en sus 10 años se han fugado más de USD 150 billones

Presionado por una aguda crisis política que llevó a la paralización de la industria petrolera, descenso de los depósitos en el sistema financiero, incremento desmesurado en la compra de dólares y déficit en las cuentas públicas el 22 de enero de 2003 Hugo Chávez cerró el grifo de las divisas y decretó un control de cambio que arriba a diez años de existencia.

La medida, que otorgó al Gobierno el poder de decidir quién pude comprar cuántos dólares, se convirtió en una política permanente a pesar de que la producción de crudo se recuperó y el precio del barril ha desafiado la ley de la gravedad propiciando el boom petrolero más prolongado de la historia.

El control de cambio tiene como objetivo acabar con la fuga de divisas y contener la inflación garantizando la estabilidad del tipo de cambio para las importaciones, pero los resultados no han sido los esperados.

El último informe elaborado por Barclays Capital precisa que durante los diez años de control de cambio la fuga de capitales asciende a 150 mil millones de dólares y entre 2007 y 2012 la salida registra un promedio de 20 mil millones de dólares al año, es decir, tres veces más el promedio alcanzado durante los cinco años previos al control.

Analistas indican que la salida de capitales, a pesar del cerrojo, ocurre por la emisión de bonos en dólares de Pdvsa y el Ministerio de Finanzas, que los ciudadanos y las empresas compran con bolívares y luego revenden en el exterior para obtener divisas.

Esta modalidad, que explica el meteórico ascenso de la deuda externa de la República, también se ha utilizado desde 2010 en el Sitme, un sistema donde las empresas compran bonos en dólares en el Banco Central.

Otra manera de escape fue el activo mercado paralelo, alimentado con sofisticados mecanismos de permuta hasta que en 2010 el Gobierno lo clausuró interviniendo a prácticamente todas las casas de bolsa.

 Al mismo tiempo no hay que descartar que esté operando, como ocurrió en el control de cambio que decretó Jaime Lusinchi, la sobrefacturación de importaciones, es decir, la posibilidad de que algunas empresas soliciten en Cadivi más dólares de los que en realidad utilizan para importar.

La lógica del Gobierno es que regular la compra de divisas permite mantener estable el tipo de cambio oficial por mucho tiempo a fin de asegurar que el costo de las importaciones crezca poco y la inflación sea baja, no obstante, la realidad es que los precios aumentan constantemente.

Barclays señala que en los diez años de control de cambio la inflación registra un promedio anual de 20%, prácticamente la misma cifra de cuando no había regulación y en los últimos cinco años se ha situado en un promedio de 26,3%, el más alto de América Latina.

Al mismo tiempo de que las autoridades mantienen fijo el tipo de cambio inyectan una gran cantidad de bolívares a la economía a través del gasto público creando un desequilibrio entre la oferta y la demanda que impulsa la inflación porque las empresas pueden encarecer los productos sin sufrir descensos importantes en las ventas.

Además, una porción importante de la economía utiliza como referencia al tipo de cambio negro que se ha despegado por completo del dólar oficial creando mayor presión inflacionaria.

Durante los primeros tres años del control de cambio las autoridades hicieron que el precio del dólar aumentara prácticamente igual que el resto de los productos pero desde 2005 no ha sido así, por lo tanto, el billete verde es el artículo más barato en la economía después de la gasolina.

El resultado es que es más barato importar que producir en Venezuela y las compras al exterior se han disparado mientras la dependencia en el petróleo crece al punto de que el barril provee 96 de cada 100 dólares que ingresan al país versus 80 el año previo al control.

Como el Gobierno es el vendedor de los dólares baratos las finanzas del Estado reciben el impacto de colocar divisas en el mercado a un costo muy inferior al real.

Barclays calcula que desde que se implementó el control de cambio la venta de dólares baratos ha significado para el Gobierno, en promedio anual, un costo equivalente a 6,8% del PIB y en 2012 esta magnitud se disparó hasta 10% del PIB.

Hay más. Este costo es superior al déficit promedio que han tenido las cuentas públicas de 5,6% del PIB y que ha obligado a incrementar la deuda de la Nación que entre 2008 y 2012 aumenta desde 23% del PIB hasta 51% del PIB.

En este entorno Barclays considera que el ajuste del tipo de cambio que desde 2010 es 4,30 bolívares por dólar es inevitable aunque el tiempo en que ocurrirá está en duda por la incertidumbre política según reportó el diario El Universal.

Tomado de en sus 10 años se han fugado más de USD 150 billones

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