A continuación publicamos un informe de la Unidad de Inteligencia (UI), que no representa la posición de este medio, del equipo ni de su autora.
Un informe preparado por la Unidad de Inteligencia UI, expertos señalan que «Atacar y acabar con el Cartel de los Soles con la consecuente defenestración del régimen de Nicolás Maduro, podría desencadenar un conflicto más peligroso y prolongado que transformaría a Venezuela en un Estado fallido al estilo de Irak o Libia».
De acuerdo al estudio, la posibilidad de tal escenario de caos se fundamenta en la fragmentación inmediata de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), cuyo colapso de mando, en horas, facilitaría la expansión violenta de grupos armados, entre ellos el ELN, las disidencias de las FARC y las megabandas criminales.
Sostienen que «Los principales riesgos identificados son una guerra de baja intensidad en centros urbanos y rurales, un éxodo migratorio adicional de proporciones históricas, todo junto a la necesidad potencial de una masiva intervención internacional no planificada».
Sin embargo, hay que advertir que el reporte no niega que exista una ventana de oportunidad estratégica gracias al liderazgo civil legitimado y el amplio apoyo internacional, pues solo un plan de transición militar negociado y una alianza internacional de estabilización podrán evitar un colapso catastrófico.
Lea también: Operaciones militares de EE. UU. sobre el Cartel de los Soles en el Caribe generan tensión y desgaste en su principal soporte: las FANB
Escenario real tras una posible salida de Maduro según el informe
Documentación desclasificada y simulaciones de juegos de guerra del gobierno de EE. UU., concluyen de manera inequívoca que la caída de Nicolás Maduro no garantiza una transición estable en Venezuela. Por el contrario, este evento incrementaría drásticamente la probabilidad de un conflicto prolongado y caótico, posicionando al país como un potencial Estado fallido, similar a los escenarios post-conflicto de Libia o Irak.
Entre los principales factores de riesgo se encuentran, en primer lugar, una fragmentada Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), propensa a colapsar en un lapso de 24 a 72 horas, así como un robusto ecosistema criminal —ELN, disidencias de las FARC y megabandas— listo para expandir su control territorial. Esto desencadenaría una guerra de baja intensidad de hasta 36 meses, un éxodo masivo adicional de 2 a 4 millones de personas y el colapso total de los servicios estatales.
Por ello, ante tal panorama y para mitigar este colapso catastrófico, cualquier transición exitosa debe fundamentarse en tres pilares indispensables:
un plan detallado para la transición militar que integre o neutralice a las facciones de la FANB,
una estrategia de gobernanza inmediata para controlar el territorio y la infraestructura crítica, y
una alianza internacional coordinada para proveer apoyo humanitario, logístico y de seguridad.
Por tanto, la conclusión central del análisis, es que la salida de Maduro no es el final del conflicto, sino el inicio de un período más peligroso para Venezuela.
Salida de Maduro no es sinónimo de estabilidad
El informe refiere que tal y como están planteadas las cosas, la salida de Nicolás Maduro del poder no es sinónimo de estabilidad. En cambio, este escenario aumenta la probabilidad de que Venezuela se sumerja en un conflicto caótico y extendido, con múltiples actores armados compitiendo por el poder y el control territorial.
Se trataría, pues, de una dinámica que situaría a Venezuela en la categoría de un Estado fallido, siguiendo el patrón observado en países como Libia o Irak después de 2003.
Cuatro fuerzas que definen el escenario venezolano
El informe plantea que la Venezuela futura post-Maduro estaría determinada por la interacción de cuatro fuerzas clave, cada una con sus propios intereses y capacidades.
A saber:
1. La fuerza militar fragmentada
La Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) no es un bloque monolítico y su cohesión es extremadamente frágil. Se caracteriza por sus divisiones internas en las que existen facciones de leales al régimen, pragmáticos dispuestos a negociar y un contingente significativo de oficiales que temen represalias en un nuevo gobierno.
Las simulaciones de juegos de guerra indican que, sin un mando centralizado y unificado, la cadena de control de la FANB colapsaría en un plazo de 24 a 72 horas tras la caída del régimen. Este colapso podría desencadenar guerras internas entre unidades militares por el control de cuarteles y arsenales, así como deserciones masivas que alimentarían a otros grupos armados.
2. El ecosistema criminal
Grupos armados ilegales consolidaron un poder significativo que podría expandirse agresivamente ante un vacío de poder estatal. El ELN y las disidencias de las FARC tienen una presencia significativa en el país. De hecho, el ELN controla corredores estratégicos desde Apure hasta Bolívar, posee capacidades militares avanzadas —explosivos, drones armados— y prometió defender al chavismo.
Asimismo, están las megabandas, representadas por organizaciones como el Tren de Aragua, la banda de Wilexis y el Sindicato del Oro, las cuales tienen el potencial de expandir su control territorial.
A los anteriores se suman los colectivos urbanos, los cuales actuarían como fuerzas paramilitares leales a los remanentes del régimen, especialmente en centros urbanos clave.
3. La resistencia civil y el aparato estatal
Existe una tensión fundamental entre el liderazgo político emergente y la estructura burocrática heredada del chavismo.
María Corina Machado cuenta con un claro mandato popular producto de las primarias, pero carece de control sobre las instituciones del Estado. Entretanto, durante 25 años, el chavismo posicionó a sus leales en todos los niveles del poder: gobernadores, alcaldes, jueces y burócratas.
Por tanto, en una transición pactada que ofrezca garantías de impunidad o amnistía, es altamente probable que gran parte de este aparato civil se resista activamente o sabotee al nuevo gobierno.
4. Los actores externos
Los intereses de varias naciones convergen en Venezuela, y sus acciones influirán decisivamente en el resultado de una transición.
Estados Unidos: sus principales objetivos son detener el narcotráfico, desmantelar el Cartel de los Soles y contener la influencia de actores terroristas en la región.
Cuba: la caída de Maduro significaría la pérdida de su principal proveedor de petróleo. Se espera que active sus redes de inteligencia para preservar su influencia.
Irán y Rusia: ambos países verían un cambio de régimen como un golpe estratégico a sus intereses militares y financieros en América Latina.
Colombia: su mayor temor es un desbordamiento del conflicto, con un refugio masivo del ELN en su territorio y una nueva ola migratoria incontrolable.
Riesgos estratégicos críticos
Asimismo, el informe indica que un colapso desordenado del Cartel de los Soles y el régimen de Nicolás Maduro y presenta cuatro riesgos de alto impacto que podrían desestabilizar a toda la región.
RiesgoDescripciónGuerra de baja intensidadDuración estimada de 12 a 36 meses, con zonas del país controladas por facciones militares o insurgencias. Se anticipan enfrentamientos urbanos en ciudades clave como Caracas, Maracay, Valencia y Maracaibo, llevando a una fragmentación territorial.Éxodo de proporciones históricasSobre los 8 millones de desplazados actuales, un colapso del Estado podría generar entre 2 y 4 millones de nuevos refugiados en cuestión de semanas, superando la capacidad de respuesta de los países vecinos.Fallo total del EstadoLa pérdida del control militar y del orden público conduciría a saqueos masivos, toma de instalaciones petroleras, paralización de refinerías y el colapso de los sistemas de suministro de electricidad y agua a nivel nacional.Intervención internacional no planificadaUn escenario de caos total podría forzar una intervención militar. Un despliegue estadounidense para estabilizar el país requeriría entre 30 000 y 60 000 soldados, una operación de escala comparable a la de Irak. Ningún actor regional posee la capacidad logística para tal misión.
Oportunidades estratégicas
El reporte advierte que a pesar de los graves riesgos, una transición, si se gestiona adecuadamente, también presenta oportunidades únicas para la reconstrucción de Venezuela.
Liderazgo civil con legitimidad popular: María Corina Machado posee un mandato electoral claro, una fuerte identidad simbólica y un plan de transición preparado para ejecutarse desde el «Día 1».
Apoyo internacional amplio: existe un consenso entre EE. UU., la OEA, la Unión Europea y la mayoría de los países de la región para apoyar una transición democrática.
Ventana para desmantelar el crimen organizado: el caos inicial podría ser aprovechado para ejecutar operaciones quirúrgicas contra el Cartel de los Soles, las redes de corrupción militar y los intermediarios del comercio ilegal de petróleo.
Oportunidad para la reconstrucción institucional: una transición bien diseñada permitiría iniciar la restauración de instituciones clave como PDVSA, el sistema judicial, las Fuerzas Armadas y el marco democrático general del país.
Escenarios estratégicos
El informe cita tres posibles escenarios para la salida de Nicolás Maduro, cada uno con un nivel de riesgo y un resultado diferente.
EscenarioNivel de riesgoResultados probables1. Colapso súbitoAltoCaída de Maduro por presión militar o insurrección. Conduce a la fragmentación de la FANB, saqueos, guerra urbana y una alta probabilidad de intervención extranjera.2. Transición negociadaMedioAcuerdo con sectores pragmáticos de las fuerzas militares y gobernadores. Reduce el nivel de caos, pero persisten grupos armados. Posibilidad de un gobierno dual en las primeras etapas. Requiere apoyo internacional inmediato.3. Salida escalonada con garantíasPoco probableMaduro negocia su salida a cambio de protección y garantías judiciales. Resulta en una transición ordenada, menor violencia, la integración disciplinada de sectores de la FANB y la recuperación del control territorial en meses en lugar de años.
Pilares para evitar el colapso
El reporte compara la situación venezolana con casos como Irak, Libia y Panamá y, junto con los resultados de los juegos de guerra, ofrece una lección fundamental.
La caída de Nicolás Maduro no es el final del conflicto, sino el comienzo del periodo más peligroso para Venezuela, estima.
Refiere que para evitar un colapso catastrófico y una crisis humanitaria de escala histórica, cualquier esfuerzo de transición debe apoyarse en tres pilares estratégicos coordinados:
Plan de transición militar: es crucial contar con un plan para integrar, neutralizar o cooptar a las diferentes facciones de la FANB. Esto implica negociar garantías y asegurar el control inmediato de los arsenales para prevenir su dispersión.
Gobernanza inmediata del territorio: se debe priorizar el despliegue de fuerzas mixtas y disciplinadas para asegurar el control de infraestructura crítica, incluyendo puertos, aeropuertos, refinerías y fronteras, y así mantener un mínimo de orden público.
Alianza internacional de estabilización: se requiere una coalición robusta que incluya a EE. UU., Colombia, Brasil y países europeos para coordinar una respuesta multifacética que abarque apoyo humanitario, judicial, logístico y de seguridad.
Vea en Sin Filtros “Trump aprieta el gatillo: tierra, mar y narrativa contra el narcoestado venezolano”: