Aquella joven de cabello castaño y nariz perfilada, era vivaz, con un carisma particular, amigable y confiaba en las personas que la rodeaban. Cursó en un principio sus estudios en un colegio público, que pertenecía a las empresas básicas de Guayana, pero por la falta de transporte público en la región, la ausencia de profesores en el instituto y el temor de que perdiera el año por estas causas, sus padres tomaron la decisión de cambiarla a la Unidad Educativa Adventista Maranatha, situada en San Félix, estado Bolívar.
Ángela Aguirre, de tan solo 16 años, en el primer trimestre en el colegio adventista, cursando el quinto año de bachillerato, logró la excelencia educativa. Ella, era parte del cuadro de honores.
Ángela y sus familiares conocían desde hace cuatro años a José Alberto Cedeño, de 18 años, así como a su tío José Zorilla y a Glauder Zorilla.
La joven recibía en su casa la visita de José Alberto, hasta que un tiempo dejó de verlo, sin conocerse el motivo, y nuevamente supo de él a principios de marzo de este año cuando comenzó reiteradamente a asistir a su vivienda.
José Alberto, en una de esas visitas, le dijo que el 23 de marzo era su cumpleaños y que recordara asistir.
Un viaje en “La Kaki”
Ese 23 de marzo, Ángela metió en un bolsito una ropa de cambio, sus cremas y un paño. Estaba animada por ir a la fiesta de cumpleaños de José Alberto, que se desarrollaría en el Club Ítalo Venezolano de Guayana.
Ángela se puso su traje de baño, un short de jean negro, una camisa rosada con el logo de Guess y luego conversó con José Alberto por mensajería de Whatsapp sobre las personas que asistirían a la celebración.
Cuando el reloj marcaba las 5:00 de la tarde, Ángela salió con su madre, a bordo de un vehículo, de su residencia, situada en el sector Los Alacranes de San Félix rumbo al club.
Sin retorno
Como Ángela pactó con su madre de que se verían en la entrada del club a las 8:00 de la noche, su progenitora llegó a su encuentro, pero no había rastro de ella.
Su madre comenzó a llamarla, pero ella no le contestaba, se comunicó con el padre de la joven y él le dijo que regresara a la vivienda, que luego retornaban al club para buscarla.
La madre de Ángela continuaba preocupada al no poder comunicarse con su hija. Tanta fue su impaciencia que llegó a realizarle 54 llamadas, de acuerdo al registro telefónico del celular de la joven.
Cerca de las 2:00 de la madrugada del domingo 24 de marzo, la madre de José Alberto llamó a la de Ángela para decirles que su hijo le había contado que la joven se montó en una lancha, luego presuntamente se cayó y no la encontraron.