En el centro de una red de cabildeo y corrupción en EEUU – Cuentas Claras Digital

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Un gran jurado federal en Washington ha presentado una nueva acusación formal que vuelve a poner al magnate de los medios venezolano Raúl Gorrín en el epicentro de un escándalo de cabildeo y corrupción. El empresario, acusado previamente de sobornar a altos funcionarios del régimen de Nicolás Maduro para desviar fondos públicos, habría utilizado al excongresista estadounidense David Rivera como su agente en un esfuerzo por eliminar sanciones en su contra. Con información de AP.

El vínculo entre Rivera y Gorrín

Según la acusación, entre junio de 2019 y abril de 2020, David Rivera, exrepresentante republicano de Miami, presionó a altos funcionarios de la administración Trump para beneficiar a Gorrín. Por sus actividades de cabildeo, Rivera habría recibido más de 5.5 millones de dólares, sin registrarse conforme a la Ley de Registro de Agentes Extranjeros, un requisito legal para quienes trabajan en representación de intereses extranjeros.

La acusación también incluye cargos por lavado de dinero. Rivera, supuestamente, creó empresas fantasma en Delaware para ocultar sus actividades ilegales, utilizando nombres vinculados a un exfuncionario estadounidense, quien, según los fiscales, desconocía que su identidad estaba siendo utilizada en estas operaciones.

El rol de Gorrín en la trama

Gorrín, conocido por controlar la cadena de televisión Globovisión y por su cercanía con el régimen madurista, habría buscado usar a Rivera y otros intermediarios para suavizar las sanciones impuestas por Estados Unidos. Entre sus estrategias, según documentos judiciales, estuvo el intento de acercarse a figuras clave de la administración Trump, incluyendo al entonces vicepresidente Mike Pence y al senador Marco Rubio, excompañero de habitación de Rivera durante su etapa como legisladores en Florida.

La relación de Gorrín con Rivera no es un caso aislado. El magnate ya había sido acusado en 2018 y nuevamente en 2024 de liderar esquemas de corrupción que incluyeron el desvío de fondos de PDVSA, la estatal petrolera venezolana, a través de contratos falsos y sobornos multimillonarios.

Un esfuerzo fallido de influencia

A pesar de los intentos de Gorrín por influir en la política estadounidense, la estrategia terminó fracasando. En 2019, el entonces presidente Donald Trump reconoció a Juan Guaidó como el líder legítimo de Venezuela e impuso sanciones más severas al régimen de Maduro. Sin embargo, antes de ese giro, Gorrín logró obtener fotos estratégicas y reuniones que buscaban legitimar su posición.

Entre otros esfuerzos, Rivera intentó organizar un vuelo privado y una reunión entre Gorrín y una asesora de la Casa Blanca, además de coordinar encuentros con ejecutivos de Exxon a través del representante Pete Sessions, de Texas. Estos movimientos buscaban fortalecer el acercamiento de Gorrín con la administración Trump, utilizando su red de contactos en Estados Unidos.

El impacto de las acusaciones

Las nuevas acusaciones subrayan el alcance de las redes de corrupción transnacional asociadas a Raúl Gorrín y sus esfuerzos por proteger sus intereses en medio de sanciones internacionales. Mientras tanto, el excongresista Rivera enfrenta un proceso judicial que podría desenmascarar aún más las operaciones de Gorrín y su influencia en círculos políticos de alto nivel en Estados Unidos.

Gorrín, quien sigue siendo un fugitivo de la justicia estadounidense, simboliza el estrecho vínculo entre la corrupción en Venezuela y los intentos del régimen de Maduro por influir en políticas extranjeras, utilizando millones de dólares malversados del patrimonio público.

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