El fraude del cambio protegido; por Carlos Peñaloza [@GenPenaloza]

En Venezuela las actividades económicas más rentables son el acceso al cambio protegido y  el narcotráfico.  El cambio diferencial es un sainete que simula que el grueso de las divisas del Estado son destinadas a la inversión social. La tajada mayor se asigna en teoría a la compra en el exterior de alimentos y medicinas, pero el destino principal es una asquerosa operación de saqueo financiero.

Este jueves el régimen anunció la creación del DIPRO, el último alias dado a esta fuente de enormes fortunas ilegales.  El DIPRO recibe una asignacion de las divisas represadas en el exterior para importar alimentos y medicinas.  Buena parte se usa para sobornar a líderes de países amigos, pagos ocultos de campañas electorales y financiar obras en otras naciones sin autorización.  Otra parte se emplea para gastos menores en deportes, investigaciones científicas, estudiantes y pago a pensionados y jubilados en el exterior.  Otro empleo es el pago a decenas de miles de cubanos castristas que pululan en Venezuela.  Esos espías prestan servicio en diferentes áreas, incluyendo salud, deportes, inteligencia y área militar.  Por último, una fracción se destina al pago de funcionarios diplomáticos, militares y de cuerpos de seguridad y espías del régimen en misión secreta en el extranjero.

Mientras el precio del petróleo se mantuvo alto, el ingreso de divisas fue elevado.  Con estos fondos inmensos el Régimen mantuvo la política de canalizar miles de millones de dólares a la importación de alimentos y medicinas.  Más de dos terceras partes de sos recursos fueron robados por administradores del sistema cambiario y funcionarios corruptos.  La compra de productos vencidos o por vencerse a fracciones de su precio internacional es práctica regular.  La sobrefacturación a precios de productos de primera calidad es otra estafa.

Finalmente, los dólares sobrantes -entre 60% y 70% del monto asignado- se cambian en el mercado paralelo generando ganancias astronómicas.  Hasta hace poco los «importadores» recibían en la movida dólares preferenciales a $6,30.  Una fracción de ese dinero fue usado para importar y el resto se cambiaba a Bs. 1.200 en el mercado paralelo o depositado en cuentas secretas en paraísos cercanos.  Este negocio sucio genera una astronómica ganancia cercana al 20 mil por ciento sin requerir inversión. La caída del precio del petróleo y la corrupción secaron esa teta.

Un ejemplo reciente permitirá visualizar el saqueo: en noviembre de 2015 una empresa mayorista encuadrada en el Ministerio de Alimentación recibió más de $21 millones preferenciales para comprar alimentos en Uruguay.  Parte de la compra incluía 525 toneladas de queso colonia, similar al queso holandés tipo Edam.  El precio unitario CIF la Guaira fue de $5,12/Kg (32,27 Bs/Kg).  Desconozco el precio al que este queso fue vendido en los supermercados del Gobierno y privados para venta al detal.  Lo que sé es que 300 toneladas fueron vendidas a una empresa de Barquisimeto distribuidora de alimentos a un costo unitario de Bs. 1.339,28 por Kg.  Ese queso, que se ofrecía al público en Bs. 1.900 el Kg, fue vendido porque se iba a vencer en los depósitos refrigerados del Gobierno.

Este queso se ha debido vender al «precio justo» con una ganancia de 30%, por lo tanto su costo debía ser de unos 1.460 Bs/Kg.  De ser así la empresa que recibió los dólares preferenciales habría cobrado un sobreprecio especulativo de casi 4.250% para esa venta.  Ese monto es cercano a 150 veces el precio máximo que debió cobrar.  Aun considerando los gastos de distribución y almacenamiento, este sobreprecio es monstruoso.

En mi «web» están las facturas de venta de la empresa uruguaya de quesos y la venta de las 300 toneladas a un distribuidor de alimentos.  La presidenta y varios gerentes del intermediario y empleados del comprador fueron detenidos.  Sospechosamente los jefones del Ministerio de Alimentación y de la empresa que recibió los dólares preferenciales están libres.

El escándalo del fraude alimentario debe investigarse.

 

Tomado de El fraude del cambio protegido; por Carlos Peñaloza [@GenPenaloza]