Alfonzo Eliézer Gravina Muñoz, quienes no solo se declararon culpables por conspiración para lavar dinero, sino que testificaron contra Abraham Jose Shiera Bastidas y Roberto Rincón, acusandolos de haberles ofrecido sobornos para que sus empresas fueran incluidas en las planillas de licitación de PDVSA. Según el Departamento de Justicia de Estados Unidos, la ganancia ilegitima alcanzó los 1 mil millones de dólares. Al año siguiente, Roberto Rincon y Shiera Bastidas fueron detenidos en Texas y esperan por su sentencia definitiva, que se producida el febrero de 2019.
Lo cierto es que los corruptos han ido cayendo y hablando. El año pasado le tocó el turno al ex jefe de Seguridad de PDVSA, Rafael Reiter Muñoz, acusado de formar parte de la red de corrupción que cobraba millones de dólares para otorgar jugosos contratos y obtener trato prioritario en el pago de facturas pendientes. Conocido como el hombre que llenaba y cuidaba los maletines de dolares en efectivo que salían de Pdvsa rumbo a las cuentas de los Kirchner en Argentina, entre sus numerosos bienes le fue confiscada su vivienda particular, ubicada en una de las zonas más exclusivas de Barcelona, España, y valorada en casi dos millones de euros.
¿Pero habló Reiter Muñoz? Porque casualmente la cacería este año fue fructífera y continuó en España cuando fue detenido Cesar Rincón, ex gerente general de la filial de compras de PDVSA, por el mismo delito de Reiter. También en España y en abril, cayeron la ex enfermera de Hugo Chávez, Claudia Díaz Guillèn, arrestada junto a su marido, Adrián José Velásquez, exguardaespaldas de Chavez. La pareja, que apareció en los Papeles de Panamá, logró amasar una fortuna inexplicable y son acusados por malversación de fondos y lavado de dinero. Hace poco, la justicia española ordenó su extradición a Venezuela.
La búsqueda de criminales continuó en junio, cuando cayeron el hijo y la esposa de Roberto Rincon: José Roberto Rincón Bravo y María Lila Bravo, quienes dejaron atrás la mansión en Texas- que tenia hasta un cine y una peluquería personal-, y en, el caso del hijo, su finca en Madrid, La Losilla, una de las propiedades más lujosas de España, con un precio estimado de 25 millones de euros.Sin contar con las abultadas cuentas bancarias en paraísos fiscales y decenas de propiedades adquiridas en tres continentes.
Y así, poco a poco, han ido cayendo uno tras otro: en julio pasado, Luis Carlos de León, ex funcionario de CORPOELEC, acusado de soborno y asociación para delinquir y lavado de dinero. Luego le tocó turno a Matthias Krull – sentenciado solamente a 10 años, lo que presupone que “colaboro” mucho con la fiscalía-, quien aceptó el cargo por “conspiración para cometer lavado de dinero”, crimen que también involucró a los venezolanos Abraham Edgardo Ortega, exdirector ejecutivo de Finanzas de PDVSA; Carmelo Urdaneta, ex asesor legal del Ministerio de Petróleo y Minería de Venezuela; Francisco Convit Guruceaga y José Vicente Amparan Croquer, alias “Chente”. De este grupo, solo Abraham Ortega ha sido detenido.
Al mes siguiente, José Manuel González Testino fue capturado en el Aeropuerto Internacional de Miami por soborno a funcionarios de Pdvsa. Y en septiembre cayeron Juan Carlos Castillo Rincón, ex gerente de una empresa en Houston, -por sobornos para asegurar contratos con la compañía energética venezolana-, y Jose Orlando Camacho, sobornado por Castillo y quien afronta también el delito de lavado de dinero.
Llegó octubre y continuaron surgiendo en las páginas rojas los nombres de los corruptos venezolanos, entre ellos el inefable Nervis Villalobos, ex viceministro de Energía de Venezuela con Hugo Chávez, detenido por orden de un juzgado de Madrid por el delito de blanqueo de capitales. Junto a el cayó el argentino Fernando Vuteff, y les confiscaron 130 lujosas propiedades involucradas en el esquema de lavado que mantenían en España y Portugal.
Ese mismo mes, el venezolano Ivan Alexis Guedez, ex funcionario de adquisiciones de PDVSA, se declaró culpable ante la jueza del Distrito Sur de Texas por un cargo de conspiración para lavar dinero y al día siguiente nos sorprendió Abraham Edgardo Ortega, ex director ejecutivo de planificación financiera de PDVSA, porque se presentó voluntariamente ante la justicia para declararse culpable del cargo de conspiración y lavado de dinero. Ortega llegó a confesar que recibió 17 millones de dólares solo en sobornos de dos empresas petroleras.