Marcel Granier dijo algo en días pasados que todos los venezolanos deberían asimilar: «nadie va a resolver los problemas de Venezuela, sólo los venezolanos podemos y debemos hacerlo.» Si se compara con la política del caudillo, de consultar absolutamente todas las decisiones con los dictadores cubanos, la de Marcel es una afirmación de carácter nacionalista. Más allá del nacionalismo, concepto tan vilipendiado cuyo significado ha perdido relevancia en bocas chavistas, la realidad mundial es ésa, es decir, la comunidad internacional no interviene en asuntos internos de nación alguna, a no ser que países actúen unilateralmente, arrastrando consigo a países satélites. Fue el caso de Afganistán, la Guerra del Golfo, la invasión china al Tíbet, Iraq, etc. Mas cerca de nuestras fronteras, hemos visto cómo la administración de Uribe, en vista de la continua negativa de Ecuador de colaborar en la detención de líderes de las FARC asentados en su territorio, decidió incursionar en Ecuador y matar a Raul Reyes. Y es el caso de la revolución chavista, metida en cuanta injerencia permiten los dineros públicos de Venezuela.
Los venezolanos, en su mayoría, son muy dados a esperar que alguien resuelva. Debe ser una peculiar característica idiosincratica, que se ha desarrollado después de muchos años escuchando el cuento aquel de que Venezuela es un país rico, y por tanto el estado debe resolverle la vida a cuanto vago nace en el territorio. El argumento de Marcel se resume en: alguien no vino. Es un argumento que contraría la postura venezolanista de pasar la vida esperando a que alguien resuelva. Es un argumento que significa tomar control del destino propio, y construir un futuro en base al esfuerzo individual. Es un argumento que no deja espacio a las denigrantes dádivas que el estado desee dispensar, ni a posturas acomodaticias resumidas en el celebre «como vaya viniendo, vamos viendo.»
La Venezuela del futuro, la Venezuela que queremos, tenemos que hacerla los venezolanos. Individualmente. Puesto que para poder formar un colectivo de individuos dispuestos a tomar las riendas de su destino y construir un país, el primer esfuerzo que debe hacerse, el primer paso requerido, es el individual. No podemos continuar esperando a que alguien resuelva por nosotros. Es tan irresponsable como ir al baño y esperar que alguien lo limpie a uno. Por cuanto el mierdero en el que estamos metidos es, todito, nuestra responsabilidad. Y es un mierdero, por cuanto nosotros, y no alguien, permitimos que nuestro país se tornara en un mierdero. Mucha gente piensa que labrarse un futuro es posible, cuando todo en derredor es un desastre. Mucha gente piensa «como a mi me está yendo bien, yo no me meto en el peo de la política.» Eso es un error, amén de tremenda irresponsabilidad. ¿O es que acaso las leyes aprobadas por las focas chavistas no van a afectar, directamente, a quienes les está yendo bien en Venezuela? ¿Y a sus hijos, y familiares? Nadie escapa al desastre, a la vorágine chavista. Nadie. El hampa, sea común sea oficial, tiene a todos los venezolanos en jaque. A todos. De igual forma, la corrupción, la inflación, y la inestabilidad tocan a todos los venezolanos. Sin excepción.
La Venezuela que yo quiero, algunos consideraran esto una utopia, es una Venezuela en la cual las muchas víctimas del crimen, de corrupción, de atropellos, tengan un lugar adonde acudir a exigir justicia. Una Venezuela donde la administración de justicia esté en manos de gente verdaderamente preparada, quienes deben devengar salarios acordes con su labor. La Venezuela que yo quiero no es aquella donde se celebra al vivo, o al que más dinero se robó, sino al más exitoso, sea cual fuere el ámbito. La Venezuela que yo quiero, es un país donde todos, sin excepción, estén sujetos al imperio de la ley, en un estado de derecho verdaderamente democrático, donde todos sean iguales ante la ley y las autoridades. La Venezuela que yo quiero, es una donde todos los venezolanos puedan involucrarse, con toda libertad, en las actividades personales, económicas, profesionales, artísticas, políticas, y religiosas de su preferencia. Una Venezuela donde se respeten los derechos humanos, civiles y políticos. Una Venezuela donde los criminales sean enjuiciados prontamente y en observancia de la ley. Deseo un país donde los jóvenes deseen quedarse, por la cantidad de ofertas a su disposición. Deseo un país, donde sea fácil ahorrar, y adquirir vivienda. Deseo un país descentralizado, donde los venezolanos puedan considerar cualquiera de sus regiones como destinos para el desarrollo de sus carreras profesionales. Un país en el cual viajar al extranjero sea tan fácil, y barato, como en Europa, donde múltiples lineas aéreas compiten en igualdad de condiciones. Deseo una Venezuela que sea más que petróleo, ron, y mujeres dizque bellas, donde se valore y apoye el talento, la iniciativa, un país que esté a la vanguardia tecnológica, con una siempre creciente clase media. Deseo un país integrado con otros de la región, signado por las más cordiales y mutuamente provechosas relaciones. Un país que sea un destino de preferencia para inversores internacionales, y que ofrezca posibilidades a mediano y largo plazo. Deseo una Venezuela rica en individuos capaces, educados, exitosos, y bien dispuestos a embraguetarse por el bienestar futuro de su país. Deseo una Venezuela independiente, en lo económico, lo político, lo alimentario, lo cultural, lo militar. Deseo una Venezuela que sea invitada a reintegrarse a la comunidad internacional como un estado de derecho, que propugna la democracia, y la libertad. Deseo una Venezuela moderna, con ferrocarriles, con excelentes vías de comunicación, con inmejorable infraestructura educativa, hospitalaria y de vivienda. Deseo un país donde no dé pena, sino orgullo, escuchar a sus líderes políticos. Deseo un país que persiga activamente, y colabore con autoridades internacionales en el arresto de criminales y terroristas. Deseo un país donde provoque pagar impuestos, donde un pequeño estado administre recursos de forma eficiente.
Soy de la opinion que la Venezuela del futuro es la de hoy. Creo que muchos venezolanos comparten, a groso modo, lo descrito en este articulo. Vivir en paz, prosperidad, y armonía es un deseo normal, natural. No creo que la mayoría de los venezolanos se vean reflejados en ese despropósito maldito llamado chavismo, que, ante todo, denigra al individuo, lo anula, y que persigue el conflicto, la guerra, o como ellos dicen «patria, socialismo o muerte.» Yo no pertenezco a esa patria, donde el que no es socialista debe esperar la muerte. Esperando a que alguien resolviese llego Chavez, y no sólo no ha resuelto sino que lo destruyó todo, y ha incitado el odio entre nosotros. Similares intentos en nuestro pasado terminaron en cruentas guerras que sumieron al país en un conflicto que duró un siglo.
Yo deseo un siglo de paz, de progreso, de prosperidad, y creo que ese deseo es compartido. Es hora de poner manos a la obra. Por ello invito a quienes lean este articulo, y concuerden con sus premisas, a comenzar a actuar a nivel individual, a ponerse en contacto con otros que puedan compartir estas ideas. El futuro de Venezuela depende del esfuerzo de todos. Ya hemos visto lo que un líder es capaz de hacer, cuando el pueblo le endosa la responsabilidad de resolver los asuntos de la nación. Venezuela no necesita otro líder, sino millones de ellos, cada uno en su esfera de influencia, haciendo un poquito en pro del bienestar común. Si estas de acuerdo, comparte este articulo, reenvialo. ¿Dejaras que alguien continúe resolviendo por ti, sin consultarte? El futuro empieza hoy, y de acciones emprendidas hoy depende el futuro.
Tomado de La Venezuela del futuro comienza hoy