A Gonzalo Tirado, lo busca la justicia venezolana desde enero de este año. Sus abogados en Miami le han pedido que guarde silencio. Mientras tanto, en Caracas se ventila la historia detrás de los bancos en los que tuvo influencia: Inverunión y Mi Casa. Hoy, sus socios están presos o buscados. Operaciones de reporto -instrumento para otorgar créditos con garantías en títulos valores- con empresas de dudosa capacidad financiera; órdenes de ejecución de contratos de mutuos activos provenientes de la firma Gonzalo Tirado & Asociados hacia el departamento de tesorería de Mi Casa; certificados de inversión de empresas cooperativas colocados por instrucciones de la tesorería de Inverunión hacia Mi Casa, cuyos fondos se movieron a través de otras empresas y que terminaron transferidos a cuentas del Banco Canarias, primera institución intervenida a finales de 2009. Esto es apenas una muestra del repertorio que según fuentes vinculadas a ambas instituciones constituyeron el presunto fraude de Gonzalo Tirado.
Por ejemplo, en mayo de 2009, Mi Casa montó seis operaciones de reportos. De tres de las empresas no hay registros confiables. Dos están suspendidas por el Registro Nacional de Contrataciones y la otra sólo aparece como «accionista» de Factor AG y de Activos Corporativos AG.
Esto no es coincidencia. Se trata de la misma firma que el 18 de diciembre de 2009 el Ministerio Público allanó por su «presunta relación con la investigación seguida a los bancos Canarias, Banpro, Confederado y Bolívar», según un comunicado oficial.
A finales de julio, las operaciones se renovaron con vencimiento a septiembre. Y llegada la fecha, hubo otra renovación. Cancelaron los intereses y sustituyeron a las tres empresas del grupo AG por otras con nombres asociados a Asia y al petróleo, que en una primera búsqueda tampoco llevan a ningún registro confiable. En total, estos reportos sumaron cerca de Bs.F. 160 millones.
El año que se fue
Las expectativas de Tirado a finales de 2008 eran ambiciosas. Ese diciembre, los directores principales de Mi Casa, entidad con fuerte presencia en Maturín y todo Oriente, se enteraron de sus intenciones de compra. El ingeniero Armando Simosa, presidente de la junta directiva de Mi Casa, anunció que las negociaciones estaban en puertas.
Pero antes, Tirado haría una movida que creía segura: el 3 de febrero de 2009 compró a Ignacio Salvatierra, por medio de la Bolsa de Valores de Caracas, la totalidad de las acciones de Inverunión.
Sin embargo, los cambios en la dirección de la Superintendencia de Bancos y en la Comisión Nacional de Valores retardaron sus planes. Justo donde el banquero, según allegados a él, ostentaba tener contactos.
Sin embargo, Tirado avanzó. En marzo de 2009, Mi Casa designó nuevos directores principales en su junta directiva. La idea era involucrarse progresivamente en la operatividad del banco, mientras se afinaba la negociación.
Y a partir de ahí, explican, comenzaron los cambios y «la creación de una estructura corporativa para el manejo de la entidad, la cual estaba dirigida desde la tesorería de Inverunión».
En paralelo, como registró la prensa, Tirado logró «un salto de más de 2.000%» en las captaciones de depósitos de organismos públicos en Inverunión e intentaría lo propio con Mi Casa. Pero antes debían salir de las notas estructuradas que poseía el banco, con las cuales, según la Ley, es imposible vender.
Decidieron inscribir las acciones en la Bolsa de Valores, tarea de la que se encargaría Tirado, para repetir la estrategia de Inverunión. Pero circunstancias personales llevaron a Simoza a retirarse. La estructura, no obstante, ya se había echado a andar. Y desde Caracas giraban instrucciones para colocar instrumentos financieros, con las tesorerías de los bancos fundidas en una sola.