Elecciones presidenciales en Honduras: ¿intervención Rusia y Estados Unidos afecta los resultados de los comicios?

La tensión y la incertidumbre prevalecieron en el ambiente de las elecciones presidenciales en Honduras desde su convocatoria. Transcurridos dos días aun se desconoce quién es el candidato ganador. ¿Pudieran tener alguna incidencia o afectación en los resultados la intervención de potencias extranjeras, como Rusia y Estados Unidos?

La jornada electoral del pasado 30 de noviembre, caracterizada por una participación masiva y la búsqueda popular de un cambio político significativo que ponga fin a la corrupción, se desarrolló —y sigue desarrollándose— en condiciones críticas, por decir lo menos, en razón de que, previo a los comicios y aun durante su desarrollo, por el cúmulo de acusaciones de maniobras del oficialismo izquierdista para retener el poder y el rechazo generalizado a gobiernos anteriores vinculados al narcotráfico y el fraude.

La contienda adquirió una dimensión geopolítica inusual, evidenciada por la intervención de voceros de Moscú quienes protestaron las acciones de Estados Unidos y la alianza estrecha entre el partido gobernante y el chavismo venezolano.

Los principales candidatos y la presidenta, Xiomara Castro, lucharon por el voto en un ambiente donde se reportó el uso de encuestas falsas y estrategias de guerra informativa para influir en los votantes primerizos. Ante la tensión, el partido oficialista, incluso, adelantó que no reconocería los resultados preliminares, mientras que la sensación entre los ciudadanos era que esta era una jornada decisiva para el futuro de la nación centroamericana.

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Masiva participación

Las elecciones presidenciales en Honduras se caracterizaron por una masiva participación ciudadana, impulsada por un profundo deseo de cambio político para combatir la corrupción y el estancamiento. Un factor crucial en estos comicios fue la incorporación de aproximadamente 800 000 nuevos votantes adultos, una cifra histórica que tiene el potencial de definir totalmente el resultado electoral.

Largas filas de votantes desafiaron las condiciones climáticas, lo que fue interpretado por ciudadanos y analistas como un reflejo del anhelo generalizado de un cambio de rumbo en el país, que en legislaturas recientes enfrentó gobiernos vinculados al narcotráfico y la corrupción.

El proceso se desarrolló en un ambiente de alta tensión, marcado por un complejo duelo geopolítico con influencias de Estados Unidos, Venezuela y Rusia.

El candidato liberal, Salvador Nasralla emergió como el favorito según encuestas no oficiales, mientras el oficialismo, liderado por la familia Zelaya, desplegó tácticas para mantenerse en el poder, incluyendo la descalificación de sus oponentes y el anuncio preventivo de que no reconocerían los resultados preliminares. Sin embargo, a la fecha, prevalece un empate técnico de Nasralla con Nasry Asfura —apoyado por EE. UU.— por lo que cada voto cuenta para definir el escrutinio.

Irregularidades y guerra de desinformación

La contienda estuvo además enturbiada por una guerra de desinformación en redes sociales y la presencia de un número histórico de nuevos votantes, cuyo impacto es potencialmente decisivo.

Una batalla que se desarrolla, no solamente en las urnas electorales, sino también en las redes sociales, convertidas en la principal fuente de datos. Una intensa guerra informativa diseñada para influir en la percepción de los votantes y, potencialmente, en los resultados.

Los aparatos partidistas violaron la ley al difundir en redes sociales supuestas encuestas a pie de urna al mediodía para proclamar victorias tempranas. Un asociado de Zelaya afirmó: “Vamos 10 puntos arriba según Gallup”.

En contraste, una encuesta digital posicionaba a Nasralla como ganador en 11 de los 18 departamentos, y la casa de apuestas Polymarket le otorgaba cerca del 59 % de los apoyos.

Según Mario Serna, creador de Honduras Verifica, estas tácticas tenían como objetivo principal al nuevo electorado. Advirtió que “las encuestas falsas, o sin control, funcionan como parte de una guerra informativa estratégica, diseñada para moldear emociones, alterar percepciones y, en última instancia, afectar la participación ciudadana”.

La declaración del oficialismo y del jefe de las Fuerzas Armadas le agregan gasolina a la candela al anunciar que no reconocen los datos iniciales del CNE. Se trata de una maniobra significativa para oscurecer el proceso y generar incertidumbre.

Cargos en disputa y observación internacional

Más de seis millones de hondureños estaban habilitados para votar. La jornada será definitiva para el futuro de la nación centroamericana que, además del nuevo presidente de la república, define otros cargos fundamentales.

ConceptoCifras y datos clavePuestos de elecciónPresidente y tres vicepresidentes. 128 diputados del Parlamento y sus suplentes. 298 alcaldes y vicealcaldes municipales.ObservadoresMás de 4 000 observadores nacionales e internacionales.Organismos internacionalesPresencia de delegaciones de la Unión Europea (UE), la Organización de los Estados Americanos (OEA) y congresistas de Estados Unidos.

Las partes en disputa

La contienda estuvo dominada por la tensión entre el oficialismo de izquierda y una oposición fragmentada, con acusaciones cruzadas y maniobras políticas que definieron el tono del día.

El oficialismo, representado por el Partido LIBRE, liderado por la presidenta, Xiomara Castro, quien calificó la jornada como «una fiesta cívica» y su esposo, el expresidente, Mel Zelaya, adoptó una postura más confrontativa, atacando directamente al candidato favorito: “Trump es el que mejor ha definido la retorcida personalidad de Salvador Nasralla (…), un oportunista que no es fiable”.

El partido oficialista y sus aliados anunciaron que no reconocerían los resultados preliminares del CNE, lo que agrega más tensión al proceso.

Pudo constatarse una estrecha alianza del oficialismo hondureño con el chavismo, lo que incluyó la incorporación de influencers venezolanos a su campaña.

Salvador Nasralla, candidato Liberal, es un periodista de 72 años, posicionado como el gran favorito en las encuestas. Se mostró confiado en su victoria y acusó al oficialismo de intentar comprar votos: “Con el dinero que robaron están ofreciendo 12 000 pesos (400 euros) por el voto”.

Rixi Moncada, candidata oficialista, participó activamente en la jornada, pero se mantiene en tercer lugar en los escrutinios, muy alejada del casi 40 por ciento cada uno con que batallan Nasralla y Asfura.

Nasry Asfura, candidato Nacional, identificado como «el amigo de Trump», formó parte del trío de principales contendientes y se mantiene a la cabeza en los resultados preliminares.

El papel de las Fuerzas Armadas

El general, Roosvelt Hernández, jefe del Estado Mayor Conjunto de Honduras, repitió la postura del oficialismo de no reconocer los resultados preliminares. Se destaca su presencia previa en el «megafraude orquestado» por Nicolás Maduro en Venezuela.

La presidenta del CNE, Ana Paola Hall, le dirigió una advertencia directa: “En sus manos está dirigir la constitucionalidad por la senda democrática”.

Dinámicas geopolíticas e influencia internacional

Las elecciones presidenciales en Honduras trascendieron el ámbito nacional, al convertirse en un escenario de intereses geopolíticos más amplios.

Influencia de Estados Unidos:

La relación con EE. UU. es un eje central para Honduras, cuyo principal recurso económico son las remesas de entre 1.5 y 2 millones de emigrantes que residen allí. La figura de Donald Trump irrumpió en la campaña, siendo utilizado por Mel Zelaya para atacar a Nasralla y asociado directamente con el candidato Nasry Asfura.

Intervención de Rusia:

De manera inédita para el país centroamericano, Moscú intervino a través de un portavoz oficial para protestar por lo que consideró «maniobras del mandatario estadounidense», situando a Honduras en un tablero de disputa global.

Alianza con Venezuela:

La facción de los Zelaya mantiene una estrecha alianza con el chavismo, lo que se evidenció en el apoyo de figuras mediáticas venezolanas a su campaña.

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