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El robo de mis ordenadores y amenazas contra mi familia, tras un asalto a mi apartamento en Londres el pasado 17 de noviembre, me transportaron a
una realidad de la cual creí haber escapado. Una criminalidad
desatada campea con absoluta impunidad sobre los 916,445 km² que
cubren el territorio venezolano. Ni siquiera líderes del chavismo
que cuentan con protección extraordinaria están fuera de su
alcance, como quedó demostrado con el reciente
asesinato del joven congresista Robert Serra.
Mas cuando uno emigra, y pone miles de kilómetros de por medio, no
espera que el brazo ejecutor de aquella irrumpa con sus prácticas
terroristas.
Todos
podemos ser víctimas del hampa común, en cualquiera de las
principales ciudades del mundo. Pero cuando el simple hurto se mezcla
con fotografías de niños, tomadas en el transcurso de operaciones
internacionales ilegales de vigilancia, y con mensajes amenazantes
contra la integridad de los inocentes (foto dcha), es difícil percibir el asunto
como cotidiano. Si a lo anterior le ha precedido, y le sigue,
campañas de difamación en las que participan altos personeros de
gobierno y sus agentes, y para las cuales se utilizan recursos del
estado, se hace imposible pensar en otra cosa que no sea terrorismo
de estado, o como lo describiera
Maruja Tarre:
“la intimidación en contra de @alekboyd en Londres, demuestra q
régimen sigue ejemplo de Chapita y Pinochet.”
De Chapita y Pinochet, y de Fidel Castro. En un mensaje de apoyo recibido después del asalto, el escritor Carlos Alberto Montaner me decía:
Hace 25 años ya la Seguridad cubana me colocó un micrófono en mi piso de
Madrid. En esa época tenían un grupo clandestino. Poco después me
enviaron un libro-bomba. El cordón detonante estaba cortado. Supongo que
era para asustarme, no para matarme. Estos miserables no tienen límite.
Para
la historia quedaron las actuaciones internacionales de “Chapita”
Trujillo, Augusto Pinochet y Castro contra enemigos percibidos. Se creía que
tales prácticas habían quedado en el pasado. Vemos, sin embargo,
que los chavistas y los boliburgueses que medran de las dádivas de ese régimen, resienten el periodismo
de investigación y
las denuncias contra la corrupción
tanto como Trujillo, Pinochet y Castro lo hacían con respecto a quienes se
les oponían, al punto de ordenar actuaciones como las descritas en
la ciudad del mundo con mayor concentración de circuitos cerrados de
televisión. Por cuanto los tres sospechosos del asalto y robo a mi apartamento no fueron filmados solamente por las cámaras del edificio donde vivo. Igual obraron, sin temor aparente a ser identificados.
Dentro
del territorio venezolano, el chavismo y sus agentes actúan como les
place, sin consecuencias. No hay autoridad lo suficientemente
independiente como para poner coto a sus actos. Abundan los ejemplos,
el más notorio quizás el reciente encarcelamiento
y torturas a Leopoldo López
y la persecución
de la que es objeto Maria Corina Machado.
A pesar de formar parte de tratados internacionales vinculantes para
la protección de los derechos humanos, el régimen de Nicolas Maduro hace caso omiso a dictámenes internacionales de las Naciones Unidas
de obligatorio cumplimiento. Solicitudes oficiales de visitas,
enviadas a Venezuela por parte de la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos (CIDH) con el propósito de constatar la situación,
han
sido negadas desde el 2002, lo cual coloca al país en un estado
“excepcional” según el ente.
Es decir, el chavismo no le rinde cuentas a nadie, y hace lo que le
viene en gana, sea en Venezuela o a nivel internacional. No osbtante, dichos abusos ya han llamado la atención de gobiernos que si pueden emprender acciones contra quienes atentan sistemáticamente contra el bienestar de los venezolanos.
Abundan
también ejemplos de los ataques contra los medios de comunicación
en Venezuela, tradicionales
o no. Cuando no se
les puede doblegar amistosamente a través de adquisiciones
multimillonarias de publicidad, se les arruina con investigaciones
sin fundamento alguno por parte del ente tributario, o se les niega
acceso a divisas lo cual imposibilita importación de insumos. Si lo
anterior falla, son “adquiridos” por empresarios
afines al chavismo.
Puede agregarse ahora otro precedente a las tácticas empleadas por
la llamada “hegemonía
comunicacional”: ni
siquiera la distancia libra a los críticos del chavismo de sus
intentos de censura. Muy por el contrario, ahora somos perseguidos allende las fronteras. Ahora las amenazas van dirigidas a niños y personas inocentes. Nate Thayer, el legendario periodista americano que pasó a la historia por haber sido el primero en entrevistar al monstruo Pol Pot, me comentaba en un correo que amenazar a los niños es contrario a las «reglas» de la Mafia, mas la mafia con la que estamos lidiando los venezolanos no tiene nada de tradicional, ni de honorable. Hace lo que sea por mantenerse en el poder, por alargar un poco más el peculado, y por acallar a sus críticos.
Creo que fue Rómulo Gallegos quien expresó pesar por haber creído que la dictadura perduraría por siempre en el poder. Todo pasa, la organización criminal conocida como chavismo también lo hará. Y cuando ello suceda, las violaciones a los derechos humanos cometidas, que no prescriben, tendran que ser debida y legalmente subsanadas.
Tomado de El largo brazo del terrorismo chavista