El régimen de Nicolás Maduro se radicaliza: cuando la paz se confunde con orden

El nombramiento de Diosdado Cabello como ministro de Interior, Justicia y Paz no puede interpretarse de otra manera que como la radicalización de Maduro —si aún se puede más— quien en su retorcida visión autoritaria confunde —como lo hacen todos los regímenes totalitarios— la paz con el orden. La función de Cabello, por tanto, no será otra que ir “con el mazo dando” a todo aquel que se oponga al régimen.

Para el dictador y el autócrata el disenso no es otra cosa que “rebelión” y estas se enfrentan con la fuerza, con mano dura, sin contemplaciones de ningún tipo. Para los gobiernos totalitarios paz y orden son sinónimos y se alcanzan por la fuerza. Para ellos, hablar del tema es igual que hablar de sumisión.

El discurso del régimen la “paz” esgrimido por el régimen de Maduro —ahora con Diosdado Cabello como verdugo— estima que la protesta o crítica no es más que una amenaza al orden social chavista. Por lo tanto, paz es quietud y ausencia de una oposición significativa, lo que en la práctica significa que la disidencia es suprimida.

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Oposición maleable

Para Nicolás Maduro y sus similares, el opositor debe ser maleable y el concepto de paz no implica ausencia de violencia, sino la ausencia de oposición al régimen. Y en caso de que la haya o surja —una oposición auténtica, decimos— es preciso aplastarla, suprimirla, eliminarla.

Así lo entendió desde siempre el chavismo desde siempre y por ello la proscripción de los partidos políticos, el fin de la división de poderes, entre otras formas de actuación. Maduro intensificó la formula y constituyó una oposición a su medida, los denominados “alacranes”.

Ahora, ante el asomo de una oposición insumisa, el régimen afila las garras y pone a sus agentes más violentos al frente para hacerles acabarlos o domesticarlos. Lo que viene, entonces, es impredecible. Un régimen que se mueve de acuerdo a sus propias interpretaciones de la realidad.

Reinterpretaciones de la paz

En los totalitarismos la paz se consigue por la fuerza.

El concepto de “paz” utilizado por regímenes totalitarios suele ser una herramienta retórica para justificar la represión de la disidencia y la consolidación del poder.

A continuación, explicamos cómo funciona este concepto en ese contexto:

1. Paz como sinónimo de orden

En los regímenes totalitarios, “paz” a menudo se equilibra con “orden”. El discurso oficial puede presentar cualquier forma de disenso, protesta o crítica como una amenaza al orden social.

Por lo tanto, el estado “pacífico” es uno donde no existe oposición significativa, lo que en la práctica significa que la disidencia es suprimida. El concepto de paz aquí no implica ausencia de violencia, sino la ausencia de oposición al régimen.

2. Paz como justificación para la represión

La paz es usada como un pretexto para justificar medidas represivas. El régimen puede argumentar que, para mantener la paz, es necesario tomar medidas enérgicas contra los “enemigos del estado” o “elementos desestabilizadores”. Estas medidas pueden incluir censura, detenciones arbitrarias, tortura, y otras formas de control social.

3. Paz como propaganda

La paz también es un concepto central en la propaganda de los regímenes totalitarios. Se promueve la idea de que el estado está trabajando por la paz y el bienestar de la nación, mientras que cualquier acto de disidencia es presentado como una amenaza para la misma.

Esta narrativa busca deslegitimar a los opositores y consolidar el apoyo popular al régimen, al presentar la represión como una acción necesaria para proteger a la sociedad.

4. Paz impuesta

En los regímenes totalitarios, la paz es vista como algo que debe ser impuesto, no como un resultado de consenso social o diálogo. La paz es dictada desde arriba y se mantiene a través del control absoluto del poder. En este sentido, la paz no es un estado de armonía social, sino una situación en la que se ha eliminado toda oposición al régimen.

5. Paz como un estado de sumisión

Finalmente, el concepto de paz en el totalitarismo puede interpretarse como la sumisión total de la población al estado. La paz es el resultado de una ciudadanía que ha sido domesticada o intimidada para no desafiar al régimen. Es un estado de quietud forzada, más que de tranquilidad genuina.

Conclusión: paz es sometimiento total

En resumen, en los regímenes totalitarios, la “paz” es un eufemismo que encubre la represión y el control social. Se utiliza como una herramienta para silenciar la disidencia y asegurar la perpetuidad del poder del régimen bajo la apariencia de estabilidad y orden.

El objetivo es, pues, la sumisión total de la población, una sociedad obediente. Para lograr ello son varias las herramientas, la manipulación de la información y la censura son algunas de ellas, armas poderosísimas para mantener el poder.

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