El ex ministro de Finanzas, José Rojas, alerta de una posible crisis financiera.

José Rojas

“Se podría pensar que la única forma de pasar de una economía de mercado a una economía centralizada sería mediante la destrucción del sistema financiero donde la moneda no es neutra”. No es la primera vez que alguien arriba a tal conclusión. Hay banqueros temerosos de que tal vez sea entre 2007 y 2008 que la bomba del exceso de liquidez explote en el país. Dicen que la crisis bancaria no se produce sólo por sequía sino también por abundancia de liquidez, y Venezuela puede estar a las puertas del segundo caso. El economista Francisco Faraco le dijo la semana pasada a César Miguel Rondón que el estallido sería inevitable. “No nos podemos escapar de ello”, señaló el más importante analista de riesgo bancario del país.

 

Pero la conclusión de arriba no es la de un banquero. Y no es la de un analista con posición política antigubernamental. Es la opinión de quien fue el primer ministro de Finanzas de la era Chávez: José Alejandro Rojas. Rojas fue ministro hasta 2002. Luego director del BID y más tarde, en el periodo postparo petrolero, vicepresidente de Finanzas de Pdvsa. Al salir de la compañía, hizo trabajos de asesoría para el Banco de Venezuela y ahora dirige su propia firma de consultoría económica y financiera, José Rojas y Asociados. Descifrado en la calle obtuvo parte del último informe que entregó a sus clientes.

Dice Rojas que “en Venezuela se viene realizando una política monetaria fundamentada en el establecimiento de controles progresivos. El régimen de cambio, la preponderancia de un sistema público financiero, la discrecionalidad en el uso de los fondos públicos, desaparición de la unidad del Tesoro, el establecimiento de gavetas en las carteras de los bancos y una estatización progresiva de la economía y de las actividades productivas hacen que exista un aumento desmesurado de la liquidez con el riesgo de generar una gran crisis financiera”. Léase bien eso: “Con el riesgo de generar una gran crisis financiera”. O lo ya dicho: la única manera de superar la inhumana economía capitalista “sería mediante la destrucción de la economía capitalista”. De modo que, según el ex-ministro de Finanzas, la política de los controles, la discrecionalidad, las gavetas y el avance del Estado en las áreas económicas, persiguen ese gran objetivo estratégico: la quiebra de la banca. Y al lograrlo, más poder para el Gobierno. Más poder para el Palacio de Miraflores. Y es que sólo una quiebra bancaria justificaría la intervención natural y normal del Estado y la consiguiente estatificación. Sin quiebra, los grupos españoles como el Santander o el BBVA o el chileno Corp Group no entenderían la aplicación de ninguna medida extraordinaria contra las entidades. Ya advertían algunos banqueros que la política de bonos fue una forma de hacerlas dependientes del Ejecutivo. Ahora vendría el siguiente paso.

Rojas señala en su análisis que “el contexto político aparece marcado por la decisión de mantener el control de cambio, fijar un tope máximo para las reservas internacionales (nivel óptimo de reservas), disponer de las reservas internacionales y constituir mecanismos de gastos extra presupuestarios y discrecionales como el Fonden, que permite la ejecución de un presupuesto paralelo”.

Si alguien conoce al Gobierno por dentro ese es José Rojas. Por eso vale la pena puntualizar cuando señala lo de la ejecución de “un presupuesto paralelo”. De hecho, eso es lo que viene ocurriendo en otras esferas de la gestión pública.

El diagnóstico del ex ministro de Finanzas le agrega al cuadro la política de “permitir a Pdvsa mantener fondos en dólares. La nacionalización parcial de los depósitos al establecer ‘gavetas’ a los depósitos. La intervención del Ministerio de la Vivienda en la fijación de las tasas de interés hipotecarias. El convertir al sistema financiero público como ‘emisor de moneda central’ a través de los fondos de administración de las reservas excedentarias como Fondespa y Fonden”.

En lo que se refiere a la política monetaria, apunta que “el Banco Central se encuentra sometido a tensiones de carácter político externas a él y a decisiones económicas que afectan su estabilidad, solvencia e independencia y comprometen la efectividad de la política monetaria”. Y en ese sentido resalta que “por una parte el BCV no cuenta con el instrumento de la política cambiaria que le permitiría regular la cantidad de moneda central mediante los mecanismos de destrucción monetaria por operaciones de cambio y fortalecer el dinero de base al aumentar las reservas, lo cual garantizaría el valor de la moneda y, en consecuencia, la credibilidad y la confianza”.

Aquí ya entra en la materia concreta y señala: “En lo que se refiere a la política de tasas de interés podríamos decir que el BCV se encuentra sometido a varios hechos exógenos, de orden político descritos anteriormente, que afectan la eficiencia monetaria. En este sentido encontramos:

· En primer lugar, el BCV debe remunerar a una masa de depósitos provenientes de instituciones públicas a través de operaciones de absorción, lo cual retorna creando ingresos cuasi fiscales (no se encuentran en el presupuesto) que inciden en el aumento de la liquidez.

· En segundo lugar, la creación del Banco del Tesoro bajo la figura de banca universal lo que obliga a que sus depósitos y operaciones sean sujetos de remuneraciones y a concentrar transacciones de tesorería. Esto implica costos importantes, pues esos recursos que anteriormente estaban en las cuentas del BCV ahora son sujeto de encaje y de operaciones remuneradas.

· Los recursos públicos en la banca privada también forman parte de la masa a ser remunerada, lo que origina ingresos fiscales extra presupuestarios y crecimiento de la liquidez.

Esta política trae como consecuencias:

· Un gran aumento de la liquidez haciendo que la cantidad de moneda central aumente sin una contraparte real producto del crecimiento de la economía, sino por el aumento de la renta petrolera.

· La pérdida progresiva del valor de la moneda, que se podría interpretar como una devaluación progresiva, máxime en una situación de estancamiento de las reservas internacionales al fijar un tope, “un nivel óptimo de reservas” que para el año 2006 se ubica en el orden de los 29 mil millones de dólares.

· Los depósitos remunerados aumenten proporcionalmente a la liquidez, lo que tiene un efecto de “bola de nieve” mientras más operaciones de absorción mayor remuneración y por ende mayor liquidez.

· Aumento en el nivel de precios y la realización de tasas de interés reales negativas.

El análisis es claro. Controles, discrecionalidad, exceso de liquidez y efecto “bola de nieve”. O sea, más liquidez y la bomba va para superbomba, porque el asunto no queda allí. Rojas entra a analizar un elemento que potencia aún más la bomba de la liquidez: es lo que él llama un circuito extra central de emisión de moneda que deja al BCV, como ya se ha visto, por fuera y sin recursos de control.

Dice entonces que ese circuito está “constituido por Pdvsa y el conjunto de instituciones financieras del Estado que administran los “fondos” y ejecutan las órdenes de pago emitidas en puntos de cuenta de la Presidencia de la República sobre los fideicomisos que se constituyen a través de la Corporación Venezolana del Petróleo –CVP– en Bandes. A este subsistema podemos agregar a Cadivi que sustituye al BCV en la definición de la política cambiaria”.

Vemos primero lo que dice en el caso de la petrolera: “Los cambios en la Ley del Banco Central que permite a Pdvsa disponer de las divisas las cuales son administradas por los bancos del sistema público financiero a través de la creación de fondos y fideicomisos. El mecanismo consiste en dos tipos de transferencias. En primer lugar, Pdvsa mantiene fondos en bolívares en la banca pública a través de CVP que provienen de las reservas ‘excedentarias’ devueltas. La Corporación Venezolana del Petróleo constituye fondos con los dólares provenientes de las reservas que ya han sido previamente monetizados. Estos dólares son cambiados de nuevo en bolívares a través de Bandes y se crean fondos con los bolívares no respaldados que ingresan a la economía. Así Pdvsa emite bolívares sin respaldo”.

En segundo lugar, la estatal petrolera mantiene fondos en dólares que no han entrado al BCV y que cambia a través de las instituciones financieras públicas que no hacen las operaciones de cambio ante el BCV sino que usan los bolívares provenientes de dólares petroleros previamente cambiados. Estos bolívares entran en la economía sin tener su contraparte en el dinero de base por lo que son también doblemente monetizados.

Ahora viene la otra parte del circuito extra, constituido por el Sistema Físico y la Agencia Nacional del Tesoro en el cual se incluye el conjunto de administraciones financieras públicas tanto bancarias como no bancarias. Y es que el Fisco, señala Rojas, “a través de las instituciones bancarias públicas realiza operaciones de emisión de moneda en diferentes mecanismos”.

En primer lugar, operaciones de open market, el Fisco compra bonos en dólares con dinero proveniente de las reservas excedentarias. Los bolívares correspondientes a estos recursos no son destruidos a través de operaciones cambiarias y quedan circulando en la economía.

Los títulos son vendidos a los agentes nacionales en bolívares a la tasa de cambio oficial, los agentes (públicos y privados) los tranzan en el mercado internacional, obtienen divisas y las cambian los dólares en el mercado negro o contra sus depósitos en bolívares; en el caso de los públicos, emitiendo de nuevo bolívares sin respaldo y sin operaciones que fortalezcan el dinero de base.

En segundo lugar, los bolívares que recibe el Fisco por la venta de los bonos extranjeros denominados en dólares van a las cuentas de la Agencia Nacional de Tesorería y son gastados de nuevo como ingresos fiscales. Así la Tesorería hace operaciones de cambio donde se realiza una fuga de capitales contra bolívares que reingresan sin respaldo a la economía. Ahora es el momento de observar dónde la bomba se hace superbomba. El ex ministro habla de la “interacción de los tres subsistemas”. Y en esa interacción llegan las consecuencias: “La pérdida de independencia del Banco Central lo cual compromete el valor de la moneda a mediano y largo plazo. Pérdida de la eficiencia de la política monetaria y la desaparición de la política cambiaria. La merma de la unidad del Tesoro. Anarquía en el sistema monetario y en los mecanismos de regulación de la liquidez. El aumento desmedido de la liquidez sin su contraparte en el sector real, bienes sujetos a oferta y demanda. Otro aspecto a tomar en cuenta es la libertad de Pdvsa a disponer de divisas sin pasar por el Banco Central que puede ser, y de hecho lo es, una fuente de emisión de moneda externa al Banco Central con el correlativo aumento de la liquidez”.

Esto lo lleva a concluir que “en primer lugar, una pérdida de la unidad del Tesoro y una anarquía en organismos emisores de moneda; financiamiento directo del Ejecutivo; deterioro progresivo del valor de la moneda que puede llevar a una crisis financiera en la ausencia de una contraparte real que respalde la salud económica. Esto debido a que la moneda en Venezuela puede considerarse un bien en sí mismo por el carácter rentista de la economía; en consecuencia, una pérdida de valor de la moneda sería el camino a un estado de bancarrota del país al no existir un sector real que permita dar neutralidad a la moneda”.