Los artífices de la conspiración contra el candidato Aristóbulo Istúriz y del sabotaje de su campaña electoral no han tenido más que resignarse y aceptar que el efímero príncipe del Palacio de Los Jardines nunca pudo ser el candidato.
No superan el rencor por el destino del príncipe, rebasado en aceptación y obra de gobierno por los que fueron sus subordinados en el pasado.
Quedarán sólo para acompañar a los pequeñines que desarrollan sus conspiraciones en uno que otro artículo de portales pro-oficialistas y que desaparecen misteriosamente del ciberespacio.