Existe un record de mi posición con respecto a Julian Assange, y su Wikileaks. Lo que no había publicado, hasta ahora, es que traté de hacer contactos con Assange, y gente de su organización, para obtener todos los cables relacionados con Venezuela y Hugo Chavez. Y mi intento fue motivado por un articulo de Pedro Burelli, titulado «Wikileaks y el desfalco venezolano», publicado en el diario El País. Cabe recordar que dicho diario fue uno de los 4 escogidos inicialmente por Assange para ir publicando, a cuenta gotas, los cables diplomáticos del Departamento de Estado.
En el mencionado articulo, Pedro argumentó lo siguiente:
…quisiera expresar mi profunda sorpresa sobre la forma en la cual fueron editados por ustedes una serie de cables procedentes de la Embajada de Estados Unidos en Caracas referentes a información obtenida de altos cargos del Ministerio de Energía y de la estatal Petróleos de Venezuela. En esos correos se denuncian crímenes contra el erario público venezolano cometidos con el conocimiento o bajo las órdenes del presidente Chávez y/o del ministro de Energía y presidente de PDVSA, Rafael Ramírez.
En total acuerdo con éste argumento, por cuanto por mucho arreglo editorial que Assange haya podido fraguar con el equipo editorial de El País, continúa siendo un crimen estar en conocimiento de actividades ilícitas y no denunciar las mismas debidamente. Que un diario español, a sabiendas de posibles actividades criminales, se tome la libertad de inmiscuirse en asuntos extraños a su competencia, al impedir la publicación de información que pudiere comprometer legal y penalmente a personeros del chavismo, sugiere complicidad en la comisión de dichos actos.
Así las cosas, envié un correo a varios periodistas, blogueros y dueños de medios venezolanos para solicitar a Assange y Wikileaks, de forma colectiva, la entrega de todos y cada uno de los cables relacionados con Venezuela. Dicha solicitud fue enviada directamente a Wikileaks ([email protected]), al abogado de Assange aqui en el Reino Unido (Mark Stephens), al vocero de Assange (Kristinn Hrafnsson), y a un periodista de Aftenposten (Jan Gunnar Furuly), diario noruego al cual le fue filtrada, a posteriori, la base de datos completa. Demás está decir que ninguno accedió a nuestra solicitud. De hecho, ninguno de los correos enviados a Wikileaks, sus empleados, colaboradores o abogados fue respondido. Erroneamente pensé que Assange aceptaría nuestra solicitud, habida cuenta que fue invitado a participar al Oslo Freedom Forum del 2010, en donde habría podido conocer a algunas de las personas que formaron parte del pequeño grupo descrito y por tanto podría estar enterado de la situación política venezolana.
Ya es sabido que Assange no simpatiza sino con su propia causa. Y para muestra de la máxima «dios los hace y ellos se juntan», la noticia de que Assange dizque «no confía en los medios venezolanos» fue anunciada por Fidel Cano, director del diario El Espectador de Colombia, quien además anunció que 16.000 cables, algunos relativos a Venezuela, le habían sido entregados por Assange. Mi opinión con respecto a la hipócrita complicidad con la cual sucesivos gobiernos de Colombia tratan las relaciones de Hugo Chavez con grupos narco-terroristas colombianos es también pública. Por ello, no me sorprendió en lo absoluto que Assange supuestamente se decantase por medios colombianos.
Pero a medida que pasa el tiempo, la posición de dizque redentor de la libertad mundial de Assange se torna cada vez más insostenible. Ahora nos enteramos que Assange le pagó €2.000 a un tal Israel Shamir, identificado en publicaciones izquierdistas como un neo nazi, anti semita, para que llevase, y entregase, cables, nada menos que a Aleksander Lukashenko, el dictador bielorruso.
Así las cosas, creo que es un honor que Assange no confíe en periodistas, blogueros y medios venezolanos. La evidencia de su apoyo a dictadores, medios y países cómplices con el narco terrorismo nos coloca en las antípodas del espectro político, social y humano.